Inauguración altar del Colegio Nepomuceno. Czerny: la Iglesia se apoya en esta roca
Marco Guerra - Ciudad del Vaticano
Una ocasión para meditar sobre el significado del altar eucarístico y rezar para que "sea el altar en el que ofrezcamos con signos sacramentales el sacrificio de tu Hijo; que sea la mesa en la que partamos el pan de la vida y bebamos del cáliz de la unidad, y que sea la fuente de la que mana perennemente el agua de la salvación".
Homilía del Cardenal Czerny
La homilía pronunciada hoy por el cardenal Michael Czerny, subsecretario de la Sección de Migrantes y Refugiados del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, con motivo de la inauguración del Altar del Pontificio Colegio Nepomuceno de Roma, el Seminario Pontificio situado en el barrio de San Giovanni de Roma y destinado a los estudiantes de nacionalidad checa, se centró por completo en el valor del altar y en las figuras de dos santos de la República Checa.
De Brno a Roma, la historia del altar
El altar fue tallado por el escultor Jaroslav Vaněk (1914-1991), que diseñó y construyó esta mesa eucarística de elegante mármol blanco; en 1984 se instaló en la catedral de Petrov, en Brno (República Checa), donde permaneció durante 37 años. El obispo Vojtěch Cikrle y la diócesis de Brno decidieron entonces donar el altar al Colegio Checo de Roma. La estructura sagrada tiene una base gótica tallada, que pesa casi dos toneladas. Simbólicamente, dice el cardenal, es sobre esta sólida roca "desechada por los constructores, que se ha convertido en la piedra angular" sobre la que la Iglesia, como una pirámide invertida, descansa con seguridad.
San Juan Nepomuceno Neumann
El cardenal Czerny recordó que el altar contiene la reliquia de San Juan Nepomuceno Neumann de Bohemia, un misionero redentorista en Estados Unidos que en 1852 se convirtió en el cuarto obispo de Filadelfia. Fue honrado en el Vaticano II porque Lumen Gentium, la Constitución Dogmática sobre la Iglesia, se refiere a su santidad práctica diaria en el "singular ejercicio de las virtudes cristianas". "Este es realmente un ideal de vida -subrayó el cardenal- para todos los que sirven o estudian en este Colegio, porque es en la vida cotidiana normal donde el pueblo de Dios está llamado a hacerse santo. El cardenal Czerny señaló entonces que "nuestra lectura del Apocalipsis menciona el trono siete veces, recordándonos el altar" y que en el quinto prefacio de Pascua leemos que Cristo "se manifestó como Sacerdote, Altar y Cordero del Sacrificio" y luego recordamos que "el sacrificio de Cristo se ofreció en el altar de la cruz".
San Juan de Nepomuceno del siglo XIV
En la segunda parte de la homilía, el cardenal Czerny se centró en la figura de San Juan Nepomuceno, que nació hacia 1345 y se educó en Praga y Padua. Durante el jubileo de 1390, el sacerdote de 45 años llegó como peregrino a Roma. Allí, en 1729, fue canonizado por el Papa Benedicto XIII, y su fiesta es mañana, 16 de mayo. En 1929 se fundó en su honor el Colegio Pontificio "Nepomuceno".
Fidelidad a la confesión
El sacerdote bohemio es recordado por su negativa a revelar al rey Wenceslao lo que la reina le había confesado. Por ello fue detenido, torturado cruelmente y finalmente arrojado desde el puente de Carlos al río Moldava. El cardenal miembro del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral ha querido imaginarlo inspirado en las instrucciones de Jesús a sus discípulos que leemos en el Evangelio de hoy: "Cuando os pongan en sus manos, no os preocupéis por cómo vais a hablar o por lo que tendréis que decir; porque en ese mismo momento se os dará lo que tendréis que decir. Porque no sois vosotros los que habláis, sino que es el Espíritu de vuestro Padre el que habla en vosotros". Según el cardenal, en este caso el Espíritu Santo da las palabras adecuadas, y el valor de permanecer en silencio para no traicionar el secreto inviolable de la confesión. "Su figura -continuó- nos inspira fidelidad en la vida y fidelidad hasta el final.
El ejemplo de los dos santos
Por último, el Cardenal Czerny ha exhortado a rezar por la gracia de la convicción granítica de San Juan Nepomuceno y de San Juan Nepomuceno Neumann, que ambos compartían ciertamente con San Pablo: "Porque estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los principados, ni lo presente ni lo futuro, ni las potencias, ni la altura ni la profundidad, ni ninguna otra criatura podrá jamás separarnos del amor de Dios, que está en Cristo Jesús, nuestro Señor" (Rom 8,38-39).
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