Estudio 9. Hermana Rey: los Refugiados nos lanzan el desafío de la integración
Renato Martinez - Ciudad del Vaticano
“Acoger es la primera actitud de poder reconocer en el otro, hermanos con los que caminar, el gran desafío que nosotros vemos es el de la integración. Esto es importante porque son todos procesos en los que podemos hacer que los otros no sean siempre ‘otros’, sino caminar hacia un nuevo ‘nosotros’”, lo dijo la Hermana María José Rey, religiosa de la Congregación Misioneras de Cristo Resucitado, quien trabaja en el Centro Astalli, la sede italiana del Servicio de los Jesuitas para los Refugiados (JRS), explicando uno de los desafíos que tienen que afrontar los refugiados en los países donde son recibidos, en el marco de la celebración del Día Mundial de los Refugiados establecido por la ONU para este 20 de junio de 2021.
Los refugiados, solicitantes de Asilo y desplazados internos
La Hermana María José Rey señaló que, es necesario distinguir algunos términos cuando nos referimos a los Refugiados. “Al interno de todos los mecanismos de emigración – precisó la Religiosa – los refugiados son aquellas personas que no solo eligen irse de su tierra, sino que están obligados y tienen que escapar para salvar la propia vida y que piden protección en un país diferente del suyo. Por lo cual, los solicitantes de asilo son aquellas personas que están en un proceso de pedido de esta protección en esos otros países y todavía están esperando la respuesta oficial de ser reconocidos en cuanto tales. Los desplazados internos, en cambio, son las personas que escapan de la propia ciudad, que se mueven para proteger la propia vida a otras ciudades, pero que permanece al interno de las fronteras de la propia nación, del propio territorio”.
¿Cuáles son o cuáles siguen siendo las principales causas que obligan a las personas a salir de sus tierras y escapar para buscar un futuro mejor?
R.- Es una pregunta interesante que todos los años nos la volvemos a hacer y lamentablemente verificamos que, las causas, en general, siguen siendo las mismas, es decir, situaciones de guerra, situaciones de persecución, conflictos armados, problemas étnicos, persecuciones a causa de la propia religión, de la nacionalidad, de ideas políticas. Entonces, la mayor parte de la gente que escapa de su territorio es para buscar lugares donde poder vivir una vida digna, una vida segura, construir un futuro para ellos y en muchísimos casos para sus propios hijos, porque también son muchos los que huyen con sus propios núcleos familiares, familias enteras que tiene que irse y dejar sus países.
¿Cuáles son los principales países de los que provienen los refugiados hacia Europa?
R.- En general, los países de los cuales han escapado – este año hay un número muy particular – porque en el 2020, las Naciones Unidas reconocen más de 80 millones de personas que han escapado de su propia tierra, de los cuales entre 30 y 34 millones, tienen menos de 18 años y si hablamos a nivel mundial son, sobre todo, de Afganistán, de Venezuela, de Yemen, de Myanmar y de Siria. Y de los que han llegado aquí a Europa, son algunos de estos países como Afganistán y Venezuela y después otros como Colombia, Irak y bueno de Siria, que siguen lamentablemente escapando, digo lamentablemente, este es una terminología para decir que en realidad nadie tendría que estar obligado a poder dejar la propia tierra.
La pandemia no ha frenado los flujos migratorios hacia Europa, al contrario, en algunos casos se han intensificado, y muchos países miembros de la UE han puesto en marcha nuevas medidas restrictivas para acoger a los refugiados. ¿Cómo hacer para que los países, los gobiernos, puedan poner en práctica los cuatro verbos que el Papa Francisco constantemente nos recuerda: acoger, proteger, promover e integrar?
R.- En realidad, esos cuatro verbos manifiestan todo un programa, es decir, partiendo del acoger, es tener la apertura de reconocer que los otros que escapan son también hermanos como nosotros y que compartimos una tierra que es mucho más que la tierra con las propias fronteras y la propia nacionalidad, sino que es una tierra que es de todos en cualquier parte del mundo. Entonces, acoger implica una apertura mental, incluso de corazón y de la propia vida, a reconocer en los otros unos hermanos que también tienen derecho a poder construir un futuro en una tierra donde puedan construir esa esperanza. Muchas veces nosotros en el Centro Astalli, haciendo encuentros con los jóvenes en los colegios les preguntamos: levante la mano, quién ha decidido de nacer en el país en el que nació y por supuesto los chicos nos miran con cara de sorpresa. Esa es la primera cosa, hay un misterio en la vida que es que ninguno elige nacer dónde nace, ninguno elige si nace en un país de guerra o en un país donde en este momento está la paz, pero todos tenemos derecho a poder construir ese futuro en el que construimos la esperanza de tener una vida digna.
Entonces, acoger es la primera actitud de poder reconocer en el otro, hermanos con los que caminar. Ahora, así como proteger, promover e integrar, el gran desafío que nosotros vemos, es el de la integración. Son todos procesos en los que poder hacer que los otros no sean siempre “otros”, sino caminar hacia un nuevo “nosotros”. En este sentido, me parece particularmente interesante el lema de la Jornada Mundial del Refugiado de este año de las Naciones Unidas, “Juntos nos cuidamos, aprendemos y brillamos”. Entonces, ese juntos me parece particularmente interesante para todos estos verbos y en este proceso también de integración.
¿Qué iniciativas lleva adelante el Centro Astalli para integrar a las personas refugiadas en los sistemas sanitarios, escuelas, deporte, etc.?
R.- El Centro Astalli en Italia esta presente en varias ciudades, yo trabajo en la sede nuestra aquí en Roma, y tenemos muchísimos servicios para este proceso de integración. Por ejemplo, a nivel sanitario, tenemos varios compañeros que trabajan al interno del servicio público sanitario, junto con varios mediadores, con distintos colaboradores que hablan varios idiomas y hacen las traducciones, porque no siempre es fácil, incluso a nivel cultural, religioso, la relación con el propio cuerpo, la salud, entonces todos los servicios que se hacen de mediación para poder ayudar a entender, por ejemplo, qué es lo que le pasa exactamente a una persona y qué es lo que necesita.
A nivel educativo, tenemos distintos programas, apoyamos todos los procesos que se pueden hacer en el sistema escolar, tenemos varios voluntarios que ayudan con las distintas materias a los hijos de refugiados y hemos creado algunos proyectos. Por ejemplo, desde hace 2 años llevamos adelante un proyecto gracias a la disponibilidad de un departamento que nos dio un Instituto Secular, para poder invertir, digamos, las energías en acompañar refugiados universitarios, para permitir a los refugiados que están aquí sin sus familias, un contexto que les permita poder llevar adelante una carrera universitaria y hemos empezado un proyecto bastante creativo donde hay dos jóvenes universitarios italianos que viven con tres refugiados, que en este caso son uno de Afganistán, uno de la República Democrática del Congo y otro de Gambia, que estudian en las universidades aquí en Roma y es darle la oportunidad sea de convivencia, por lo cual entre italianos y refugiados, de convivir en el mismo departamento, pero ofrecerles a todos la posibilidad de tener un contexto que les permita estudiar con tranquilidad, serenidad, para hacer los exámenes y ojalá un día poder recibirse y así poder servir al mundo.
¿Cuál sería tu mensaje en vista de la celebración de este 20 de junio, del Día Mundial de los Refugiados?
R.- Leyendo justamente el lema de este año, “Juntos nos cuidamos, aprendemos y brillamos”, me llamó la atención este “brillamos” y pensaba qué significa la creatividad. Pienso que hay algo dónde todos podríamos invertir, que es en todos los procesos creativos con los cuales se puede acoger, recibir, integrar, a los refugiados y construir una sociedad más bonita, más acogedora, donde todos podamos tener un lugar. Hemos conocido muchos procesos creativos, desde las cosas más pequeñitas a proyectos muchos más grandes, que transforman la vida de las personas, por lo cual, yo invito a todos a poner en práctica creativamente procesos que pueden servir para caminar juntos en un contexto donde nos podamos sentir todos hermanos.
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