Guerrero: somos custodios, no propietarios, y el custodio rinde cuentas
Manuel Cubías - Ciudad del vaticano
El Padre Juan Antonio Guerrero S.J. conversa con Vatican News sobre algunos elementos fundamentales de la economía vaticana: sus rasgos identitarios; el camino recorrido para hacer del ejercicio económico una actividad transparente y creíble y, finalmente, una mirada hacia el horizonte de lo que falta por hacer.
¿Por qué considera la economía de la Santa Sede como una realidad poco común? ¿Qué la hace distinta de las otras economías?
La economía en la Santa Sede no tiene el mismo lugar que en un Estado, en una empresa o en una ONG. Como repite con frecuencia el Papa, la economía es sierva y no puede ser señora, pero en la Iglesia especialmente. La lógica económica no puede regir la Santa Sede. La economía está al servicio de su misión evangelizadora y no debe contradecir esa misión. La lógica económica mide de tejas abajo y en la Iglesia estamos muy interesados en lo que sucede de tejas abajo, en la vida de las personas, pero con una perspectiva trascendente.
Por una parte, la economía vaticana es como todas las economías, no podemos ignorar el mundo en que vivimos, no podemos ignorar que necesitamos medios para el sustento, para hacer unas cosas y que tenemos que respetar unas reglas para conseguirlos y para administrarlos. Pero, por otra parte, no podemos olvidar que el Evangelio, a cuyo servicio debe estar la economía está lleno de conductas antieconómicas que, podríamos decir, no han hecho un buen análisis coste-beneficio, por ejemplo: “den gratis lo que han recibido gratis”, dejar a las 99 ovejas para ir a buscar a la perdida, o como la viuda, dar todo lo que se tiene para vivir.
Poner orden, transparencia, recuperar credibilidad. ¿Cómo estas realidades están presentes en el balance presentado el día de hoy?
Intuyo en su pregunta que hay algo de trampa, que cuando pregunta por recuperar la credibilidad me está diciendo que en algún momento se ha perdido. Desde luego que ha habido errores, incluso irregularidades que ahora están en tribunales, dejemos que ellos hagan su trabajo. Creo que esto nos puede aumentar la credibilidad. Por una parte, porque el proceso se ha dado porque han funcionado algunos controles internos, ha salido de dentro. Dentro, cuando hay errores o irregularidades se enfrentan.
Además, estamos aprendiendo de errores pasados, por ejemplo, para nosotros que no nos dedicamos a la actividad económica, tener consultores buenos es muy importante. Creo que ahora, la selección de consultores se mira más, y, además, el nivel profesional en los dicasterios y en los entes dedicados a cuestiones económicas en el interior de la Santa Sede ha mejorado.
Por otra parte, hemos aprendido que, si bien el secreto es muy importante en la vida de la Iglesia, porque se trata a veces con la intimidad de las personas, en los sacramentos, en la dirección espiritual, etc. pero, no sirve para la economía. En la economía hemos aprendido que la transparencia nos protege más que el secreto y también hemos comprendido que somos meros custodios, que administramos algo que no es nuestro y que el custodio rinde cuentas. Hay algo que ha comenzado a cambiar en esta cultura. Son muchos los que comprenden que los controles y la rendición de cuentas no significan desconfianzas, sino autoprotección y un apoyo a lo que se hace y también preserva de errores.
El papa Francisco está comprometido con la transparencia y eficacia en las finanzas vaticanas. Hay pasos que se han dado en esta dirección. ¿Qué falta por hacer?
Se ha hecho mucho en la Santa Sede. Desde hace años se avanza en la buena dirección. Se descubren riesgos y se ponen remedios. Se detectan problemas y se enfrentan, se hacen nuevas leyes. Pero queda mucho por hacer.
Subrayaría tres cosas en las que podemos crecer y mejorar: uno, seguir avanzando en la cultura del control y de la trasparencia. Una cosa es hacer leyes y aplicarlas, que esto puede ser rápido, pero cambiar la cultura y las costumbres es lento, requiere tiempo. Seguir avanzando en este camino.
Dos, asegurar la sostenibilidad a largo plazo. Hay un trabajo que ya se está haciendo, pero tiene que concluir en la mejora de las inversiones mobiliarias como inmobiliarias.
Un tercer aspecto que creo tendríamos que mejorar es la comunicación, porque lo mejor de la Santa Sede no se conoce. Se conocen los errores, lo que no funciona. En la Santa Sede se hace mucho con poco, y hay tesoros verdaderos de humanidad, de bien. Por una parte, se hace mucho con poco y por otra parte las cosas importantes que se hacen no se hacen solo con dinero y con medios, sino sobre todo con espíritu, con el trabajo de muchas personas que se realiza con abnegación y escondido en el secreto de Dios.
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