Polonia. Cardenal Semeraro: Jan Macha testigo heroico de fe y caridad
Renato Martinez - Ciudad del Vaticano
“Jan Franciszek Macha, el nuevo Beato, como un árbol cortado a temprana edad, puso los cimientos para la construcción de un hogar estable para las futuras generaciones, a las que da, con su vida sellada con su sangre, un mensaje claro: Nadie tiene mayor amor que el que da la vida por sus amigos”, lo dijo el Cardenal Marcelo Semeraro, Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, en su homilía, en la beatificación de Jan Franciszek Macha, sacerdote diocesano, mártir, asesinado “in odium fidei”, en 1942. La Santa Misa fue celebrada este sábado 20 de noviembre de 2021, en la Catedral de Cristo Rey en Katowice, Polonia.
Testigo heroico de fe y caridad
El Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos inició su homilía comentando el pasaje del Evangelio de Juan en el que se dice: “Si el grano de trigo cae en la tierra y no muere, queda solo; pero si muere, da mucho fruto”. Estas palabras, dijo el Cardenal Semeraro, nos llevan al corazón de la celebración, en la víspera de la solemnidad de Cristo Rey del Universo, en esta catedral de Katowice dedicada a Él. “El testimonio que Jan Franciszek Macha, ahora Beato, dio al Señor Jesús – precisó el Purpurado – es una página verdaderamente heroica de fe y caridad en la historia de esta Iglesia de la Alta Silesia”.
Jan eligió dar su vida por el Reino de Cristo
En víspera de la solemnidad de Cristo Rey, el Cardenal Semeraro dijo que, el Beato Jan Franciszek Macha, fiel al mayor mandamiento del Evangelio, el del amor, aunque muy joven -sólo tenía veintiocho años- eligió dar su vida por el Reino de Cristo; aunque, según la lógica humana, murió prematuramente, su esperanza estaba llena de inmortalidad y de paz. Al recordar los momentos más sobresalientes de la vida del nuevo Beato, el Prefecto rememoró que Jan nació en Chorzów Stary el 18 de enero de 1914. Tenia un “profundo vínculo” con su familia, un vínculo lleno de gratitud y afecto, de profundo respeto por sus padres, hermanos y hermanas. Incluso en las trágicas horas de su detención y condena, se preocupó por el sufrimiento de sus queridos padres.
Sacerdote que siguió la realización heroica del amor
Asimismo, el Prefecto señaló que, Jan fue ordenado sacerdote el 25 de junio de 1939, apenas tres meses antes del estallido de la Gran Guerra Mundial. En este peculiar contexto, el joven sacerdote comenzó su servicio pastoral como vicario en la Parroquia de San José en Ruda Śląska. “Mientras la violencia y los abusos de la guerra hacían estragos en Polonia y en todo el mundo – afirmó el Purpurado – Jan se dio cuenta de que sólo la fe y la caridad permiten reconocer la dignidad inalienable de toda persona, creada a imagen y semejanza de Dios. Por eso, desde los primeros días de su sacerdocio se puso al servicio del prójimo, emprendiendo el camino de la realización heroica del amor, camino que le llevaría más tarde al sacrificio de su vida”.
Jan con voluntad inflexible murió para dar fruto
En una sociedad dividida, donde el individualismo y el egoísmo parecen imponerse cada vez más por la falta de relaciones genuinas y sinceras, precisó el Cardenal Semeraro, nuestro Beato nos recuerda que Cristo nos juzgará por el amor y el bien que hayamos hecho. Tras su martirio sembró, como una semilla fértil, la fuerza de esta verdad, que aún hoy permanece y da frutos. El Beato Jan Franciszek Macha ejerció su ministerio durante algo menos de tres años (1939-1942). En este corto tiempo, Cristo lo encontró digno de sí mismo. El Beato escribió a sus padres unos días antes de su muerte: "Mi amado Salvador es mi único consuelo y mi vida". Fortalecido por esta convicción, como joven sacerdote se convirtió en una víctima: fue perseguido, golpeado y maltratado. Con el sufrimiento, diluido en el tiempo, continuó su voluntad inflexible de imitar al Maestro, aceptando con serenidad su propia condena. Fue perseguido, pero nunca se sintió abandonado. Murió para dar fruto, para que la vida de Jesús se manifestara en su cuerpo mortal.
Buscar al Señor en el diálogo interior
En este sentido, el Cardenal Semeraro dijo que, Jan con sus palabras nos deja su enseñanza suprema. Él da testimonio de que todos en esta tierra han sido creados para cumplir una misión. Describe el bien como algo más grande que los intereses de los individuos: las aspiraciones de felicidad son auténticas si se convierten en la defensa de la justicia, el servicio al bien común, el compartir, la aceptación, el respeto, la atención a las necesidades de los demás. Finalmente, nos invita a permanecer con el Señor, a buscarlo en la oración y en el diálogo interior, a glorificarlo en una vida santa. A partir de esta imagen del bosque, del que se ha eliminado uno de los árboles, entendemos aún mejor el Evangelio: el grano que cayó a la tierra murió, pero puede, es más, debe, seguir dando abundantes frutos en nosotros hoy.
Comprometerse en el servicio del Evangelio
Al dirigirse a la Iglesia particular de la Alta Silesia, el Prefecto dijo que, hoy se les entrega de alguna manera de nuevo a este joven sacerdote: lo reciben como un Beato, como un patrón e intercesor ante el Señor. A su intercesión, señaló el Purpurado, le encomendamos una oración por los seminaristas y sacerdotes, especialmente los más jóvenes, para que siguiendo su ejemplo fructifiquen en el don de las santas vocaciones al servicio de este pueblo bueno y tenaz. También recen al nuevo Beato por todas las necesidades de las familias y de la sociedad, afirmó el Cardenal Semeraro, no dejen de invocarlo por su Iglesia, para que esté siempre unida a su Obispo en la promoción de la caridad, en la eliminación de las divisiones y en la lucha contra la injusticia. Acojan la invitación de este sacerdote, elevado hoy a los honores de los altares, para abrir nuevos espacios de encuentro con los jóvenes y comprometerlos en el servicio del Evangelio en los distintos estados de la vida cristiana.
La devoción mariana del nuevo Beato
Finalmente, el Prefecto para las Causas de los Santos dijo que, este período de la pandemia nos ha recordado que todo esta “interconectado”, y nos hemos dado cuenta de lo mucho que nos necesitamos unos a otros. Por ello, siguiendo el camino sinodal que el Papa Francisco ha propuesto a las Iglesias de todo el mundo, la familia de los hijos de Dios tiene mucho que decir al mundo de hoy, mucho que ofrecer para el bien de todos. Y agradecidos al Señor por el don del Beato Jan Macha, cuya preciosa sangre ha vuelto a bañar esta gloriosa tierra de santos, nos encomendamos a la maternal intercesión de la Reina de Polonia, María la Virgen Madre de Dios. “Imitemos la misma devoción de nuestro nuevo Beato – concluyó el Purpurado – que en sus días de prisión tejió un cordón para rezar el Rosario. En María, junto con él, contemplamos la imagen de lo que deseamos y esperamos ser en la Iglesia”.
Gracias por haber leído este artículo. Si desea mantenerse actualizado, suscríbase al boletín pulsando aquí