Un recuerdo del cardenal Foley a diez años de su fallecimiento
Thaddeus Jones - Ciudad del Vaticano
Hoy se cumple el décimo aniversario de la muerte del cardenal John Patrick Foley, que estuvo al frente del Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales durante 23 años. San Juan Pablo II lo llamó a Roma en 1984 para que asumiera la dirección hasta 2007, cuando Benedicto XVI lo nombró Gran Maestre de la Orden Ecuestre del Santo Sepulcro de Jerusalén, creándolo cardenal ese mismo año. Tras alcanzar la edad límite para presentar su dimisión, regresó a su Filadelfia natal en Estados Unidos en 2011, donde falleció el 11 de diciembre de 2011 tras luchar contra la leucemia. Su funeral fue presidido por el cardenal Timothy Dolan, arzobispo de Nueva York, en la Catedral Basílica de los Santos Pedro y Pablo de Filadelfia, cuya cripta alberga ahora la tumba del cardenal Foley.
John Patrick Foley es recordado con afecto por todos los que conoció durante sus años de servicio a la Santa Sede. Todos recuerdan su gran bondad como sacerdote solidario, su profunda espiritualidad, su integridad, su sentido del humor, pero sobre todo su competencia como periodista profesional. Los periodistas que trabajaban en los medios católicos y laicos le conocían como un amigo, como alguien que entendía su trabajo, apreciaba sus retos y trataba de cumplir los plazos cuando le pedían entrevistas o comentarios.
Un legado duradero del ministerio y la labor pastoral del cardenal Foley en materia de comunicación es su compromiso con la animación en todo el mundo, reuniéndose con periodistas católicos y también con los que trabajan en los medios de comunicación seculares, durante sus viajes y también en reuniones y conferencias en Roma. Fue un gran defensor del compromiso de la Iglesia a través de los medios de comunicación, reconociendo su importancia fundamental en formas que ahora se dan por sentadas. Inspiró a miles de trabajadores con su aliento, entusiasmo y respeto por su trabajo, instándoles siempre a aspirar a los más altos niveles de periodismo.
Su último encuentro con los periodistas, apenas seis meses antes de su muerte, tuvo lugar en 2011 en la ciudad estadounidense de Pittsburgh, en la Convención Anual de Medios Católicos. Ya estaba demasiado débil para estar de pie, pero pronunció su discurso desde una posición sentada, con humor y franqueza, llenando el texto preparado con historias que inspiraron e hicieron sonreír a los presentes. En su discurso, casi como si fuera su testamento, les animó a considerar sagrado su trabajo, una llamada muy importante a la verdad y al respeto, diciendo: "Todos ustedes tienen un vínculo especial con las personas con las que se comunican. Les deben respeto. Deben tratarlos con dignidad. Deben desafiarlos a la bondad. Tienen una gran oportunidad de influir en la vida de los demás. Ellos se fijan en ustedes. Buscan en ustedes información, formación e inspiración. Por favor, nunca dejen de darles este tipo de estímulo... este vínculo sagrado que debe existir entre ustedes y sus oyentes y sus espectadores". Concluyó diciendo: "Gracias por todo lo que han hecho por la Iglesia y por nuestra gente católica. Que sigan siendo instrumentos del amor de Dios, de la verdad de Dios y de la gracia de Dios en un mundo que seguramente lo necesita. Gracias, que Dios los bendiga".
Durante ese encuentro, el cardenal Foley rindió especial homenaje a la labor del Catholic News Service, la agencia de noticias católica fundada por los obispos estadounidenses en 1920, que tiene su sede en la Conferencia Episcopal de Estados Unidos en Washington, D.C. Cindy Wooden, jefa de la oficina de Roma de Catholic News Service y que conoció al cardenal Foley durante más de dos décadas, recuerda cómo influyó e inspiró a periodistas como ella.
"El cardenal Foley era amable, honesto, contaba chistes que te hacían reír, pero siempre era un sacerdote. Se preocupaba por las personas en primer lugar. Así que si acudías a él para una entrevista, primero te preguntaba por ti y por tu familia y por lo que ocurría en tu vida". Es esta humanidad mostrada por el Cardenal Foley, su respeto por cada persona que conoció, lo que todos recuerdan. Al mismo tiempo, se tomaba en serio el periodismo como una vocación que requiere profesionalidad, honestidad y compromiso. Cindy Wooden recuerda que "abrazó el periodismo como una profesión noble. La intención era informar a la gente, aunque las noticias fueran malas. Sus artículos nunca fueron sobre él, ni sobre su opinión, ni sobre sus preferencias. Se trataba de la verdad y de las personas afectadas. También lo era el respeto que mostraba a todo aquel que se acercaba a hablar con él, la preocupación que mostraba en los artículos que escribía y el tipo de periodismo que defendía".
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