Domingo de la Palabra, Fisichella: "Una semilla para llevar al mundo"
Eugenio Bonanata y Daniele D'Elia - Ciudad del Vaticano
Dos personas de la Amazonia recibirán el ministerio de Catequista durante la celebración que el Papa Francisco presidirá en la Basílica de San Pedro con motivo del Domingo de la Palabra de Dios, el 23 de enero.
"Es una manera de dar seguimiento al Sínodo sobre la Amazonia, que pidió que se incrementara la labor de evangelización en esa tierra", explica monseñor Rino Fisichella, presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización.
Al hablar del nombramiento litúrgico, el prelado señaló que Francisco instituirá a un total de quince personas en los ministerios de Lector y Catequista. "Son jóvenes, hombres y mujeres de Corea, Polonia, Italia, España, África". En resumen, todo el mundo está representado. Sin embargo, subrayó Fisichella, "es sobre todo la Iglesia la que recibe una vez más el signo de que la Palabra de Dios es una semilla que debe ser llevada al mundo".
La responsabilidad de los creyentes
Y ésta es precisamente la dimensión central de la jornada, que nace para dar a conocer las Sagradas Escrituras: "Responsabilizar a los creyentes en el proceso de transmisión viva de la Palabra de Dios" -dice el prelado- que mira en particular a las familias y a los niños.
"Nos hacemos responsables -explica- en la medida en que logramos hacer entender que la Palabra de Dios toca nuestras vidas, y en la medida en que logramos poner la Sagrada Escritura en manos de nuestros jóvenes y familias, acompañados también de la reflexión que la Iglesia ha hecho siempre sobre el tema, logrando transmitirla hasta nosotros".
La Palabra, depósito de nuestra fe
Fisichella, en este punto, identifica la preocupación de los cristianos de hoy. Y para ello cita a San Jerónimo, que decía que "la ignorancia de las Escrituras es la ignorancia de Cristo". "El anuncio de la Palabra de Dios, la profundización, la formación de los creyentes es más urgente que nunca en este momento de la historia".
Esta es, pues, la razón del libro que el Papa regalará al final de la celebración y de los subsidios puestos a disposición por el Dicasterio Vaticano: son instrumentos para acompañar a cada comunidad en la vivencia de la fiesta del domingo. "Un signo -observa monseñor Fisichella- para recordarnos que la Palabra de Dios se escribe, pero también se transmite, se piensa, se repiensa y se reza. Y que todo esto constituye el depósito de nuestra fe".
Un proceso posible que se traduce en un proyecto formativo concreto que el prelado resume en un antiguo principio: el de la "Sagrada Página", o mejor dicho, el de una lectura de la Palabra eclesial hecha en comunión con la experiencia viva de la Iglesia.
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