Turkson: "Cuidar a enfermos es prestar nuestras manos a la misericordia de Dios"
Adriana Masotti - Ciudad del Vaticano
Este año el cardenal Peter Turkson presidió la celebración, en la Basílica de San Pedro, de la misa con ocasión de la XXX Jornada Mundial del Enfermo sobre el tema "Sed misericordiosos, como vuestro Padre es misericordioso". La Jornada se celebra en recuerdo de la aparición de la Santísima Virgen María en Lourdes que, según dijo el cardenal en su homilía, dio al mundo un "signo de la misericordia de Dios que acompaña a la humanidad sufriente en su camino por la vida".
Consolación es ofrecer tu presencia a los que sufren
"Dejarse atraer y guiar por la lógica de la misericordia de Dios", observó el cardenal, "significa regresar el corazón a la opción cristiana ya que experimentando la misericordia del Señor se aprende a tener misericordia". En este sentido, el purpurado se refirió a la primera lectura del libro del profeta Isaías, donde el consuelo de Dios es como el de una madre:
"Como una madre consuela a su hijo, así os consolaré yo". Al respecto, Turkson explicó que consolación y consuelo significan "animar, exhortar, alegrar".
La consolación -continuó Turkson- es un servicio prestado a las personas, en el cual la persona que consuela ofrece el don de su propia presencia a quienes en ese momento están viviendo una situación de fragilidad", acogiendo sus sentimientos en su interior. Y lo hace inspirándose y tomando fuerza del Dios que siempre en la historia se ha hecho cercano a la humanidad, convirtiéndose así también en testigo "de las obras de Dios realizadas en la vida de los suyos".
Las manos del personal sanitario, un signo de la misericordia de Dios
De generación en generación se extiende la misericordia de Dios, recordó el cardenal, y lo celebramos esta mañana, como en todas partes, cuando los pastores y los fieles "invocan el nombre del Señor para ungir a los enfermos y a las enfermas".
Así, en los hospitales, en las residencias de ancianos, en los hospicios y en todos los lugares donde se atiende a las personas más frágiles. En estos lugares, ser misericordioso "adquiere un significado especial para todos los trabajadores de la salud", a los que el Papa Francisco presta tanta atención y a los que recuerda:
"Vuestras manos tocando la carne sufriente de Cristo pueden ser un signo de las manos misericordiosas del Padre". La misericordia es un bálsamo de vida- concluyó el purpurado- y gracias al Espíritu Santo podemos convertirnos en "bálsamos de vida para los demás".
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