Guerra en Ucrania. Cardenal Tagle: ningún arma puede matar la esperanza
Alessandro Gisotti
Bajo las bombas, pero trabajando sin parar. Así es como los trabajadores de Cáritas están llevando ayuda a los necesitados en Ucrania, devastada por la agresión militar rusa. A pesar de las dificultades sobre el terreno, Cáritas Ucrania y Cáritas-Spes Ucrania siguen atendiendo a la población. Desde el comienzo del conflicto, se ha prestado asistencia a más de 160.000 personas. Estos van desde la distribución de alimentos hasta la provisión de refugio, pero también la asistencia psicológica. Todas las organizaciones de Cáritas en Europa, y en particular en aquellos países -como Polonia, Rumanía, Moldavia, Hungría y Eslovaquia- que han recibido el mayor número de refugiados que huyen de la guerra, también han realizado esfuerzos extraordinarios. Pedimos al Presidente de Caritas Internationalis y Prefecto de "Propaganda Fide", Luis Antonio Tagle, que se detenga en este compromiso en un mundo que, apretujado entre pandemias y conflictos, tiene dificultades para mirar al futuro con confianza.
Cardenal Tagle, desde hace dos años la humanidad se enfrenta a la pandemia del Covid-19. Ahora la guerra en Ucrania, desatada por Rusia con el temor -de muchos- de un nuevo conflicto mundial. ¿Dónde podemos encontrar la esperanza ante un tiempo que parece tan angustioso?
Como cristianos debemos confiar en que la esperanza está siempre en Dios. En este tiempo de Cuaresma, la Iglesia -a través de las lecturas- nos invita a renovar nuestra esperanza en Jesucristo. Y esta esperanza significa el triunfo del amor, de la misericordia. Ahora estamos viendo concretamente los signos de esta esperanza. Ninguna pistola puede matar la esperanza, la bondad del espíritu en una persona humana. Hay muchos testimonios al respecto. La esperanza en Jesucristo y en su resurrección es verdadera y puede verse en el testimonio de tantas personas.
En el Ángelus del domingo pasado, el Papa Francisco habló de "una agresión militar inaceptable". El 6 de marzo dijo que esto "es una guerra", no "una operación militar especial". Como filipino, y por tanto no europeo, ¿qué emociones siente ante una guerra en el corazón de Europa?
En primer lugar, la tristeza. Me siento triste viendo las fotos, escuchando las noticias y estando cerca de este lugar donde hay guerra. Me siento triste y también un poco confundido, ¡porque la humanidad no ha aprendido las lecciones de la historia! Después de tanta guerra y destrucción, ¡seguimos siendo tan duros de corazón! Cuando escucho las historias de mis padres, que vivieron la Segunda Guerra Mundial, no puedo imaginarme, ¡ni siquiera imaginarme! - la pobreza, el sufrimiento que soportaron. Esa generación todavía lleva las heridas de la guerra en su cuerpo y todavía tiene un estado de ánimo herido. ¿Cuándo, cuándo aprenderemos? Estos son mis sentimientos. Esperamos realmente aprender de las lecciones de la historia.
Caritas Internationalis nació hace 70 años para hacer frente a las necesidades humanitarias surgidas de la Segunda Guerra Mundial. En la actualidad, ¿cuál es el mayor reto de la red Cáritas en relación con el conflicto de Ucrania?
Me parece que el mayor reto de la red, de la familia Cáritas, está inscrito en su misión. La misión es siempre recordar al mundo que todo conflicto, toda catástrofe tiene un rostro humano. La respuesta de Cáritas es siempre humanitaria. Por ejemplo, el conflicto de Ucrania y otros países del mundo suelen presentarse como conflictos políticos y militares, ¡pero se olvidan de las personas! Con nuestra misión, Cáritas recuerda al mundo que la guerra no es una cuestión militar o política, sino ante todo una cuestión humana.
El pueblo ucraniano está dando un increíble testimonio de valentía, mientras que los países vecinos -en particular Polonia y Rumanía- están ofreciendo un testimonio de solidaridad excepcional. ¿Qué lección podemos aprender nosotros, que estamos "cerca" pero todavía lejos de esta guerra en Ucrania?
Debemos agradecer el testimonio de las personas de Ucrania y de otros países vecinos, y también de los más lejanos, que están enviando ayuda y ofreciendo asistencia. La lección para mí es ésta: en el desierto de la violencia, la persona humana tiene la capacidad de ser buena. La lección para mí es que incluso en una situación mala como la guerra, puede surgir una humanidad mejor. Pero hay un reto: la formación del corazón, de la mente. ¿Cómo empiezan los conflictos? En el corazón, en las decisiones de las personas. La lección está en la forma en que las familias forman a sus hijos en los valores del respeto a los demás, de la escucha, de la compasión, de la elección de un camino de justicia, del diálogo en lugar de la venganza, de la violencia.
¿Hay alguna historia, alguna imagen de esta guerra -estamos conociendo y viendo tantas- que le haya impactado de manera particular, que represente de alguna manera el dolor, pero también la fuerza, la bondad de la gente?
Es difícil elegir, pero quizás como cristiano y obispo, las imágenes que más me han impactado son las de personas rezando. Esta fe de las madres arrodilladas ante el Sacramento. La oración, la red de oración que une a la humanidad, es para mí un signo de esperanza a pesar de la guerra. El Señor está con nosotros. El Señor ama a su familia.
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