Krajewski: Los refugiados ucranianos agradecidos a Europa por la ayuda
Alessandro De Carolis - Ciudad del Vaticano
La solidaridad se mueve a lo largo de las carreteras que las bombas amenazan, donde llevar cajas de comida y paquetes de medicinas puede ser un viaje sin retorno. Es una solidaridad sostenida por el corazón de Francisco, que ha decidido -en una zona como Ucrania, donde el combustible empieza a costar una pequeña fortuna- contribuir a los gastos de los grandes vehículos que avanzan, cargados de ayuda, hasta donde un camión corre el riesgo de chocar con un tanque de guerra. La noticia llega desde los alrededores de Leópolis, donde el "brazo" de esta cercanía, el cardenal Konrad Krajewski, llegó tras una parada en Polonia, en medio del océano de refugiados que sigue creciendo. El limosnero pontificio cruzó la frontera ucraniana, vio y relata a los medios de comunicación vaticanos el impresionante esfuerzo realizado por la seguridad relativa de Leópolis, para llegar incluso a los que todavía están bajo la trayectoria de los misiles y luchan o se les impide emprender la huida entre las orillas de los corredores humanitarios demasiado frágiles.
Donación de gasóleo
"Estoy en los alrededores de Leópolis, por razones de seguridad no diremos dónde", dice el cardenal. "Aquí es donde llegan las grandes ayudas de la Comunidad Europea a través de Polonia. Todo se descarga en grandes depósitos y de aquí salen los camiones hacia Kiev, hacia Odessa, hacia el sur del país". La buena noticia, dice el cardenal Krajewski con satisfacción, es que "toda esta ayuda sigue llegando a su destino, a pesar de los bombardeos". Así se lo han confirmado los obispos de Kiev, Odessa, Karkhiv y el mismo nuncio apostólico, con quien está en contacto. Y es en este sentido, que el apoyo del Papa ha sido especialmente práctico: "Aquí tienen dificultades para encontrar gasóleo y por eso, a través de la Limosinería, el Santo Padre ha pagado muchos viajes de los camiones, de los grandes camiones que traen la ayuda humanitaria a Ucrania".
Muchos credos, la misma oración
Ayer, en Leópolis, el limosnero del Papa se reunió también con el arzobispo greco-católico Sviatoslav Shevchuk y mañana el cardenal Krajewski compartirá un momento de oración con él y con los líderes de las distintas confesiones que tengan la posibilidad de hacerlo. "Sabemos que la fe -dice- puede mover montañas, así lo leemos en el Evangelio, y estamos seguros de ello. Creo que lograremos detener esta guerra precisamente con nuestra oración, con nuestra fe".
Con Europa en el corazón
Solidaridad y oración que juntas dan aliento a la esperanza. La esperanza a pesar de todo es un estímulo evidente en muchos ucranianos que han dejado su hogar y tienen la intención de regresar. Una constatación que en el epicentro del éxodo es tan inmediata como tocar la carne viva. Aquí - refiere el limosnero pontificio - cada cinco minutos veo llegar a los refugiados de la parte oriental de Kiev. La mayoría son mujeres con hijos. Algunos quieren entrar en Polonia, quieren estar cerca de la frontera, pero hay quienes se han trasladado aquí a Leópolis -aquí todavía no hay guerra, aunque es muy peligroso- y están esperando la liberación, están esperando volver". Leópolis, dice, tiene ahora "medio millón de habitantes más". Las escuelas, las parroquias, cualquier metro cuadrado disponible es su casa temporal. "Allí donde hay un pequeño espacio, está ocupado por refugiados que rezan, que tienen esperanza, que agradecen de verdad a la comunidad europea que les trae tantos dones, que está cerca de ellos, que reza por ellos". La tragedia ha producido una semilla, constata el cardenal Krajewski: "Nunca antes se habían sentido tan unidos: ya se sentían parte de Europa, a través de estos gestos humanitarios ahora se sienten parte integrante de ella".
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