El Dispensario Santa Marta, un siglo de solidaridad
por Giampaolo Mattei
¿Cómo se celebran cien años de servicio a los pobres? No hay tiempo ni espacio para la autocelebración, como para decir "mirad qué buenos somos", ni para una lista de obras y estadísticas. Los cien años se celebran mirando no al pasado sino al hoy, reencontrándose -en comunidad- para la celebración de la misa y luego, con un vaso de naranjada y un bocadillo, para tender en fraternidad la red de caridad concreta para el día siguiente: ese niño necesita una cita con el dentista y su madre un chequeo ginecológico...
Esta es la "fotografía" de la comunidad del Dispensario Pediátrico Santa Marta, que en la tarde del domingo 22 de mayo conmemoró cien años de servicio al estilo de la sobriedad y la familia. Con la misa en la Basílica de San Pedro. Y luego, en la sencillez, con un momento de convivencia entre las familias pobres asistidas, los voluntarios y los benefactores.
La misa fue presidida en el altar de la Cátedra por el cardenal Konrad Krajewski que, como limosnero de Su Santidad, es presidente de la Fundación del Dispensario. Concelebraron con él su predecesor, el arzobispo Guido Pozzo, y cinco sacerdotes que colaboran en el servicio de la caridad.
Justo al comienzo de la celebración, el cardenal Krajewski agradeció a la hermana Antonietta Collacchi -directora del dispensario durante diez años- su servicio. Y presentó a la nueva directora, Sor Anna Luisa Rizzello, que relanzó así la presencia misionera de primera línea, desde el primer día, de las Hermanas Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl.
"Recordar a los niños que acogemos que son amados por Dios": este es el sentido más auténtico de la misión del Dispensario en las palabras que el P. Francesco Mazzitelli, responsable de la oficina de la Limosnería Apostólica, pronunció en su homilía. "Hacer sentir la maternidad de la Iglesia", concluyó, y también ayudar a cada persona a "sentirse hijo". Las canciones de la celebración fueron interpretadas por los niños del Mini Coro de Rovereto, que también interpretaron la canción La gioia dei bambini (La alegría de los niños), dedicada precisamente al centenario.
Verdadero centro de orientación familiar, el Dispensario comenzó esta labor de atención a los niños pobres y sus familias en 1922, con la bendición de Pío XI, distribuyendo leche en polvo. Hoy en día hay 420 pequeños que, con sus madres, son atendidos gratuitamente por médicos voluntarios. Es un servicio cada vez más completo y atento a las necesidades reales de cada uno, con especial atención a las familias extranjeras que no disponen de asistencia sanitaria en Italia.
Y ahora también hay un elocuente signo extra en el edificio del Dispensario, junto a la entrada del Perugino: la escultura de la Virgen que acoge al Niño, bendecida el pasado miércoles por el Papa Francisco, "vecino de casa".
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