Monseñor Nwachukwu: diálogo interreligioso para vivir como hermanos
Anna Poce - Ciudad del Vaticano
"En un momento en el que el sentimiento de pertenencia a una única familia humana está desvaneciendo y el mundo se presenta fragmentado y desgarrado por las divisiones, este encuentro ofrece la oportunidad de reflexionar sobre cómo el diálogo intercultural e interreligioso puede ayudar a superar los retos comunes a los que se enfrenta la humanidad". Fueron las palabras de Monseñor Nwachukwu, en su intervención ayer en Málaga, en la reunión de expertos dedicada al "Plan de Acción sobre el compromiso intercultural e interreligioso como catalizador para prevenir conflictos y promover la paz", a la que también asistieron la Liga Musulmana Mundial y el Congreso Judío Mundial. Sólo "a través de un diálogo interreligioso sincero -dijo el prelado- es posible redescubrir el sentido fraterno de del vivir juntos, comprender la diversidad que existe entre nosotros, desactivar las situaciones de violencia y vivir como hermanos".
Para subrayar lo fundamental y necesario que es que todos se esfuercen en la educación de sus hijos, Monseñor Nwachukwu recordó un proverbio de su país, Nigeria, que dice: "Se necesita un pueblo para criar a un niño". "Podríamos decir", añadió, "que el pueblo aquí es nuestras religiones, y nuestro hijo es la humanidad". Por ello, las religiones, según el prelado, "tienen el deber de mostrar el camino en un mundo en el que la confrontación y la dominación prevalecen sobre las consideraciones del bien común".
Diálogo interreligioso para fomentar la paz
En este sentido, recordó cuando, durante su viaje a Irak el año pasado, el Papa "sugirió volver a nuestras raíces comunes, a las fuentes de la obra de Dios, al origen de nuestras religiones", señalando que "la hostilidad, el extremismo y la violencia no provienen de un corazón religioso: son traiciones a la religión" y que "nosotros los creyentes no podemos permanecer en silencio cuando el terrorismo abusa de la religión". "El Papa Francisco -añadió- a través de sus viajes apostólicos y sus acciones más que simbólicas, ha subrayado el papel inextricable entre el diálogo interreligioso y la promoción de la paz". Un diálogo que, para dar sus frutos, "implica en primer lugar un firme sentido de la propia identidad, pero también el valor de abrirse a los demás con el deseo de escuchar, apreciar y defender la humanidad, los derechos y las libertades fundamentales de los demás, incluida la libertad religiosa".
Para contrarrestar el extremismo y prevenir la incitación a la violencia -señaló el nuncio apostólico- es bueno centrarse en la educación, pero es igualmente importante -continuó- que los líderes religiosos condenen la violencia, y especialmente el uso, o más bien el "abuso", de la religión para llevar a cabo o apoyar, activa o pasivamente, ataques violentos. La religión, de hecho, como afirmó el Papa, "por su naturaleza, debe estar al servicio de la paz y la fraternidad". El nombre de Dios no puede utilizarse para justificar actos de asesinato, exilio, terrorismo y opresión".
Colaboración interreligiosa
De ahí la importancia de la colaboración interconfesional, que "puede y debe promover los derechos humanos fundamentales de todas las personas, en todo tiempo y lugar del mundo". Todos somos miembros de la única familia humana y, como tales", dijo el prelado, "tenemos los mismos derechos y responsabilidades como ciudadanos de nuestra casa común. Recordemos siempre que las raíces comunes de la humanidad son la base de nuestra cooperación y del diálogo".
Ante los numerosos desafíos que la humanidad está llamada a afrontar, el Observador Permanente de la Santa Sede ante la ONU en Ginebra subrayó que todos estamos llamados "a cultivar y promover el respeto de la dignidad intrínseca de cada persona y a fomentar una cultura del encuentro y de la apertura al otro, en el respeto mutuo". Y como corresponde a los líderes de todas las religiones "difundir entre sus miembros los principios éticos y los valores inscritos por Dios en el corazón de todo ser humano", y hacer frente a las ideologías que explotan el malestar social y fomentan el odio presentando a los hermanos como enemigos.
Recordando a las víctimas del extremismo y de las graves y sistemáticas violaciones de los derechos humanos, también a causa de su identidad religiosa, Monseñor Nwachukwu señaló que las religiones también pueden enseñar "que el perdón y el respeto de los derechos humanos son siempre posibles".
Por último, Monseñor Nwachukwu concluyó su discurso invitando a todos, en este "momento de crecientes tensiones internacionales", a transformar "los lugares de odio y conflicto en lugares de sanación y reconciliación, los lugares de destrucción en lugares de vida renovada, para llegar a una sociedad en la que la cultura de la paz y la coexistencia armoniosa se conviertan en la norma y no en la excepción".
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