Consistorio para la creación de 20 nuevos cardenales y 2 santos para la Iglesia universal
Vatican News
(Última actualización: 27/08/2022, 14:00)
Este sábado 27 de agosto, el Papa Francisco preside el Consistorio ordinario público, el octavo de su pontificado, en el cual creará 20 nuevos cardenales, 16 de ellos menores de ochenta años, y por tanto electores en un futuro Cónclave, y cuatro no electores, al haber superado este umbral de edad. Una característica de este Consistorio es que será "mixto", es decir, en él se crearán 20 nuevos cardenales y, al mismo tiempo, se votarán las causas de canonización de dos beatos. Otra particularidad es que este Consistorio, es celebrado en un periodo inusual como el de agosto, que no termina en una ceremonia, sino que, continúa la próxima semana con el encuentro de los Purpurados y el Papa para reflexionar sobre la “Praedicate Evangelium”, la Constitución Apostólica que reforma la Curia Romana.
El rito de creación de los nuevos cardenales
El rito del Consistorio, durante el cual el Papa impondrá el birrete rojo a los nuevos cardenales, les entregará el anillo y les asignará el Título o Diaconía, se celebrará por la tarde a las 16 horas en la Basílica de San Pedro. Comenzará con el canto de "Tu es Petrus" y unas palabras de agradecimiento al Santo Padre por parte del cardenal que ocupa el primer lugar de la lista. A continuación, el Papa pronunciará la fórmula de creación de los nuevos cardenales, que jurarán fidelidad y obediencia al Papa y a sus sucesores "hasta el derramamiento de sangre". Uno a uno, se acercarán a la sede del Pontífice para recibir de rodillas los símbolos del cardenalato: solideo rojo, birrete, anillo, la bula con la asignación del Título/Diácono. Cada uno de ellos recibirá el abrazo de la paz de Francisco, gesto que será replicado inmediatamente después por el Cardenal Decano, el primero de los Cardenales Presbíteros y el primero de los Diáconos, en representación de todo el Colegio Cardenalicio.
Conformación del Colegio Cardenalicio tras el consistorio
Luego del Consistorio de este sábado 27 de agosto, el Colegio Cardenalicio queda compuesto por 226 cardenales, de los que 132 son electores en el caso de un eventual cónclave y 94 son no electores.
En este consistorio, Francisco crea 20 nuevos cardenales: de ellos, 16 son electores y 4 no electores.
Se encuentran 7 religiosos, de los que hay 5 electores y 2 no electores. En el Colegio Cardenalicio, ingresan 3 familias religiosas: los eudistas, el Instituto Missioni Consolata y los Legionarios de Cristo. Los más numerosos son salesianos: 10.
Hay 4 nuevos países representados: Mongolia, Paraguay, Singapur y Timor Oriental. En total, los países representados son 89.
Un total de 112 cardenales vivos han sido creados por Francisco desde el inicio de su pontificado.
La votación para las canonizaciones
Al rito de creación de hoy le seguirá el Consistorio público ordinario para la votación de la canonización del beato Juan Bautista Scalabrini, obispo de Piacenza, fundador de la Congregación de los Misioneros de San Carlos y de la Congregación de las Hermanas Misioneras de San Carlos Borromeo, más conocidas como los Scalabrinianos, y de Artemide Zatti, laico profeso de los Salesianos. El cardenal Marcello Semeraro, prefecto del Dicasterio para las Causas de los Santos, leerá la Peroratio y presentará brevemente las biografías de los beatos. A continuación, el Papa expresará la valoración de los votos y anunciará el día de las canonizaciones. Al final, saldrá de la Basílica por la Puerta de la Oración con los nuevos cardenales, para dirigirse -como ha ocurrido los años anteriores - al Monasterio Mater Ecclesiae, en los Jardines Vaticanos, para visitar y saludar al Papa emérito Benedicto XVI.
Juan Bautista Scalabrini: padre de los migrantes
Fue beatificado el 9 de noviembre de 1997 por un Papa que le precedió en el camino de la santidad, Juan Pablo II, pero finalmente Juan Bautista Scalabrini será pronto también un santo, como lo es ya en el corazón de quienes le rezan desde hace tiempo como patrón de los emigrantes. "Hay que subrayar los sentimientos que el beato Scalabrini tenía hacia los que emigran", informa el postulador general de los Scalabrinianos, el padre Graziano Battistella, "una emoción que se transforma en acción y en las numerosas iniciativas emprendidas en su favor".
La llamada y la obediencia de Juan Bautista
Juan Bautista nació en 1839 en la diócesis de Como y en su familia aprendió desde pequeño a amar el Crucifijo y la Eucaristía, a rezar el Rosario, hasta el punto de que uno de sus juegos favoritos con sus compañeros era fingir que celebraba la misa y daba homilías. Una vez que creció, lo que era sólo un juego se convirtió en su vida. A los 18 años, ingresó en el seminario; se ordenó sacerdote en 1863 e inmediatamente anunció a sus seres queridos que partiría como misionero: la llamada a partir para evangelizar era fuerte, para convertirse en lo que hoy llamamos Iglesia saliente. Pero su voluntad chocó con la de su obispo, que en cambio lo quería en Como: su Iglesia saliente estaría aquí. Y no sólo eso. "La misión es algo que involucra a toda la Iglesia; todos los creyentes estamos llamados a ser misioneros", explica el postulador, "Scalabrini también realizó dos largos viajes muy importantes: a Estados Unidos en 1901 y a Brasil y Argentina en 1904. El joven sacerdote obedeció a su obispo y así, en poco tiempo, pasó de la enseñanza al rectorado del seminario menor de la ciudad. Se le confió la parroquia suburbana de San Bartolomé, donde en sólo cinco años reorganizó la escuela, se ocupó de la formación de catequistas, visitó a los enfermos y a los ancianos, fundó un oratorio para niños y un jardín de infancia, e inspiró la fundación de una sociedad de ayuda mutua para la escasez de mano de obra. En 1876, con sólo 36 años, fue nombrado obispo de Piacenza, ciudad en la que permanecería hasta su muerte.
Juan Bautista: "Hazme santo, hoc est omnis homo"
En 1987 Juan Pablo II reconoció sus virtudes heroicas mediante la promulgación de un decreto, mientras que el proceso de su beatificación tuvo lugar entre 1994 y 1995. La ceremonia tuvo lugar en la Plaza de San Pedro dos años después y la conmemoración litúrgica se fijó en el día de su nacimiento en el cielo. El pasado 21 de mayo, el Papa Francisco, comprobando que el ejemplo del beato Scalabrini sigue vivo y que son muchos los signos de su intercesión a favor de las situaciones difíciles relacionadas con el tema de los migrantes, convocó un consistorio para su canonización con la dispensa del segundo milagro, como ya había ocurrido con Juan XXIII.
Artemide Zatti, el enfermero de los pobres
Un emigrante de Emilia en Argentina, enfermero a su pesar, pero más popular y solicitado por los pacientes de su hospital que cualquier médico. Todo esto y mucho más es el beato Artemide Zatti, pronto santo, ejemplo de caridad y sacerdote fracasado: "Signo vivo de la compasión y de la misericordia de Dios por los enfermos", lo definió el postulador general de los salesianos, el padre Pierluigi Cameroni. La figura del coadjutor salesiano parece casi como si Don Bosco se la hubiera cosido: es un religioso no consagrado que profesa los mismos votos de caridad, castidad y obediencia y comparte la vida comunitaria. La única diferencia, por tanto, es entre el estado clerical y el laico, pero ninguna diferencia en el campo de la perfección cristiana y del apostolado. O de la aspiración a la santidad, evidentemente.
Amor por Don Bosco, María Auxiliadora y la Providencia
Artemide llegó desde la provincia de Reggio Emilia, en Argentina, cuando sólo tenía 17 años, en 1897. Su familia, como muchas otras, se vio empujada a cruzar el océano por el hambre, la pobreza y la falta de esperanza. Instalado en Bahía Blanca, comenzó a asistir a la parroquia local dirigida por los salesianos y aquí conoció al padre Carlo Cavalli, que se convirtió en su padre espiritual y fuente de inspiración, pero sobre todo fue quien le hizo percibir la llamada del Señor. Enamorado de la obra de Don Bosco, Artemide estaba a punto de hacer sus votos en la casa salesiana de Bernal cuando contrajo la tuberculosis de un cohermano y esto echó por tierra todos sus planes. Don Cavalli le sugirió entonces que rezara a María Auxiliadora, prometiéndole, una vez curado, dedicarse a los enfermos. Artemide aceptó y así renunció a su vocación sacerdotal, marchando a la casa salesiana de Viedma, donde se desempeñó como ayudante en el hospital misionero. "Su grandeza no estuvo en aceptar, sino en elegir el plan que Dios tenía para él", continúa explicando el postulador, "y la radicalidad evangélica con la que se lanzó a seguir a Cristo, con el espíritu de Don Bosco, es decir, sin que le faltara nunca la alegría y la sonrisa que da el encuentro con el Señor".
Artemide: enfermo entre los enfermos
Es un día cualquiera de 1950 cuando Artemide se cae de una escalera. Desde hace algún tiempo tiene un extraño dolor de espalda del que ha surgido una sospecha que pronto se confirmará: tiene un tumor. Una vez más la enfermedad, esa aflicción humana que había perseguido, combatido y curado en otros durante toda su vida, le golpeó en persona, dándole una vez más la vuelta a la tortilla. Primero fue la tuberculosis la que le impidió ser sacerdote, ahora esto. Sería la última vez, Artemide se dio cuenta inmediatamente, pero siguió trabajando como si nada, rodeado del amor de su comunidad y de la gratitud de miles de personas hasta el final de su vida, que llegó el 15 de marzo de 1951.
El primer coadjutor salesiano no mártir elevado a los honores de los altares, fue beatificado por San Juan Pablo II el 14 de abril de 2002.
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