El gracias de la comunidad de los medios vaticanos por el don de P. Lombardi
Vatican News
Este martes 6 de septiembre, una nutrida concurrencia de hombres y mujeres que trabajan en el Dicasterio para la Comunicación o jubilados participó esta mañana en una eucaristía en la Iglesia de Santa María de Traspontina, a dos pasos de Radio Vaticana, para celebrar el 80º cumpleaños y el 50º aniversario de sacerdocio del Padre Federico Lombardi. El sacerdote jesuita se desempeñó durante mucho tiempo como director de la emisora, así como del Centro Televisivo Vaticano y de la Oficina de Prensa.
En su homilía, el padre Lombardi expresa que, “habiendo pasado más de un tercio de mi vida y más de la mitad de mi vida sacerdotal en este entorno, era justo tener la oportunidad de reunirme aquí para rezar también en estos días de aniversarios”.
Lombardi agradece al Dicasterio que organizó la ceremonia y recuerda las muchas otras veces que la comunidad de trabajadores se ha encontrado orando en esta misma iglesia en circunstancias felices y tristes. “Es Jesús quien nos reúne aquí”, sostiene, y es de Él de quien el presbítero quiere hablar a partir de las lecturas de la misa.
Frente al Crucifijo nos quedamos sin palabras
La página del Evangelio describe la escena al final de la vida de Jesús: la cruz.
El jesuita comenta que “es una escena ante la que uno se queda sin palabras. No conozco una página más impresionante de las Escrituras, no conozco una imagen más grande. A lo largo de los años me he sentido cada vez más atraído por ella, y como subyugado por ella”.
“Frente a ella no tenemos muchas palabras que decir. Debemos contemplarlo, con nuestros ojos y sobre todo con la mirada del espíritu, dejando que el misterio del amor de Dios se desvele, poco a poco, con fuerza creciente, sobre nosotros y sobre el mundo, que parece dominado -entonces y también hoy- por la muerte y el odio”.
A través de la cruz se anuncia el amor de Dios
El salmo responsorial relata "las palabras de un personaje misterioso que no ofrece holocaustos ni sacrificios a Dios, sino que se ofrece sin reservas", porque sólo desea una cosa, hacer la voluntad del Señor. Entretanto, la Carta a los Hebreos “nos explica que estas palabras ‘Vengo a hacer tu voluntad’ no son solo las palabras del salmista, sino que se realizan plenamente cuando Jesús ‘entra en el mundo’, cuando se encarna, comienza su camino con nosotros".
“Proclamar la misericordia y el amor de Dios por la humanidad es la misión de Jesús, su razón de ser. En la cruz, el corazón -en el que estaba escrita en lo más profundo la ley de la misericordia del Señor- se abre, para que lo que contenía se entregue por completo, hasta la última gota”.
Gracias por haberme permitido acompañarlos
Del corazón de Jesús fluyen en ese momento el agua y la sangre que "representan el bautismo y la eucaristía, los sacramentos a través de los cuales el amor y la gracia de Jesús nos llegan a través de la Iglesia", explica el padre Lombardi. Son los sacramentos que se nos dan "en los diversos momentos y circunstancias" de nuestra existencia a través de los sacerdotes. "Bautizar, dice el padre Lombardi, perdonar, consolar con la unción, ofrecer el pan de cada día, bendecir en la alegría y en el dolor, en la vida y en la muerte, o incluso sólo acompañar con el afecto, con la palabra de Dios o con el silencio amoroso y la mirada de Jesús sobre nuestro mundo y nuestra vida. Esto es lo que el sacerdote puede y debe hacer, y puede hacerlo en el nombre de Jesús”.
Y refiriéndose a su experiencia personal, continúa: "Me han permitido vivir algunos de ellos con ustedes, a lo largo de los años, y os estoy muy agradecido por ello. Los guardo como lo más preciado". En cuanto a los sacerdotes, el padre Lombardi habla de un "tesoro" confiado a vasijas de barro que no se rompen "sólo por la gracia de Jesús y con la ayuda y la atención de los demás". Dar gracias a Dios "por el corazón abierto de Jesús y por los sacramentos de la Iglesia" es, subrayó, "el sentido de esta celebración".
Ruffini: Todos somos un poco hijos del Padre Lombardi
"Si hoy somos tan numerosos y estamos contentos de estar aquí, es porque todos somos, de diferentes maneras, hijos del padre Federico Lombardi, hijos profesionales y espirituales que crecieron sobre sus hombros como jesuita, como periodista, como cristiano apasionado por el Evangelio que supo ser y sigue siendo maestro y testimonio de servicio desinteresado a la Iglesia y a la Santa Sede". El Prefecto del Dicasterio de la Comunicación, Paolo Ruffini, saluda así al Padre Lombardi en nombre de todos, dando contenido a un sentimiento común.
A continuación, enumeró algunas de sus características que le convertían en un regalo para los demás, como su palabra, su "estar siempre ahí", "su capacidad de escuchar, de responder, de explicar, su gentileza, su humor". Y su paciencia "una virtud de los montañeses". Ruffini continúa diciendo que de él todos hemos aprendido "la pasión por el diálogo, el interés por los que piensan de forma diferente, la curiosidad por el mundo, la ambición de intentar cambiar lo que podamos y la humildad de entender que no todo es posible" porque no todo depende de nosotros. El prefecto subraya, además, el deseo del Padre Lombardi, en la estela de San Ignacio, de pasar casi desapercibido, a pesar de no ser "un hombre de medias tintas". "El padre Federico es así, y esto es lo que nos ha enseñado: que la trinchera donde se libra nuestra batalla no está en otro lugar. Es exactamente donde estamos", concluye Ruffini.
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