Sínodo: Publicaron Documento para la Fase Continental
Sebastián Sansón Ferrari – Ciudad del Vaticano
No es un documento conclusivo ni del Magisterio de la Iglesia, tampoco el informe de una encuesta sociológica. No presenta la formulación de indicaciones operativas, de metas u objetivos, ni la elaboración completa de una visión teológica. El Documento para la Fase Continental del Sínodo (DEC), divulgado este jueves 27 de octubre, es un elemento orientativo, de trabajo, de referencia, para la nueva etapa del proceso sinodal que comenzó el Santo Padre Francisco en octubre de 2021 y se extiende hasta el 2024.
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Está compuesto por cuatro capítulos. El primero, “La experiencia del proceso sinodal”, ofrece una narración de la experiencia de sinodalidad vivida a partir de la consulta al Pueblo de Dios en las Iglesias locales y del discernimiento de los Pastores en las Conferencias Episcopales. Traza un esquema, describe las dificultades y recoge los frutos más significativos.
El segundo capítulo, titulado “A la escucha de las Escrituras”, presenta un icono bíblico (la imagen de la tienda con la que inicia el capítulo 54 del libro de Isaías) y propone una clave de interpretación de los contenidos del DEC a la luz de la Palabra. Los inserta en el marco de una promesa de Dios que se convierte en vocación para su Pueblo y su Iglesia: “¡Ensancha el espacio de tu tienda!”. Plantean que la tienda es un espacio de comunión.
En la tercera sección, “Hacia una Iglesia sinodal misionera”, articula las palabras clave del proceso sinodal (Comunión, participación, misión) con los frutos de la escucha a los fieles. Los frutos se estructuran en torno a cinco “tensiones creativas” interrelacionadas: la escucha, como apertura a la acogida a partir de un deseo de inclusión radical; el impulso hacia la misión; la corresponsabilidad de todos los bautizados para la misión; la construcción de posibilidades concretas para vivir la comunión, la participación y la misión a través de instituciones que incluyan a personas debidamente formadas y sostenidas por una espiritualidad viva; la liturgia, que permite el ejercicio de la participación y alimenta, con la Palabra y los sacramentos, el impulso hacia la misión.
Por último, el cuarto capítulo, “Próximos pasos”, considera dos horizontes temporales distintos. El primero es el de largo plazo, en el que la sinodalidad toma la forma de una “perenne llamada a la conversión personal y a la reforma de la Iglesia”. El segundo, al servicio del primero, pero a corto plazo, centra su atención en los encuentros de la etapa continental que se están viviendo.
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