Krajewski: "Le hablé al Papa de mi misión, tiene el corazón destrozado por Ucrania"
Salvatore Cernuzio - Ciudad del Vaticano
La parada del cardenal Konrad Krajewski en Lviv (Ucrania), de donde partió el 17 de noviembre para llevar generadores eléctricos y camisetas térmicas, terminó con un intercambio de mensajes con el Papa. "Al Santo Padre -dijo el cardenal polaco a Vatican News- le envié un mensaje de voz explicándole lo que hago, dónde estoy, qué he estado haciendo estos días. Inmediatamente me envió un mensaje muy largo para darme ánimos, para decirme que tiene el corazón partido por Ucrania, que está cerca y que esta presencia es tan...".
Presencia cristiana
"Estoy cansado", afirma Krajewski por teléfono, disculpándose por unas frases pronunciadas en polaco. Es un cansancio dado por jornadas exigentes, repartidas entre transportes y traslados, algunos incluso de 25 kilómetros, de colas en la frontera y también, emocionalmente, del impacto con la gente que vive el drama del frío y la oscuridad, por la falta de electricidad. Es una presencia cristiana", dice el cardenal. Incluso el Papa, dice, se lo recordaba: "Eso es lo que haría Jesús, que siempre se ponía en el lugar de la gente, que estaba enferma, que sufría. Compasión... Nosotros también debemos imitarle, este mensaje da coraje...".
Viajar a Kyiv
Tras los días en Lviv, el limosnero partió esta mañana hacia la capital, Kyiv, donde pasará las Navidades. El viaje se planeó ayer por la tarde. "No fue posible, tardamos hora y media en salir de la ciudad". A las 5 de la mañana, el cardenal subió a la furgoneta con la que recorrió y recorrerá varias zonas de guerra, para llevar las camisetas térmicas adquiridas gracias a la generosidad de tantas personas que, a través de la plataforma Eppela, han hecho posible recaudar 111.000 euros para comprar las prendas.
Una gota en el océano
"Estoy contento", dice Krajewski, recordando la misión de los últimos días, "hemos conseguido llevar tantos generadores, tantas cosas en estos días, a gente sin luz, sin electricidad, sin agua. Es una gota, pero la gota va al río y del río al mar. Debemos razonar según la lógica del Evangelio. Nosotros hacemos las pequeñas obras, las grandes son del Señor".
Tanto pecado, pero también tanta gracia
El cardenal revela también el impacto emocional de este nuevo itinerario en Ucrania, ya visitada varias veces desde la primera semana tras el estallido de la guerra. "Este viaje no es fácil, la gente está sufriendo mucho", afirma. Junto al dolor, existe, sin embargo, el consuelo de ver a tanta gente que no escatima en ayudar: "Todos los días me encuentro con los voluntarios: son extraordinarios, maravillosos. O los que abren todo en cuanto llego al almacén. Y los bomberos que vienen a cargar el coche y no les importa si es la tercera, la cuarta vez al día... Verdaderamente, donde hay pecado, también hay mucha gracia".
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