Sant'Egidio, comida con pobres y refugiados. Parolin: la solidaridad nos salva
Salvatore Cernuzio - Ciudad del Vaticano
Los casi 300 pobres, sin techo, ancianos y, este año, refugiados ucranianos que asistieron este 25 de diciembre a la comida de Navidad organizada por la Comunidad de Sant'Egidio en la Basílica romana de Santa María en Trastevere comieron lentejas y pastel de carne y recibieron cada uno un regalo personalizado. Este fue el acto de celebración del 40 aniversario del primer almuerzo, celebrado el 25 de diciembre de 1982. En ese momento había 47 personas sentadas a la mesa navideña dispuesta entre los muros paleocristianos de la basílica, en pleno barrio del Trastevere. A lo largo de los años, los voluntarios y trabajadores de Sant'Egidio han servido el almuerzo a 80.000 pobres en Italia y a 250.000 en el mundo. Esta mañana había unos 300, sentados en varias mesas con manteles rojos y estrellas de Navidad.
Los saludos del cardenal Parolin
El invitado de honor al almuerzo de este domingo ha sido el cardenal secretario de Estado, Pietro Parolin, que ha llevado a todos los presentes "el saludo y los buenos deseos del Papa Francisco". El cardenal habló de "un regreso", recordando haber asistido al Almuerzo Comunitario en 2015. "Pero siempre es una experiencia muy bonita y emocionante – dijo – ver a toda esta gente junta celebrando la Navidad, algo que llega al corazón".
Parolin expresó "el deseo de que estas experiencias puedan repetirse y multiplicarse", porque "tenemos tanta necesidad de solidaridad y amor en nuestro mundo". "La Navidad nos lo recuerda: la única solución a nuestros problemas es estar atentos y cercanos a los demás, especialmente a los que sufren y están en dificultades -dijo el Secretario de Estado-. El Papa nos da este ejemplo todos los días, intentamos seguirle de muchas maneras, pero intentamos que este mundo nuestro sea un poco mejor".
Las refugiadas Anna y Pamela y el alcalde Gualtieri
Junto al cardenal estaban Anna y Pamela, madre e hija procedentes de Siria, de Alepo para ser exactos, y en Italia desde hace un año gracias a los corredores humanitarios organizados por Sant'Egidio con la Conferencia Episcopal Italiana y las Iglesias Evangélicas. De ellos, un breve pero significativo testimonio de renacimiento e integración: "La guerra es algo muy malo, esperamos que termine pronto. Sant'Egidio nos salvó la vida, nuestro sueño era vivir en paz", dijo Anna.
Gualtieri: una idea de inclusión y acogida
"Hoy – hizo eco el presidente de Sant'Egidio, Marco Impagliazzo – estamos contentos de haber acogido a miles de personas en Italia y en todo el mundo y de habernos sentado a la mesa con ellos, porque son almuerzos en los que se confunde quién sirve y quién es servido". También intervino el alcalde de Roma, Roberto Gualtieri, quien agradeció a la Comunidad esta iniciativa que, subrayó, "aporta una idea de solidaridad, de inclusión, de acogida". Una idea fundamental que Roma debe tener en su corazón y practicar". Al final, los saludos del párroco, el padre Marco Gnavi, que saludó a algunos de los invitados. Entre ellos estaban Armando y Yolanda, de 97 años, los más ancianos de la mesa, Celeste, que vino de Nigeria, y Jubilé, que pasó muchos meses con su familia en el campo de refugiados de Lesbos.
Un mensaje de esperanza
Tras una cuenta atrás y las felicitaciones navideñas, comenzó el almuerzo. Lasaña, pastel de carne, lentejas y postres típicos navideños constituyeron la base del menú. Después, regalos (a cada uno, como en una familia, un regalo con el nombre de cada invitado), momentos de compartir y de fraternidad. "El evento de este año también pretende proclamar un mensaje de esperanza en un momento marcado por la crisis y la guerra en Ucrania", explican desde la Comunidad de Sant'Egidio. Entre los invitados, muchos eran refugiados ucranianos, la mayoría mujeres con sus hijos, que huyeron del estallido del conflicto el pasado febrero.
Iniciativas en todo el mundo y en las cárceles
El almuerzo en el centro de Roma no es el único acontecimiento navideño. En nombre de la solidaridad se organizaron muchas otras iniciativas, incluidos actos para los presos, que tuvieron lugar al mismo tiempo en un centenar de ciudades italianas y de todo el mundo. Además de Europa, también Asia, África y América Latina. Este 26 de diciembre, se celebrará un almuerzo en la prisión de Rebibbia, en el nuevo complejo. En total se sentarán a la mesa 410 reclusos.
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