Benedicto XVI, dos libros para descubrir su gran humanidad “sin instrumentalización”
Salvatore Cernuzio - Ciudad del Vaticano
Los bocadillos en el campo y las anécdotas en la cena, como la del traje y el sombrero de profesor universitario en Alemania que el sastre le había negado, confundiéndole con un estudiante. Luego, los recuerdos de la escuela en Baviera con las visitas de San Nicolás y el traje "todo dorado", los conciertos de Navidad con su hermana María y su hermano Georg, las risas "sinceras" ante los chistes, el amor por los animales, las hojas con intenciones de oración en el reclinatorio de la capilla. Y de nuevo, las charlas a las 5 de la mañana como Prefecto de la Doctrina de la Fe delante de un San Pedro desierto, la gran "amabilidad" mostrada hacia todos -colaboradores, periodistas e incluso personalidades como Giovanni Lindo Ferretti-, la decisión de renunciar al ministerio petrino tomada sin ninguna vacilación.
Más de un mes después de su muerte, "instrumentalizada -como tuvo ocasión de decir el Papa Francisco a la vuelta de su viaje a África- por gente sin ética", emergen facetas inéditas y en cierto modo íntimas del hombre Joseph Ratzinger y del Papa Benedicto XVI. El mérito es de dos libros, publicados por San Pablo: Ratzinger. La scelta, de Orazio La Rocca, antiguo vaticanista de Repubblica, e I miei giorni con Benedetto XVI, de Monseñor Alfred Xuereb, actual Nuncio en Corea y Mongolia, y durante seis años secretario personal del Papa Ratzinger.
Un diario
Los dos volúmenes han sido presentados hoy en la Sala Marconi del Palacio Pío, sede de Vatican News, por la biblista Rosanna Virgili y ambos autores: uno en persona (La Rocca); el otro (Xuereb) por videoconferencia "desde la lejana Seúl". La distancia fue salvada por la emoción del prelado maltés al enumerar los recuerdos, detalles e historias que componían su libro, que, sin embargo, definió como "un diario". "Aunque la portada lleva mi nombre, el verdadero autor es Benedicto XVI. Todo lo que he hecho es informar de sus palabras pronunciadas en privado, no cubiertas por el secreto, así como de las pronunciadas como "Pontífice".
Trabajo responsable
Para Xuereb, ese trabajo era "obligado". Es decir, era necesario que el público conociera historias "tan bellas y significativas", compartidas por el Papa "en momentos de fraternidad" que había anotado día tras día. "Sentí la necesidad de ponerlas por escrito para que no se perdieran". En el corazón del volumen, aclara el ex secretario, "no hay ninguna pretensión de imponer mi idea de Benedicto, sólo quiero decir a los lectores: aquí está, éste es el hombre que tuve el privilegio de conocer". Por tanto, en estas páginas no se revela ninguna información confidencial entre bastidores, ni frases dichas en secreto, sino sólo "la sensibilidad y el alma de un Pontífice".
Los diálogos en la Plaza de San Pedro
Es el mismo objetivo subyacente del libro de La Rocca, con el peculiar subtítulo "Yo no huí", tomado de una declaración del propio Ratzinger "en respuesta a los rumores que había intervenido para silenciar". El vaticanista relató en la Sala Marconi encuentros personales con el entonces Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, en la Plaza del Santo Oficio, donde como "un ladrón" se despertó y esperó al Cardenal alemán. "Intenté ponerme en contacto con las secretarias, me dije: basta, le esperaré debajo de casa. Encontré un gigante...". Aquel hombre que se levantaba muy temprano para ir al despacho, solo con su maletín, concedió al periodista de Repubblica momentos de diálogo para "hablar de todo": desde las relaciones con el Islam y los judíos, hasta el tercer secreto de Fátima. "Sabía quién era y me hizo grabar. Otras veces me dijo suavemente que no, o un día se levantó muy tarde -eran las 7- y me dijo: tengo que ir al dentista. Se reveló con gran humanidad y sencillez".
Humanidad y sencillez
Precisamente con estos rasgos, dijo Xuereb, le gustaría que Ratzinger fuera recordado en el futuro: "Tal como era en realidad, sin dejarse influir por falsos comentarios y alteraciones de quienes no se esforzaron lo suficiente por conocerlo de cerca". "Estoy de acuerdo con Francisco", añadió, en referencia a las declaraciones del Papa sobre la "instrumentalización" tras su muerte el 31 de diciembre de 2022: “Se entendía que alguien siempre quería instrumentalizar a las personas, personas que ya no podían hablar. Como Benedicto”.
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