El Premio Zayed a San Egidio: La "ofensiva de la paz"

Svitlana Dukhovych – Ciudad del Vaticano

La contribución a la construcción de un mundo pacífico mediante la promoción de los valores de la fraternidad humana, contribuyendo "al éxito de las negociaciones de paz y la resolución de conflictos a través de la diplomacia religiosa y el diálogo intercultural, promoviendo la paz en diferentes lugares del mundo, desde Guatemala hasta Mozambique". Esta es la motivación que impulsó al jurado del Premio Zayed 2023 a conceder el codiciado galardón a la Comunidad de San Egidio, presente actualmente en 73 países de Europa, África, Estados Unidos y Asia.

La ceremonia de entrega tiene lugar este 4 de febrero en Abu Dabi, Emiratos Árabes Unidos, con motivo del Día Internacional de la Fraternidad Humana y el cuarto aniversario del histórico Documento firmado por el Papa Francisco y el Gran Imán de Al-Azhar. Junto con la Comunidad, también se rinde homenaje a la keniana "Mama Shamsa", conocida por ayudar a los jóvenes, salvándolos de la violencia, la delincuencia y el extremismo. Ejemplos, pues, que encajan bien con la reciente invitación del Papa Francisco al jurado del 10 de enero a llevar adelante "el mensaje de la fraternidad humana".

El compromiso de San Egidio en Ucrania

La Comunidad también está realizando una importante labor en Ucrania, como subrayó el coordinador de San Egidio en el país asolado por la guerra, Yiriy Lifanse:

¿Qué hace la Comunidad de San Egidio en Ucrania en el contexto de la guerra que dura ya casi un año?

“Desde el comienzo de la guerra, toda la comunidad mundial ha comenzado a rezar por la paz en Ucrania y a expresar concretamente su solidaridad. En estos momentos recibimos ayuda de toda Europa y también de todo el mundo, y podemos enviarla hasta las ciudades más peligrosas – Kramatorsk, Dnipro, Kherson – pero también entregarla directamente a la gente en nuestros centros de ayuda de Lvov, Ivano-Frankivsk y Kiev. Ahora recibimos, al menos, de cuatro a cinco camiones de ayuda al mes, lo que es muy valioso, también porque con el tiempo este flujo puede disminuir”.

Gran parte del trabajo de la Comunidad de San Egidio está dedicado al compromiso por la paz. ¿Cómo puede uno comprometerse con la paz en un país que sigue en guerra?

“Seguimos rezando por la paz. Me resulta difícil imaginar esta paz y no sé cómo se hará realidad, pero sabemos que Dios es el Dios de la paz. Así que nos unimos en iglesias para rezar, invitando a la gente e intentando no dejar que crezcan el odio y la ira, que son muy naturales en tiempos de guerra. En la comunidad la gente encuentra el lugar de la paz, donde una persona ayuda a los demás a pesar de todos los problemas que experimenta, a pesar de las pérdidas”.

Y realmente me asombra cuando veo que la gente sale de nuestros centros diciendo: 'Gracias por su ayuda, su trabajo acerca la paz'. No es tan obvio, no es tan lógico, pero la gente ve que en un lugar de ayuda, en un lugar de oración, la paz se acerca. Y creo que, si bien hay ofensivas militares, también existen esas ‘ofensivas’ de paz que la gente busca y desea.

Personalmente, ¿cómo encuentra la paz cuando siente que surge la ira?

“Este año he experimentado la cercanía de Dios, que me lleva de la mano. Leo la Biblia y si estoy enfadado digo las palabras del Salmo, que siempre terminan con esperanza. Y a mi alrededor están mis queridos amigos, hermanos y hermanas, familia, personas que me ayudan a vivir este momento. Entiendo que lo que necesitan es mi amor, mi cercanía, y no mi enfado, que no ayuda”.

El 25 de enero, el Papa Francisco se reunió en el Vaticano con los miembros del Consejo pan-ucraniano de las Iglesias y de las organizaciones religiosas. ¿Qué opina de la visita de estos líderes religiosos que acudieron juntos a Roma? ¿Puede considerarse un signo de fraternidad?

“Esta visita fue muy apreciada porque constituyó una clara señal de la cercanía y preocupación del Papa por Ucrania. Los líderes religiosos ucranianos pudieron visitar, conocer y comprobar que el Obispo de Roma está cerca del pueblo ucraniano y por ello le dieron las gracias incluso después de su regreso. El Consejo pan-ucraniano de las Iglesias y de las organizaciones religiosas es una experiencia muy importante porque muestra cómo distintas comunidades, que a menudo tienen una relación no muy fácil en el territorio, consiguen trabajar juntas ante problemas mucho mayores”.

“Y esto me parece importante porque en los desacuerdos entre representantes de las religiones a menudo se olvida a las personas, se olvidan sus problemas. Por el contrario, es una señal, un signo de un futuro fraternal. Sin quitar diferencias, pero con una mirada a todos juntos. Y esta unión es aún más importante, aunque no elimine las dificultades y diferencias entre las personas”.