"Cristianos y musulmanes: promotores de amor y amistad"

Andrea De Angelis - Ciudad del Vaticano 

La educación de las generaciones futuras, el respeto de la diversidad sabiendo que las diferencias a veces pueden parecer una amenaza, el objetivo común de cuidar la casa común. Estos son algunos de los pasajes del mensaje del Dicasterio para el Diálogo Interreligioso en ocasión del mes de Ramadán y del ʿīd al-fiṭr. El texto, firmado por el cardenal prefecto Miguel Ángel Ayuso Guixot y el secretario monseñor Indunil Kodithuwakku Janakaratne Kankanamalage, destaca también la atención prestada a las nuevas formas de comunicación, con especial referencia a los medios sociales. 

Un mes importante para todos

El mensaje parte de un supuesto: el mes de Ramadán "es importante" no sólo para los creyentes musulmanes, sino "también para tus amigos, vecinos y creyentes de otras religiones, especialmente los cristianos". Durante este tiempo "se fortalecen las amistades existentes y se construyen otras, allanando el camino para una convivencia más pacífica, armoniosa y alegre, y todo ello "corresponde a la voluntad divina para nuestras comunidades, para todos los miembros y comunidades de la única familia humana".

Las amenazas de la cultura del odio

A continuación, el texto presenta los desafíos a los que se enfrenta hoy la comunidad internacional, desde el extremismo al radicalismo, sin subestimar las controversias, disputas y violencia por motivos religiosos. Las amenazas -se lee- están alimentadas por la cultura del odio. Es necesario, por tanto, encontrar los medios más adecuados para contrarrestar y superar esta cultura, reforzando en cambio el amor y la amistad, en particular entre musulmanes y cristianos, en virtud de los lazos que nos unen". De ahí la oportunidad de "compartir con vosotros algunas reflexiones a este respecto, esperando recibir también las vuestras". Los prelados subrayan cómo todo nace de la actitud de unos hacia otros, "en particular cuando entre nosotros existen diferencias religiosas, étnicas, culturales, lingüísticas o políticas". Aunque "las diferencias pueden ser percibidas como una amenaza", cada uno, sin embargo, "tiene derecho a su propia identidad específica con sus diferentes componentes, sin ignorar ni olvidar lo que tenemos en común". 

Agresividad social

El mensaje también hace hincapié en las "actitudes y comportamientos negativos hacia los que son diferentes de nosotros", destacando cómo desgraciadamente son numerosos, entretejidos con "sospechas, miedo, rivalidad, discriminación, exclusión, persecución, polémicas, insultos y murmuraciones, por nombrar sólo algunos". En este contexto, también "las plataformas de los medios sociales son espacios comunes para estos comportamientos nocivos, pervirtiendo su papel de medios de comunicación y amistad en instrumentos de enemistad y lucha". En este sentido, el mensaje recuerda lo que Francisco escribió en Hermanos Todos: "Así como defienden su aislamiento consumista y confortable, las personas optan por atarse constante y obsesivamente. Esto favorece el enjambre de formas insólitas de agresión, de insultos, maltratos, latigazos verbales hasta demoler la figura del otro, con un desenfreno que no podría existir en el contacto cuerpo a cuerpo porque acabaríamos todos destruyéndonos. La agresividad social -escribe el Papa- encuentra en los dispositivos móviles y en los ordenadores un espacio inigualable para difundirse".

Promover una cultura de la amistad

"Los opuestos a los comportamientos negativos mencionados -continúa el mensaje- son el respeto, la bondad, la caridad, la amistad, el cuidado mutuo de todos, el perdón, la cooperación para el bien común, la ayuda a todos los que tienen cualquier tipo de necesidad y el cuidado del medio ambiente, para que nuestra casa común siga siendo un lugar seguro y agradable donde podamos convivir en paz y alegría. Para que este comportamiento prevalezca, es necesario no sólo contrarrestar la cultura del odio, sino también educar a las futuras generaciones "en todos los espacios en los que se forman: en la familia, en la escuela, en los lugares de culto y en las redes sociales". Un mundo en el que -es la conclusión- reinen la justicia, la paz, la fraternidad y la prosperidad agrada al Todopoderoso y trae alegría, urgiendo, por tanto, nuestro compromiso sincero y compartido".