Gallagher: La solidaridad es un camino privilegiado hacia la paz
Antonella Palermo - Ciudad del Vaticano
Enmarcado entre dos citas del poeta metafísico inglés John Donne, el discurso pronunciado ayer, 29 de mayo, por monseñor Paul Richard Gallagher, Secretario para las Relaciones con los Estados y las Organizaciones Internacionales, en la GLOBSEC de Bratislava, la plataforma multilateral más importante sobre seguridad, insiste en el hecho de que "sólo la solidaridad puede lograr una paz duradera".
Todos estamos interconectados, cercanía a los que viven en guerra
El arzobispo comenzó expresando su cercanía espiritual a todas aquellaspersonas afectadas en el conflicto de Ucrania y en otras zonas de guerra de todo el mundo. Mencionó en particular Somalia, Afganistán, la República Democrática del Congo y Yemen: son los cinco primeros países, que aparecen en el informe Emergency Watchlist de este año, los más afectados por crisis derivadas de los conflictos armados, el cambio climático y las turbulencias económicas. Reitera a fondo el concepto de que todos los seres humanos están interconectados y que cada pequeña parte del todo es fundamental para la supervivencia y la armonía del sistema en su conjunto. El poeta acude al rescate con sus metáforas geográficas y corpóreas: "Europa como continente se haría más pequeño de todos modos, si este pequeño terrón fuera arrastrado por el mar". En resumen, si una parte sufre, todas las demás sufren, repite Gallagher, y una sola muerte se traduce en un yo menor".
La solidaridad es un sentimiento de pertenencia a la familia humana
La solidaridad es "un verdadero sentido de pertenencia a esta gran familia humana, cuyo bienestar general depende del bienestar de cada uno de nosotros en cada rincón del mundo", señala Gallagher. Es la empatía que brota de esta conciencia: sentir profunda y apasionadamente en nuestro interior lo que otros sienten y compartir el compromiso y la responsabilidad de promover y perseguir el bien común; apoyarse y ayudarse mutuamente para alcanzar el bien mayor que no puede ser realizado por un solo individuo; reconocer, comprender y respetar las diferencias entre pueblos; identificarse con los demás, ser conscientes de sus necesidades para ayudarles. No debemos hacer distinciones de condición social, religión, raza étnica, añade Gallagher, porque los demás "son nuestros semejantes, con los que compartimos la misma dignidad humana". dignidad humana".
Los sistemas basados en el egoísmo no son sostenibles
El prelado advierte de que "el punto de contacto entre individuos crea consternación" porque se ve como una limitación de la propia libertad. Por lo que todavía hoy, explica, prevalece el deseo de competencia, el principio de dominación del más fuerte. En los sistemas en los que triunfan estas dinámicas, por tanto, "en lugar de diálogos, son necesarias mediaciones arbitrales"; "el ejercicio de los derechos toma la forma de la tolerancia y de la intolerancia; y la paz ya no se ve como un estado de armonía, sino como la ausencia de conflicto. En consecuencia, prosigue el Secretario para las Relaciones con los Estados, "es necesario establecer un sinfín de normas y reglamentos, ya sea a nivel local, nacional o internacional, para garantizar a todos, a cada grupo y a cada nación el 'derecho a la autorrealización'". Estos sistemas basados en el egoísmo no son sostenibles, afirma monseñor Gallagher, que recuerda la invocación por la paz y la justicia que hizo el Papa Juan XXIII en 1963, en plena Guerra Fría, así como las 26 veces que aparece la palabra "solidaridad" en Fratelli tutti del Papa Francisco. Una solidaridad que, se desprende del discurso de Gallagher, es una virtud que debe ser promovida a todos los niveles por padres, profesores y comunicadores.
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