"Su disponibilidad para prestar este servicio suscita gran respeto"
Vatican News
Esta tarde juraron solemnemente los 23 reclutas, ahora los nuevos guardias suizos que cada año, según la tradición, celebran su fiesta en el aniversario del saqueo de Roma, en el que 189 guardias suizos defendieron al Papa Clemente VII contra el ejército de Carlos V aquel 6 de mayo de 1527. En aquella oportunidad 147 guardias cayeron y sólo 42 sobrevivieron a la matanza de los soldados lansquenetes.
Cada uno de ellos, con su uniforme de gala, con su coraza, su cuello blanco, su casco plateado y su penacho rojo, prestó juramento en su idioma, según el cantón de procedencia de Suiza que cuenta con cuatro lenguas de reconocimiento oficial: alemán, francés, italiano y romanche (también llamado o grisón) que es el nombre genérico para las lenguas retorrománicas o retorromances que se hablan en la nación Helvética.
Hicieron el juramento sobre la bandera del Cuerpo de la Guardia Suiza Pontificia y ante la presencia del representante del Santo Padre, monseñor Edgar Peña Parra, Sustituto para los Asuntos Generales de la Secretaría de Estado. De este modo prometieron proteger y defender al Papa reinante y a todos sus legítimos sucesores, aun a riesgo de su propia vida, como lo hicieron en el pasado sus valientes y fieles antepasados.
Este acto de celebración y ambiente festivo en el Patio de San Dámaso se llevo a cabo ante la presencia una delegación de la Confederación Suiza, encabezada por la vicepresidenta, Viola Amherd, junto con el presidente del Consejo nacional, Martin Candinas, y la presidenta del Consejo de los Estados, Brigitte Häberli-Koller.
También estuvieron presentes el Comandante de las Fuerzas Armadas Suizas, Thomas Süssli, y el representante de la Conferencia Episcopal Suiza, monseñor Felix Gmür, presidente y obispo de Basilea. La delegación del cantón anfitrión de este año ha sido Argovia, presidida por el Consejo de Estado y encabezada por el Landammann Jean-Pierre Gallati.
Palabras del capellán
Lo afirmó el padre Kolumban Reichlin, capellán de la Guardia Suiza Pontificia al dirigirse a los 23 reclutas que ahora forman parte de este cuerpo que existe desde hace más de 500 años y al que se ha confiado la importante tarea de velar por la seguridad del Papa y de su residencia.
Son las palabras del comandante de la Guardia Suiza Pontificia, por quien los nuevos miembros también prometieron respeto, fidelidad y obediencia. Y lo hicieron pronunciando estas palabras:
Fórmula del juramento
Agradecimiento del comandante
Antes del juramento el comandante dio las gracias de todo corazón a los padres y a los hermanos de los nuevos guardias, destacando que “son las personas de referencia más importantes, y su apoyo, también a través de la oración, es esencial, ya que no pocos de estos guardias transcurren, por primera vez, un periodo prolongado en un país extranjero”. Y añadió:
El uniforme del coronel Jules Repond
Tal como lo recordó el comandante, el uniforme “no fue diseñado por Miguel Ángel, como afirman erróneamente muchas guías turísticas, sino que es obra del coronel Jules Repond, quien lo introdujo en el 1914. Forma parte de la imagen cotidiana del Vaticano y es un sujeto ansiado para la toma de fotos por parte de las decenas de miles de peregrinos y turistas que visitan el Vaticano cada día”.
Una gran responsabilidad
Por otro lado, les dijo que deben ser conscientes de que, como tarjeta de visita del Santo Padre y del Vaticano, así como cartel publicitario muy visto de Suiza, se les ha encomendado una gran responsabilidad.
El hábito no nos dice quién está dentro
Y tras recordar la novela de Gottfried Keller "Kleider machen Leute", o "La vestimenta hace al hombre", o la frase italiana "el hábito no hace al monje", el comandante les dijo que deben seguir recordándoles que el hábito no nos dice quién está dentro, quien lo lleva puesto.
Y añadió: “El uniforme no hace guardia al Guardia, del mismo modo que un traje bonito no dice nada sobre el carácter de una persona. Llevar vestidos especiales, uniformes, ropa de trabajo, también entraña ciertos peligros. Detrás de estas ropas uno puede esconderse en el anonimato; pueden cambiar la personalidad de un hombre e inducirlo a la arrogancia, a la presunción, a la soberbia y al abuso de poder”. Por último el comandante les dijo a los queridos guardias que no dejen de ser “personas auténticas”.
“Llénenlo con su personalidad – prosiguió –sabiendo que forman parte de un gran conjunto. No es algo que debamos conseguir solos, sino que siempre podemos contar con los demás y con la ayuda de Dios”.
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