Parolin: Quien ama y custodia la paz tiene a Dios a su lado
por Rosario Capomasi
Una oración "por la paz. Por Ucrania y no sólo", porque "el mundo, como dice el Papa, está viviendo realmente una tercera guerra mundial a pedazos". La elevó el cardenal secretario de Estado, Pietro Parolin, invocando la intercesión de san Bruno de Segni durante la misa celebrada el martes 18 de julio, en el noveno centenario de la muerte del patrono del municipio del Lacio. En la concatedral de Santa María Assunta de Segni estaban con el cardenal, entre otros, el arzobispo Luigi Vari, ordinario de Gaeta, y los obispos Stefano Russo, de Velletri-Segni, Lorenzo Loppa, emérito de Anagni-Alatri, y Giuseppe Sciacca, titular de Fondi; con algunos prelados y funcionarios de la Curia romana y sacerdotes de las diócesis vinculadas a san Bruno.
"En el capítulo ii de las Sentencias, explicando la paz como una de las virtudes que hacen bella a la Iglesia", señaló el cardenal Parolin en su homilía, el antiguo obispo (Solero, c. 1045 - Segni, 18 de julio de 1123) "se refiere al episodio del Diluvio. En la paloma que vuelve al arca con una rama de olivo en el pico" él "ve proyectada la sombra del Espíritu Santo", que, escribe, parecía decir a todos los pueblos: "Tened paz, conservad la paz, amad la paz, sin la cual nadie podrá ver a Dios, y el Dios de la paz y del amor estará con vosotros". Palabras, éstas, de gran impacto y capaces de ilustrar plenamente la figura de un fiel servidor de la Iglesia "a toda costa, incluso pagando en persona, porque era un fiel servidor de Dios", comentó el Secretario de Estado, pero también "un gran protagonista de la llamada Reforma Gregoriana, que tanto contribuyó para esa libertas Ecclesiae que es siempre condición esencial, hoy como entonces, para anunciar el Evangelio".
Parolin señaló que Bruno estaba convencido de la necesidad de "proceder a una reforma radical de las costumbres, erradicando la simonía, es decir, la compraventa de cargos eclesiásticos"; fiel, en este sentido, "al famoso dístico medieval", señaló el cardenal, "que también cita el Catecismo de la Iglesia Católica: 'La letra enseña los hechos, la alegoría enseña qué creer, el sentido moral enseña qué hacer, y la anagogía enseña hacia dónde tender'".
Y es precisamente en este método, afirmó el cardenal, donde emergen la grandeza y la santidad del obispo de Segni, cuyas obras “reverberan este deseo de santidad, que ciertamente se aplica a sí mismo, pero que, de modo más radical, refiere a la Iglesia”. La cual, reiteró Parolin, es identificada por él "en todas las figuras femeninas de la Escritura: en la mujer fuerte del Eclesiástico, en la esposa del Cantar de los Cantares, en la Samaritana y en María de Magdala, pero sobre todo en María, la madre de Jesús"; y de la que ensalza "el vestido inmaculado y las joyas que lleva el día de su boda: la fe, la esperanza y la caridad; las cuatro virtudes cardinales, la humildad, la misericordia y la paz; la paciencia, la castidad y la obediencia”. Una Iglesia que ama y defiende, insiste Parolin, como el "Buen Pastor que da la vida por sus ovejas". No como el mercenario, señaló el cardenal, citando la enseñanza del obispo del comentario al Evangelio de Juan, “que pastorea las ovejas del Señor no por amor a la patria celestial, sino por el lucro y la recompensa de los bienes temporales”, huyendo porque está desprovisto de amor. San Bruno, señaló el cardenal, "no huyó. Se mantuvo firme en la defensa de la verdad".
También en Solero (provincia de Alessandria), ciudad natal del santo, hubo numerosos actos conmemorativos. Entre ellos, la misa vespertina celebrada en la parroquia de San Perpetuo por el cardenal electo Paul Emil Tscherrig, nuncio apostólico.
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