Prevost: Comunión y unidad prioridades de la misión
Tiziana Campisi - Ciudad del Vaticano
Su lema será el ya elegido como obispo, "In Illo uno unum", palabras que San Agustín pronunció en un sermón, la Exposición sobre el Salmo 127, para explicar que "aunque los cristianos somos muchos, en el único Cristo somos uno". Monseñor Robert Prevost, prefecto del Dicasterio para los Obispos, agustino, entre los 21 cardenales que Francisco creará en el Consistorio del 30 de septiembre anunciado en el Ángelus del domingo, quiere seguir haciéndolas suyas, para promover la comunión y la unidad en la Iglesia.
A Vatican News - Radio Vaticano Monseñor Prevost no oculta el asombro que le embargó al escuchar al Papa enumerar los nombres de los nuevos cardenales. Estadounidense, tendrá 68 años cuando vista el birrete cardenalicio. Su bagaje pastoral incluye misiones en Perú, diversos destinos en la Orden de San Agustín -de la que fue prior general entre 2001 y 2013- y el nombramiento episcopal en Chiclayo. El 30 de enero de este año, Francisco le llamó para dirigir el Dicasterio para los Obispos, donde tomó posesión el 12 de abril. A unos tres meses de su nuevo encargo, la sorpresa de ser elegido para formar parte del Colegio Cardenalicio.
¿Cómo conoció la noticia del Consistorio en el que será creado cardenal por el Papa Francisco?
Fue realmente una sorpresa. Hace sólo tres meses que he vuelto a Roma, no pensaba que justo en julio, durante el Ángelus, el Papa haría este anuncio. Yo seguía su discurso y entonces oí mi nombre, el primero de la lista. Inmediatamente pensé que había que rezar, dar las gracias al Papa por esta confianza y luego esperar -pero esto ya había sido así desde que me nombró Prefecto del Dicasterio para los Obispos- ser capaz de responder a la confianza que ha depositado en mí.
¿Qué pensó en esos momentos?
Me sorprendió... Sentí ciertamente alegría, por el reconocimiento de la misión que se me ha confiado -que es algo muy hermoso- y al mismo tiempo, con reverencia y santo temor, pensé: espero poder responder a lo que el Papa me pide. Es una responsabilidad enorme, como cuando me llamó a Roma como prefecto. En aquel caso ya había emociones fuertes, por haber tenido que dejar todo lo que vivía y hacía en Perú. Esto de ahora es otro nivel totalmente distinto, pero lo veo como la continuación de una misión que el Papa ha decidido darme.
¿Con qué sentimientos se prepara ahora para el Consistorio del 30 de septiembre?
Estoy en pleno trabajo, ¡así que no he pensado mucho en ello! Tuve noticias de mis dos hermanos, los dos quieren venir y será muy bonito vivir este momento también con seres queridos. Aún no he pensado en cómo prepararme. El 30 de septiembre es también el día de inicio del Sínodo y veo este nombramiento como parte del espíritu sinodal que toda la Iglesia quiere vivir.
Usted es agustino, ¿cómo caracteriza su ministerio la espiritualidad agustiniana?
Podríamos decir muchas cosas... Como muestra mi lema episcopal, la unidad y la comunión forman parte del propio carisma de la Orden de San Agustín y también de mi manera de actuar y de pensar. Creo que es muy importante promover la comunión en la Iglesia y sabemos muy bien que comunión, participación y misión son las tres palabras clave del Sínodo. Así que, como agustino, para mí promover la unidad y la comunión es fundamental. San Agustín, pues, habla mucho de la unidad en la Iglesia y de la necesidad de vivirla, de que hay una cierta garantía de unidad en escuchar al Obispo de Roma, en formar parte de la Iglesia de Roma. Por tanto, también en este sentido siento la nueva llamada del Papa como un modo de vivir mi unidad, mi participación en la Iglesia, en obediencia al Santo Padre. Esto es también muy agustiniano.
¿En qué medida la figura de san Agustín inspira sus opciones, sus pasos, su servicio en la Iglesia?
San Agustín es ciertamente una gran figura, no sólo para la Orden, sino para todos. Y me gustaría tener más tiempo para estudiarlo y leerlo. Tiene tanto que ofrecer a la Iglesia, incluso a la Iglesia de hoy. Luego es importante lo que decía antes: la unidad en la Iglesia y la fidelidad al Obispo de Roma, buscando siempre promover la comunión. Esa unidad viva en la Iglesia que recomienda Agustín significa vivir unidos en Cristo.
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