Monseñor Bustillo en Marsella: "El Papa Francisco simplemente recuerda el Evangelio"
Delphine Allaire - Enviada a Marsella
El Mediterráneo y sus desafíos constituyen un eje fuerte del pontificado. En una década, el Papa argentino realizó 17 viajes vinculados a este mar: Israel, Turquía, Egipto, Grecia, Chipre, Malta y muchos otros. Inspirándose esta vez en el mar, el puerto y el faro de la ciudad de Marsella, en Francia, el Santo Padre esbozó un proyecto para hacer del Mediterráneo "un laboratorio de paz", siguiendo la idea del cardenal Jean-Marc Aveline de crear una Conferencia Episcopal Mediterránea. Pero es precisamente en la tragedia de los naufragios en el mar en el que el Papa se centró durante más tiempo, pidiendo hospitalidad y acogida a los inmigrantes. Uno de los Obispos franceses presentes en Marsella, Monseñor François Bustillo, Obispo de Ajaccio en Córcega, que será creado cardenal durante el próximo consistorio ordinario del 30 de septiembre, reflexiona en Vatican News sobre las intervenciones del Papa Francisco.
En Marsella el Papa ha invitado a que, las conciencias se despierten para evitar un naufragio de la civilización en el Mediterráneo. ¿Cómo recibe esta llamada?
El mensaje del Papa Francisco fue claro, sencillo y directo. Habló de responsabilidad, de humanidad y declaró: "No permanecemos indiferentes ante quienes sufren". Me parece que en cierto modo el mensaje del Papa es muy directo porque quiere humanizar a una humanidad que está perdiendo su dignidad y casi cayendo en la animalidad. Recordar ciertos valores nos empuja hacia arriba. Lo que dice el Papa puede no parecer muy original, pero a veces en Francia se dice que está jugando a la política, mientras que el Papa Francisco simplemente recuerda el Evangelio: tenía hambre, tenía sed, era un extraño, el buen samaritano. También mencionó a los Papas Pío XII y San Pablo VI. Francisco no es un Papa extranjero que inventa cosas nuevas. Nos recuerda que somos humanos. Si somos indiferentes unos a otros, nuestra humanidad decae.
El desafío civilizacional del Mediterráneo ha sido puesto de relieve en varias ocasiones. ¿Cuál es la responsabilidad de la Iglesia en este lugar geográfico y espiritual?
El Mediterráneo es un mar cuya cara divertida y de postal se aprecia sobre todo desde su orilla norte. El Mediterráneo es un mar de civilizaciones. Si encontramos una civilización capaz de generar valores como la hermandad, la paz, la alegría, el diálogo, el encuentro no de manera justa, diplomática o meliflua, sino de manera verdadera, creo que la humanidad mejorará y nuestro Mediterráneo mejorará.
En Córcega, ¿cómo se encuentran la identidad y la alteridad?
Córcega es una isla con una fuerte identidad y nosotros la cuidamos. Está vinculado a una lengua, a una tradición religiosa. Hay tradiciones locales y creo que es importante en cada país, en cada región, preservar las tradiciones porque nos arraigan. Es una riqueza de patrimonio natural, cultural y espiritual. No hay que tirarlo por la ventana, hay que conservarlo. Esta herencia debe darnos la capacidad de decir que tenemos memoria y raíces y que seguimos adelante. Nosotros también debemos dejar una huella en nuestros hijos, como nuestros padres dejaron una huella en nosotros.
¿Cuál es su opinión sobre la enseñanza de la hospitalidad del Papa Francisco?
Vimos las encíclicas, su manera de hablar, su manera de escribir. Estimula a la sociedad a volverse menos robótica, menos mecánica, menos técnica y a redescubrir la dimensión humana. En algún lugar nos dice "No olvidemos que somos humanos, tenemos alma, tenemos rostro, tenemos historia, cada uno tiene una sensibilidad". A veces estamos en una lógica tan violenta y polémica que olvidamos que el otro es un regalo. El otro no es una carga.
El próximo sábado será creado cardenal. ¿Con qué estado de ánimo afronta este consistorio?
Me sorprendió el nombramiento, pero como no la busqué, no la quise, creo que la actitud correcta es la aceptación y el desapego. Es un regalo. Dije sí. Cuando comencé a ser franciscano dije sí al sacerdocio, sí al episcopado. Sigo diciéndole sí al Señor para servir a la Iglesia.
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