La prohibición de los ensayos nucleares es una prioridad
Andrea De Angelis – Ciudad del Vaticano
Las armas nucleares "representan un multiplicador de riesgos que sólo ofrece una ilusión de paz" y es una "prioridad absoluta" detener los experimentos relacionados con estos armamentos. Citando la carta enviada por el Papa Francisco al obispo de Hiroshima el pasado mes de mayo, monseñor Paul Richard Gallagher, secretario para las Relaciones con los Estados y las Organizaciones internacionales, jefe de la delegación de la Santa Sede, interviniendo en la 13ª Conferencia para facilitar la entrada en vigor del Tratado de prohibición completa de los ensayos nucleares.
Nuevos Estados firmantes
El arzobispo recordó que "desde los albores de la era nuclear, los Estados han detonado más de dos mil artefactos nucleares, sometiendo a innumerables personas a los efectos negativos para la salud de las radiaciones ionizantes y contaminando nuestra casa común", y a continuación expresó el agradecimiento de la Santa Sede por "los ocho Estados que han ratificado el tratado desde la última sesión de esta conferencia e hizo un llamamiento a todos los Estados “que aún no lo han hecho" para que "firmen y ratifiquen el tratado como prioridad absoluta".
El prelado británico subrayó a continuación que "el Tratado objeto de la conferencia es sólo un elemento del régimen más amplio de desarme y no proliferación, centrado en el Tratado de no proliferación nuclear y complementado por el Tratado sobre la prohibición de las armas nucleares".
Teniendo esto en cuenta, la Santa Sede pide la colaboración entre las comisiones y los Estados para "la universalización, verificación y recopilación de datos históricos sobre ensayos nucleares pasados, incluidos sus costes humanos". Tal colaboración – concluyó – puede ayudar a sentar las bases de un enfoque reparador para hacer frente a los daños causados por los ensayos nucleares".
La tuberculosis es un problema urgente
Monseñor Gallagher, que intervino el mismo día en la Reunión de alto nivel sobre la tuberculosis, señaló que esta enfermedad sigue siendo “una de las principales causas de muerte en el mundo y la más elevada debida a un solo agente infeccioso”.
Por ello, el arzobispo reclamó "una atención política urgente, por encima de cualquier interés comercial o político".
Sin embargo, no faltan noticias positivas de las que informar, de hecho “se han logrado importantes avances desde la primera Reunión de alto nivel del 2018.
Para empezar – afirmó – algunos países han reducido significativamente la incidencia de la tuberculosis. Además, se ha superado el objetivo de proporcionar tratamiento preventivo contra la tuberculosis a seis millones de personas que viven con el VIH”.
A pesar de estas notas satisfactorias, sigue habiendo problemas subyacentes. La única vacuna existente, con un siglo de antigüedad, sólo puede administrarse a niños muy pequeños, pero sigue siendo ineficaz contra la tuberculosis pulmonar, lo que obstaculiza los esfuerzos de prevención. “Esto significa – afirmó el arzobispo – que millones de personas no pueden ser curadas".
Las iniciativas de la Santa Sede
Además del trabajo y de la asistencia prestados sobre el terreno por muchas organizaciones católicas, la Santa Sede – explicó monseñor Gallagher – ha trabajado intensamente para abordar el problema de la tuberculosis, especialmente en los niños”.
Hay que pensar en particular en los Diálogos de Roma sobre el VIH y la tuberculosis pediátrica, convocados por primera vez por el Dicasterio para la Promoción del Desarrollo Humano Integral en el 2016 y que reunieron a Estados, agencias de la ONU, organizaciones religiosas y de la sociedad civil, el mundo académico y empresas farmacéuticas.
El prelado enumeró los compromisos que se han derivado, desde "desarrollar tratamientos adecuados para los niños y aumentar su disponibilidad, incluso para regímenes más cortos", hasta "mejorar los diagnósticos" y "mejorar la asequibilidad de las pruebas y los tratamientos”. “Queda mucho por hacer” – concluyó el prelado – recordando cómo el Papa invita a observar la condición de los enfermos dejando a un lado la indiferencia.
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