100 días, cerca de quienes sufren
Andrea Tornielli
Recordar el tiempo transcurrido desde una tragedia es muy triste. Recordar esto cuando la tragedia aún continúa es terrible.
Desde el 7 de octubre, 136 hombres, mujeres y niños han sido rehenes de Hamás en los túneles debajo de Gaza. No se sabe nada sobre ellos ni sus condiciones. Hoy publicamos una conmovedora contribución de Rachel Goldberg Polin, llena de dolor, pero también de amor. No se ha sabido nada de su hijo Hersh, de 23 años, desde aquella trágica mañana, salvo que pudo haber perdido un brazo.
Estamos cerca de Raquel, no sólo por su digno sufrimiento, sino sobre todo por lo que dice y escribe. Por su valiente conciencia de que también al otro lado de la valla hay madres como ella que sufren. Y muchas lloran a los niños que han perdido. Su voz valiente, en un contexto donde prevalecen la ira y la venganza, corre el riesgo de parecer solitaria. Pero no es así. Sólo reconociendo el dolor de los demás, así como el propio, pueden crecer la pacificación y el perdón.
Las palabras de Rachel son las nuestras también. Son las del Papa Francisco que nos invita a una "equicercanía". Cercanía a quien sufre, a quien muere, a quien se queda sin nada. Esta cercanía a los que sufren en ambos lados a menudo se interpreta como equidistancia. No somos neutrales en esta guerra. Estamos, con plena convicción, de un lado, el de las víctimas, el de los que sufren. Estamos del lado de los 22.000 muertos bajo los escombros de Gaza, de los 10.000 niños asesinados. Estamos junto a las personas inocentes asesinadas bárbaramente en los kibutzim el 7 de octubre. Porque el sacrificio de cada vida es una herida indeleble. Raquel entendió esto. Y nosotros con ella.
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