Czerny: La colaboración entre cristianos, un recurso para sanar la anticultura del odio
Adriana Masotti - Ciudad del Vaticano
La XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, celebrada el pasado mes de octubre, "fue más plenamente un Sínodo de Obispos que las 15 sesiones anteriores". Así lo afirmó el cardenal Michael Czerny, prefecto del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, dirigiéndose a la Comisión Internacional Anglicano-Católica para la Unidad y la Misión, reunida en la Casa Pastor Bonus de Roma con ocasión de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos. El cardenal respondió así a las objeciones formuladas en su momento por algunos, según las cuales la presencia en la Asamblea de no obispos, por tanto de religiosos y religiosas, sacerdotes y laicos, podría desvirtuar la identidad del Sínodo. "Yo diría más bien lo contrario", afirma Czerny, "su participación enriquece el Sínodo y lo hace aún más episcopal, porque un obispo acompañado es más obispo que un obispo aislado".
En el bautismo, la igualdad fundamental de todos los cristianos
El fundamento de la igualdad fundamental entre todos los participantes, prosigue, es el bautismo común. Y subraya: "El Vaticano II enseñó sin medias tintas que todos los bautizados tienen la misma dignidad. En esto no puede haber jerarquías: Dios no considera a unos más bautizados que a otros. Todos los bautizados deben ser escuchados; quienes impiden hablar a unos y escuchan a medias a otros no están en sintonía con el Espíritu Santo". En la Iglesia, prosigue el prefecto, cada vocación necesita de las demás y todas son necesarias, todas deben ser escuchadas "en un espíritu de participación, corresponsabilidad y comunión: las tres consignas del Sínodo".
La experiencia de la "conversación en el Espíritu"
El cardenal Czerny retoma la experiencia que tuvo en la Asamblea sinodal en el Vaticano, donde esa metodología particular de escucha llamada "conversación en el Espíritu", que se había experimentado primero a nivel de las Iglesias locales y luego en la fase del Sínodo continental, se ensayó a nivel universal. Describe los distintos momentos de escucha y de compartir de cada uno de los participantes en grupos de trabajo, en torno a un tema específico, intercalados con momentos de silencio y de oración personal, y observa que este método "encarna también una ética, una ética de la igualdad". Y añade: "El círculo -teníamos mesas redondas, pero también podía ser un círculo de sillas sin mesa- no tiene una posición superior; hay un facilitador; todos los participantes alrededor de la mesa redonda tienen el mismo estatus. Clérigos, miembros de congregaciones religiosas, laicos jóvenes y mayores, mujeres y hombres: había un compromiso muy consciente con la igualdad fundamental entre los participantes". Fue una prueba, dice, "superada con éxito".
Uno en el espíritu
Existe una reciprocidad entre ecumenismo y sinodalidad, ha dicho en alguna ocasión el Cardenal Kurt Koch, prefecto del Dicasterio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, y el Cardenal Czerny se hace eco de sus palabras para reiterar que, al igual que el Bautismo es el fundamento de la sinodalidad, también lo es el ecumenismo. Y es importante conocer "las diferentes formas de sinodalidad en otras tradiciones cristianas". La asamblea del pasado octubre, con la presencia de delegados fraternos de otras Iglesias y confesiones, afirma Czerny, fue una oportunidad para comprobar la existencia de un sensus fidei que abarca todo el "abanico de comuniones". Lo que se puso de manifiesto fue que "somos uno en el Espíritu" en lo esencial.
Es necesaria la escucha y la entrega mutua entre las Iglesias
"La colaboración entre todos los cristianos es crucial -subrayó- para afrontar los retos pastorales de nuestro tiempo. En las sociedades secularizadas, esto permite que la voz del Evangelio tenga más fuerza". Y, como se afirma en el Informe de Síntesis del Sínodo citado por Czerny, es "un recurso para sanar la anticultura del odio, la división y la guerra que enfrenta a grupos, pueblos y naciones". Según Czerny, todavía quedan por aclarar algunos aspectos a este respecto, pero "el intercambio sinodal entre las comuniones cristianas es inmensamente útil". Y concluye citando las palabras de un delegado protestante: "La conversación en el Espíritu muestra lo mucho que somos capaces de recibir y dar si nos invitamos mutuamente a procesos de discernimiento en los que intentamos aceptar los retos actuales".
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