Onaiyekan: detener la violencia para evitar una peligrosa degeneración
por Giada Aquilino
El Papa Francisco siempre ha hecho "oír su voz por nosotros, por Nigeria", incluso cuando ha reiterado que "la guerra es una derrota". El cardenal John Olorunfemi Onaiyekan, arzobispo metropolitano emérito de Abuja, fue recibido ayer por el Pontífice, en su 80 cumpleaños. En una conversación con los medios vaticanos, confesó su alegría por poder celebrar este hito con una audiencia en el Vaticano y agradeció al Papa sus constantes oraciones por Nigeria.
En el país africano de 218 millones de habitantes, grandes franjas de territorio siguen siendo escenario de diversos ataques armados, desde tribus que luchan por el control de tierras agrícolas, pasando por bandas criminales, hasta movimientos yihadistas con diversas ramificaciones internas.
En las últimas horas, nueve personas han sido detenidas en relación con los recientes atentados perpetrados en el estado de Plateau, especialmente en la zona de Mangu, donde al menos 50 personas murieron a causa de la violencia intercomunal que se ha recrudecido en el último mes. La zona está plagada de tensiones entre tribus errantes de pastores fulani, predominantemente musulmanes, y tribus asentadas de agricultores, predominantemente cristiano-animistas. Debido a los escasos recursos naturales disponibles, y en particular a las disputas por el uso de la tierra, los enfrentamientos son frecuentes en la Meseta. En Navidad murieron unas 200 personas.
El problema, señala el cardenal, es que "la seguridad de las personas no está garantizada: entonces los violentos se apoderan del poder y consiguen hacer lo que quieren sin que nadie se lo impida". Sin embargo", señala, "en Nigeria no siempre hemos vivido en esta situación: había paz en el país.Luego, de repente, hombres a los que llamamos "terroristas" tomaron el control, a veces incluso de toda la tierra, en algunas zonas, obligando a la gente a huir".
Los riesgos de degeneración son altos, añade el cardenal Onaiyekan. "Tenemos noticias de que en la Meseta muchos jóvenes están dispuestos a defenderse y a defender sus aldeas con lo que tienen. Porque cuando la gente de un pueblo se entera de que se acercan estos grupos armados y envía un mensaje al puesto de policía o del ejército y nadie acude, los bandidos vienen y matan.Entonces, una hora después, llega el ejército", pero es demasiado tarde "para ir a por los causantes" de la violencia y "empiezan a recoger de la gente lo que tenían para defenderse".
Por otro lado, en el noreste del país, recuerda el cardenal, los extremistas islámicos de Boko Haram y su vástago en la provincia del autodenominado Estado Islámico en África Occidental (Iswap) llevan más de una década perpetrando ataques contra civiles y militares, hasta el punto de que el presidente Bola Ahmed Tinubu, al llegar al poder en mayo de 2023, se comprometió a "no perder la batalla contra la inseguridad", como había prometido su predecesor, Muhammadu Buhari.
"Debería haber una forma de decir no más violencia y de garantizar que nadie se esconda detrás de la religión para cometer estos crímenes", señaló el cardenal.
Onaiyekan tampoco olvida los secuestros, que no pocas veces tienen como objetivo a civiles y religiosos. Las bandas criminales, como "también los terroristas", campan a sus anchas por las calles, asaltando pisos, escuelas, iglesias, "exigiendo rescates para comprar armas y drogas"."La situación actual no es sostenible, existe el riesgo de que estalle a menos que se haga algo en serio para cambiar el rumbo.Pero", asegura, "sigo siendo increíblemente optimista, porque ésta no es la Nigeria que yo he conocido: la paz no se puede descuidar, siempre hay un terreno común, una base común" en la que trabajar, para ser "hermanos y hermanas como el Señor quiere que seamos".
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