5000 kilómetros en los pies de la primera santa argentina
Sebastián Sansón Ferrari – Ciudad del Vaticano
La beata María Antonia de San José de Paz y Figueroa impartía catequesis a los niños quechuas en el norte argentino. Esta cercanía con los pueblos aborígenes explica que hoy sea conocida como Mama Antula, pues “Antula” significa “Antonia” en quechua, mientras que “Mama” designaba no solo a aquellas mujeres que daban a luz, sino también a quienes poseían un espíritu maternal. Lo comenta la postuladora de su causa de canonización, Silvia Correale.
Correale, quien es doctora en Derecho Canónico, recuerda que, tras la supresión de los jesuitas de la Argentina, Mama Antula se pone en camino, totalmente abandonada a su Providencia, para difundir el mensaje del Evangelio y, en particular, el don de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola. La inminente santa pedía permiso a las autoridades eclesiásticas para pasar por las distintas localidades y con ayuda de personas de diferentes órdenes emprendía su recorrido.
“Ella transitó kilómetros y kilómetros, atravesaba desiertos acompañada por otras dos beatas y una persona que las ayudaba. Iba con su carrito, llevaba sus pocas pertenencias. A veces se había roto un pie, como narraba en sus crónicas, y enfrentaba múltiples desafíos”, relata la abogada ítalo-argentina.
“Para una mujer en el siglo XVIII, una vida con estas características era totalmente insólita. No obstante, ella veía los frutos de su misión”, añade Correale. La postuladora reconoce que, al leer las cartas de Mama Antula, se vislumbra su gran carisma: sin importar el lugar al que se dirigiera, lograba captar el interés de muchas personas que comenzaban a practicar los Ejercicios Espirituales. Incluso, por la profundidad de sus escritos, podría ser considerada “la Santa Teresa de Jesús del Río de la Plata”, manifiesta Correale.
Los trabajos en la causa de canonización comenzaron en 1900 y el procedimiento fue extenso, pues también se interrumpió tras el Concilio Vaticano II. Entre las dificultades, no se conseguía una postuladora, hasta que, en 1998, comenta Correale, le ofrecieron serlo. Para ella, representó el descubrimiento “de una mujer extraordinaria”, “una figura fabulosa”, emprendedora en todo sentido, “una caminante de la fe” o “del Espíritu”, como la describe el Papa Francisco.
Mama Antula fue beatificada el 27 de agosto de 2016 en Santiago del Estero y el segundo milagro atribuido a su intercesión, que le permite ser elevada al honor de los altares, fue aprobado el 24 de octubre de 2023.
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