Santa Sede: Tender puentes donde otros ven divisiones
Salvatore Cernuzio – Ciudad del Vaticano
El "bien común", es decir, "la justicia, la paz, la solidaridad a escala internacional" y la defensa de los "marginados", a través de una labor de "mediación" y "persuasión moral" desprovista de "ambiciones territoriales, políticas o materiales" y encaminada a "tender puentes allí donde otros sólo ven divisiones insalvables".
Así resumió el arzobispo Paul Richard Gallagher los objetivos y acciones de la diplomacia centenaria de la Santa Sede durante una lectio magistralis en la Universidad Católica de Panamá. El secretario vaticano para las Relaciones con los Estados y las Organizaciones Internacionales se encuentra en el país que une Centroamérica y Sudamérica desde el 1° de abril para celebrar el centenario de las relaciones diplomáticas recíprocas.
Con el presidente y el ministro de Exteriores
Durante la visita, que comenzó con una etapa en Darién y en el centro de Lajas Blancas que acoge a los migrantes que sobrevivieron a la selva en la frontera con Colombia, monseñor Gallagher se reunió con el presidente de la República, Laurentino Cortizo Cohen, y la canciller, Janaina Tewaney Mencomo, con quienes – según se consta en un comunicado conjunto – entre otras cosas, se reafirmó la firme voluntad de "trabajar juntos por el bienestar espiritual y material de la persona humana"; establecer "mecanismos bilaterales" para el reconocimiento de la personalidad jurídica de las entidades eclesiásticas y "reforzar la cooperación" para la asistencia espiritual y social a los emigrantes.
Lectio magistralis en la Universidad Católica
También ayer, 3 de abril, monseñor Gallagher pronunció en la Universidad de Santa María La Antigua una lectio magistralis enteramente centrada en "aspectos relevantes" de la diplomacia de la Santa Sede, también a la luz de las novedades – económicas, sociales, políticas y tecnológicas – que caracterizan y a veces agravan la época actual. En particular, el prelado se detuvo en la tendencia, típica de lo que el Papa ha calificado repetidamente como "cultura del descarte", de afrontar los urgentes problemas globales "sustituyendo la centralidad de la dignidad humana por intereses más reductivos de naturaleza política o económica", dando así la espalda a los grandes dramas sociales "como si no existieran".
Soluciones globales a dramas urgentes
"La sociedad y la comunidad internacional deben quitarse las gafas oscuras que pueden provocar la indiferencia, para afrontar la multitud de crisis que la afectan hoy, desde los conflictos armados y las catástrofes humanitarias hasta la degradación del medio ambiente y el cambio climático", dijo el arzobispo. "Todas estas crisis requieren soluciones globales”.
Papel, influencia y estatus de la Santa Sede
En este escenario, la Santa Sede desempeña un "papel especial", abordando "conflictos culturales y religiosos en todo el mundo" sin ambición alguna, sino, por el contrario, abrazando principios que tienen como prioridad "el bienestar de toda la humanidad, la protección de la dignidad humana y la promoción de una paz duradera".
La influencia de la Santa Sede en la escena internacional – subrayó el arzobispo Gallagher – es "polifacética" y su estatuto jurídico la distingue como "autoridad moral soberana e independiente", lo que le permite "participar activamente en las relaciones internacionales", defendiendo "un nivel ético elevado".
La misión de la Santa Sede “trasciende las fronteras geográficas, las limitaciones temporales y las afiliaciones políticas”, señaló monseñor Gallagher. En este sentido, es característica la "persuasión moral", entendida como la acción de "orientación moral y liderazgo ético en una sociedad en la que el poder político propio puede no ser suficiente".
Una misión cumplida a través de "asociaciones estratégicas con naciones, organizaciones y personas de buena voluntad que comparten su compromiso con los derechos humanos fundamentales y la dignidad humana". Muy distinto de "alianzas" y "bloques políticos" de los que la Santa Sede "mantiene firmemente su independencia", prefiriendo, por el contrario, "la cooperación y la mediación pacífica". Es precisamente esto lo que "le permite desempeñar el papel de mediador fiable".
El Papa, actor principal de la diplomacia vaticana
A continuación, gran parte de la conferencia de monseñor Gallagher se centró en la figura del Papa y, en particular, en la visión de Francisco que ha dirigido la diplomacia vaticana para abordar con urgencia los problemas de la pobreza mundial, el cambio climático y las migraciones, así como la defensa de la paz y la no violencia.
La autoridad del Papa, aunque su "papel político" ha cambiado con el tiempo, sigue siendo reconocida "formal y diplomáticamente", lo que le permite ejercer su papel a través de "la interacción personal con los líderes mundiales y su impacto en las conciencias espirituales y morales", afirmó el secretario para las Relaciones con los Estados. Es importante, en esta perspectiva, recordar cómo el Papa "contribuye a la resolución de conflictos promoviendo negociaciones pacíficas e intervenciones humanitarias".
El Papa Francisco "ha repetido muchas veces la necesidad de construir puentes, por lo que nunca deja de estar dispuesto a mediar en los conflictos y promover el diálogo entre las naciones, utilizando la neutralidad positiva y su visión compasiva para reducir las tensiones y promover la paz".
Los principios promovidos por Francisco
A continuación, monseñor Gallagher enumeró los principios promovidos por el Papa y su magisterio: la fraternidad universal; la defensa de la dignidad humana; la protección total de la vida "desde la concepción hasta la muerte natural"; la defensa de los derechos humanos y de la libertad; la promoción del multilateralismo y de sistemas económicos que privilegien la equidad y la justicia; la superación de la "visión utilitarista del ser humano" y del "desprecio general por la sostenibilidad ambiental".
Una "actitud egoísta", esta última, que afecta principalmente a los no nacidos, los ancianos, los necesitados, pero también a los migrantes y refugiados, que a menudo son víctimas de "un floreciente negocio que permite obtener beneficios ilícitos de la trata de seres humanos".
"El Papa Francisco llama constantemente a la comunidad internacional a abordar seriamente estas tragedias humanas y a cambiar su actitud hacia lo que él llama una 'cultura del encuentro'", remarcó el arzobispo Gallagher.
Un árbol plantado por el centenario de las relaciones diplomáticas
En medio de numerosas citas, el secretario para las Relaciones con los Estados participó en una ceremonia de plantación de un árbol con motivo de los cien años de relaciones diplomáticas entre la Santa Sede y Panamá.
Un signo "universal", el árbol, dijo, de la "amistad" y de la "solidez" de sus raíces y, al mismo tiempo, signo "elocuente" de esperanza que recuerda la "inevitable responsabilidad de cada uno de nosotros en preservar y cultivar nuestras relaciones en aras de una sociedad más justa, más solidaria, más acorde con los valores evangélicos y más respetuosa con la creación".
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