Fue beatificado Stefano Douayhy, Semeraro: Pastor al servicio del bien común
Lorena Leonardi – Ciudad del Vaticano
Un pastor que ejerció "la caridad ecuménica, animado por un fuerte sentido de catolicidad de la Iglesia" en contextos "a menudo difíciles por las relaciones con otras confesiones cristianas y con el Islam". El cardenal Marcello Semeraro, prefecto del Dicasterio para las Causas de los Santos, describió así a Stefano Douayhy en la Misa de beatificación celebrada este 2 de agosto, en el Palacio Patriarcal de Bkerke, en el Líbano, en presencia de 13 mil fieles.
La ciudad que domina la bahía de Jounieh no está muy lejos de Ehden, lugar de nacimiento, el 2 de agosto de 1630, del patriarca de Antioquía de los maronitas, proclamado venerable en 2008 por Benedicto XVI. El cardenal lo recordó como "un buen pastor que sufre con su rebaño y hace todo lo posible para hacerlo crecer, defenderlo y protegerlo" a imitación de Cristo. Hoy, por el contrario, destacó el Prefecto del Dicasterio para las Causas de los Santos, "hay personas que, en lugar de ponerse al servicio del bien común, piensan en su propio bienestar".
Más de 30 años guiando a los maronitas
Ejemplo de "caridad pastoral", "amor a la Iglesia" y "sentido de fraternidad católica", el patriarca Douayhy vivió su misión al frente de la Iglesia maronita durante más de tres décadas, en años muy difíciles debido a las disensiones internas y a la persecución del exterior. No conoció "un solo día tranquilo y de serenidad", añadió Semeraro, "hasta tal punto que varias veces se vio obligado a alejarse de la sede patriarcal para encontrar refugio en lugares más seguros, a menudo en condiciones difíciles".
Un intelectual atento a los pobres
Comprometido a lo largo de su vida en una intensa actividad intelectual y dedicado a ayudar a los más pobres, el patriarca maronita imitó, prosiguió el celebrante, “la figura del buen pastor del Evangelio, que tiene a Jesús como modelo y punto de referencia”. No sólo un pastor, subrayó, "sino uno bueno". No como aquellos pastores de los que habla el profeta Ezequiel, "que, en lugar de apacentar sus ovejas, se apacentaban a sí mismos". El Beato Douayhy supo también ser prudente y diplomático. Prueba de ello es la carta que el patriarca dirigió al rey de Francia Luis XIV, explicó el Purpurado, en la cual expone todo el sufrimiento de su pueblo y le pide que los tenga bajo su protección, como testimonio de grande sensibilidad y humildad.
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