Rodríguez Maradiaga: Ser una Iglesia que escuche el grito de los pobres
Patricia Ynestroza - Ciudad del Vaticano
El sínodo concluyó el domingo con la ceremonia eucarística que presidió el Papa Francisco en la Basílica vaticana. En su homilía, casi como dando las últimas indicaciones sobre como caminar en sinodaliad, recordó e insistió que no quiere una Iglesia indiferente, muda, acomodada, en la mundanidad, en sus cegueras, quiere una Iglesia de pie que camine con sus hijos, que escuche el grito de los pobres y les dé esperanza.
En entrevista con el cardenal Oscar Rodríguez Maradiaga, invitado pontificio en este sínodo, Vatican News le preguntó cómo aplicar el documento que se entregó al Pueblo de Dios, cómo sacudir a gobiernos polarizados que impiden un buen desarrollo, aliviando la pobreza, evitando las migraciones. El purpurado nos dijo que justamente ese es el gran reto, no solo "para las jerarquías, sino para todos los laicos y laicas". Quien tiene más puede dar más, los laicos que trabajan en la política o en los bancos, en las empresas, que den su paso adelante, como cristianos, que busquen entre subobjetivos el alivio de la pobreza, no pensar en producir armas e "inventarse las guerras". Que cada uno produzca fuentes de trabajo para aliviar la pobreza.
Después del sínodo... ¿qué?
En su intervención hizo esta pregunta, sobre todo en lo que se refiere a los pobres, se habló de la opción por los pobres, pero la opción por los pobres "no puede quedar en frase, no puede ser poética", dijo, sobre todo cuando la pobreza en el mundo en lugar de disminuir cada vez está aumentando más y más, y las causas no son solamente las guerras.
Ser una Iglesia que se ensucie las manos sirviendo
En la homilía de la Misa conclusiva de la segunda sesión de la Asamblea sinodal sobre la sinodalidad, Francisco diseñó la imagen de una Iglesia que “se despoja del manto de la resignación” y “se ensucia las manos para servir al Señor”, respondiendo al grito de los que sufren como el de “los niños esclavos”, como dando más recomendaciones al Pueblo de Dios, al momento de aplicar el documento entregado al final de los trabajos del sínodo.
El cardenal nos recordó que el Papa habló de darnos a los pobres ya desde su primera Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, cuando pidió una Iglesia en salida, no una Iglesia instalada, y ayer, en la homilía, pero también a la hora del Ángelus, recordando el Evangelio del día que hablaba del pobre Bartimeo, que pedía limosna porque era ciego, y estaba sentado al borde del camino, de allí partió su petición -dijo el purpurado-, "no quiere que como Iglesia nosotros seamos una Iglesia sentada, instalada cómodamente pensando ad intra (hacia dentro) no se trata de una Iglesia en salida y la sinodalidad es precisamente eso, no una Iglesia acomodada, sentada".
No una Iglesia de museo hermosa pero muda
El cardenal recordó que el Papa al convocar el sínodo les recordó a cada uno que no quiere una Iglesia de museo, hermosa pero muda.
Después del sínodo: de las palabras a los hechos
La sinodalidad no es algo estático, dijo por último el purpurado, sino que es un camino como dice el nombre, y por consiguiente no terminó el sábado, sino que, con el documento final de esta etapa sinodal, entregado a los obispos, ahora cada uno, trabajará con su clero, con sus laicos y laicas, para que el documento siga adelante.
Este documento, dijo el cardenal, se ofreció directamente a todo el pueblo de Dios, como gesto de mucha confianza por parte del Papa. Al estar presente Francisco casi todo el periodo de los trabajos del sínodo, se dio cuenta de que el documento podía pasar directamente al Pueblo de Dios.
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