Buquicchio: "En marcha un método para que pronto se elimine la lacra de los abusos"
Olivier Bonnel - Ciudad del Vaticano
«Un Informe honesto y objetivo». Así comenta Maud de Boer Buquicchio, miembro de la Pontificia Comisión para la Protección de los Menores, el Informe anual publicado hoy, 29 de octubre, elaborado por un grupo de estudio que ella ha presidido. Anterior relatora especial de las Naciones Unidas sobre la explotación sexual de los niños, Buquicchio -en declaraciones a los medios vaticanos- subraya la importancia de este trabajo para la Iglesia: «Es importante -dice- porque es la primera vez que un organismo independiente, aunque dependiente de la Santa Sede, instituido por el Papa, elabora un Informe honesto y objetivo sobre el estado de la protección de los menores contra los abusos y abusos sexuales en la Iglesia».
Una nueva metodología
«Es un informe objetivo porque, por un lado, nos basamos en la información recogida durante los encuentros con los obispos con motivo de sus visitas anuales aquí en Roma; por otro, realmente intentamos en la medida de lo posible incluir la voz de las víctimas en nuestra reflexión», señala la experta. No es una metodología fácil y cuando nos equivocamos, nos equivocamos de verdad. Sin embargo, creo que con la experiencia de los miembros, incluida la experiencia en sus iglesias locales, algunos incluso como víctimas de abusos en el pasado, y también basándonos en la información y los intercambios que tuvimos con los grupos de víctimas que realmente se abrieron para contarnos sus historias, pudimos ver cuáles son los errores que no hay que cometer. Y empezamos una nueva metodología».
Informe "cíclico"
Este es sólo un primer Informe, no será el último, pero será «cíclico», anuncia Buquicchio: «Cada año podremos profundizar en un aspecto u otro e incluir la voz de las víctimas de forma aún más sistemática». La esperanza de la experta es que «a largo plazo - espero no demasiado - tengamos realmente una indicación de hacia dónde va la Iglesia y la dirección que el camino iniciado por tantos obispos y personas de la Iglesia acabará llevando a la eliminación de esta lacra». Una plaga «para el mundo exterior y sobre todo para las víctimas», a las que da «una imagen muy dura y mala de la Iglesia».
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