Grech: Recojamos los frutos del Sínodo sin divisiones
Lorena Leonardi - Ciudad del Vaticano
Para «superar la tentación de creer que los frutos que hemos recogido son obra y posesión nuestra» -mientras que «debemos recibirlo todo como don de Dios»- «el camino a recorrer es el del Espíritu Santo», el único que «puede permitirnos permanecer abiertos a la novedad de Dios».
La parábola del rico necio, escuchada poco antes en la lectura del Evangelio de Lucas, se convirtió en metáfora sinodal en la homilía pronunciada por el cardenal Mario Grech, Secretario General del Sínodo, durante la Misa votiva del Espíritu Santo celebrada en la mañana de hoy, 21 de octubre, en el altar de la Cátedra de la basílica vaticana. La cupidigia non riguarda solo i beni materiali
Llegados al último tramo de los trabajos de la asamblea, que recoge los frutos de un largo camino iniciado en octubre de 2021, «el pasaje evangélico indica el camino para “recoger” y Jesús nos invita a guardarnos de toda codicia» que - aclaró el cardenal - no se refiere sólo a los bienes materiales «sino al bien y a la belleza que Jesús nos confía en este Sínodo».
En el relato evangélico, un hombre pide a Jesús que sea juez entre él y su hermano para «dividir» la herencia, pero éste se niega: «Para él, el ideal no es que la herencia se divida, sino que se mantenga intacta, con una gestión compartida -explicó el celebrante- ya que identifica la codicia y la búsqueda de posesión como la raíz de la división. Jesús rechaza toda lógica de partidismo y división en la búsqueda de la comunión entre los hermanos».
Del Sínodo signos de vitalidad y dones que florecen
Y cuenta la historia del avaro para que, añadió el cardenal Grech, «todos se den cuenta de la “necedad” que se esconde tras el deseo de atesorar en los graneros». Del mismo modo, «la parábola indica cómo prepararnos en estos días para recoger los frutos del camino sinodal y de nuestra asamblea, sin dividirnos, sino buscando la comunión». Como la campaña del rico, los tres últimos años y las dos sesiones de la asamblea han producido de hecho «frutos abundantes», que nos permiten alegrarnos de los «signos de vitalidad» de cada fase del camino sinodal y ver «los dones que florecen hoy en el pueblo de Dios, sin ocultar nuestras fragilidades y heridas».
El patrón se pregunta cómo administrar los frutos de sus campos, se encuentra en una nueva situación y se da cuenta de que no dispone de depósitos suficientemente grandes: «Quizá también nosotros -hipotizó Grech- nos demos cuenta de que no disponemos de los medios adecuados para custodiar los dones que hemos descubierto. O quizá lo veamos, como el hombre de la parábola, como la consecución de un objetivo: a estas alturas ya no hay nada más que hacer, sólo nos queda disfrutar de los frutos que hemos recibido». El riesgo, por tanto, podría ser «acaparar lo que hemos recogido, los dones de Dios que hemos descubierto, sin reinvertirlos, sin vivirlos como dones recibidos que ahora debemos devolver a la Iglesia y al mundo, para sentir que hemos llegado», señaló el Secretario General del Sínodo. De este modo acabaríamos contentándonos «sin buscar nuevos caminos, para que nuestra cosecha se multiplique aún más» permaneciendo «encerrados en nuestros límites conocidos, sin seguir ampliando el espacio de nuestra tienda».
Diálogo con el Espíritu a la espera del «desbordamiento»
Para no caer en el error del avaro, advirtió el cardenal Grech, «en primer lugar debemos escuchar las palabras de Jesús» y «alejarnos de la avaricia, del deseo de tenerlo todo para nosotros, de poseer, de acaparar, de definir, de cerrar». En segundo lugar, «mirando el camino que tenemos ante nosotros»,invitó a tomar el camino del Espíritu Santo: «El hombre de la parábola sólo se escucha a sí mismo, se habla a sí mismo. Nosotros, en cambio -individualmente y en comunidad, como en un Pentecostés continuo- debemos 'dialogar' con el Espíritu Santo, dejarnos iluminar por él, esperando ese 'desbordamiento' que es signo de su intervención».
Encontrar nuevos caminos
Escuchándonos sólo a nosotros mismos, el retroceso sería inevitable, viviendo una vida de rentas, «sin esperanza» y poco a poco lo que hemos recogido «empezará a desaparecer, sin ser sustituido por las cosas nuevas que el Señor nos seguirá enviando», advirtió el cardenal. «Si, por el contrario, escuchamos la voz del Espíritu, seremos capaces de identificar nuevos caminos y, concluyó Grech, como peregrinos de la esperanza seguiremos avanzando por el camino sinodal hacia los que aún esperan el anuncio de la salvación».
Gracias por haber leído este artículo. Si desea mantenerse actualizado, suscríbase al boletín pulsando aquí