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La misa en rito maronita en la Basílica de San Pedro La misa en rito maronita en la Basílica de San Pedro  (Vatican Media)

El obispo libanés Rouhana: El futuro de Iglesias y países no depende de cálculos geopolíticos

El prelado celebró la misa según el rito de la Iglesia siro-antioquena maronita en la basílica de San Pedro. En su homilía, recordó la canonización de san Charbel Makhluf, monje muy venerado en el país de Oriente Medio, destacando cómo los conflictos conducen a «un rechazo monstruoso de toda convivencia social».

Edoardo Giribaldi - Ciudad del Vaticano

«Es importante recordar, durante nuestro camino sinodal, que el futuro de nuestras Iglesias y de nuestros respectivos países, especialmente de aquellos que viven tiempos de crisis, no debe depender únicamente de cálculos y análisis geoestratégicos y geopolíticos». Esta fue la reflexión planteada por monseñor Paul Rouhana, obispo auxiliar de Joubbé, Sarba y Jounieh de los maronitas y obispo titular de Antarado, en la homilía de la misa celebrada en la tarde del 9 de octubre, según el rito de la Iglesia siro-antioquena maronita en la basílica de San Pedro. Estaban presentes todos los participantes en la segunda sesión del Sínodo sobre la Sinodalidad. En su mensaje, el prelado libanés recordó la figura de San Charbel Makluf, y destacó cómo los conflictos, todos ellos, no sólo el de Oriente Medio, representan el «fracaso» y la «ruptura del diálogo» que «conduce a un rechazo monstruoso de toda convivencia social».

El rito maronita

La celebración se caracterizó por algunos momentos que se apartaron de los pasajes del rito romano, empezando por el himno en siro-arameo entonado a los pies del altar para presentar al celebrante que sustituía al Patriarca de Antioquía de los maronitas, Béchara Boutros Raï, «debido a las difíciles circunstancias que atraviesa nuestro querido Oriente Medio». Una celebración cantada, que en sus compases iniciales incluyó también la Oración del Perdón, en la que se derramó incienso desde el incensario hacia la cruz (tres veces en el centro, a la derecha y a la izquierda), el altar, los concelebrantes y la asamblea.

La figura de San Charbel Makhluf

«Tú eres Santo, oh Dios. Tú eres Santo, oh Fuerte. Tú eres Santo, oh Inmortal» fue la invocación que introdujo las lecturas y el Evangelio de Lucas, relativo a la llamada de Jesús a los apóstoles. Monseñor Rouhana comenzó su homilía evocando un recuerdo «eclesial y personal», que se remontaba al 9 de octubre de 1977. En aquella ocasión, Pablo VI celebró la misa de canonización de san Charbel Makhluf, «monje ermitaño libanés», en la que el entonces obispo titular de Antarado, de 23 años, participó como músico. Se espera que la fama del «patrono del Líbano, así rebautizado por los fieles, pueda reverberar en el fervor de la celebración prevista para el próximo 20 de octubre, para la canonización de once mártires por la Fe, conocidos como los mártires de Damasco, asesinados en la noche del 9 al 10 de julio de 1860 por los drusos, grupo etnorreligioso árabe.

Hay que «masticar» la Palabra

Recordando el conflicto en Oriente Medio, monseñor Rouhana citó pasajes de la carta enviada por el Papa Francisco a los católicos locales en el aniversario de la masacre perpetrada en Israel por Hamás: «No me canso de repetir que la guerra es una derrota, que las armas no construyen el futuro sino que lo destruyen, que la violencia nunca trae la paz. La historia lo demuestra y, sin embargo, años y años de conflictos parecen no habernos enseñado nada». El ejemplo de los santos basado en la «escucha de la Palabra de Dios» es el «fundamento de nuestro camino sinodal», añadió el obispo titular de Antarado. Hay que «masticar» la Palabra, «saborearla, siguiendo el ejemplo de María, hermana de Marta» y dejarla brotar «respetando el ritmo y el terreno cultural de cada uno» para convertirnos en «colaboradores de Dios en la propagación del Evangelio».

El obispo Rouhana durante la misa
El obispo Rouhana durante la misa

Un mensaje «performativo»

Monseñor Rouhana retomó a continuación el concepto de cooperación, enmarcándolo en una «sinergia entre la gracia divina» y la «voluntad humana». Apoyándose en la palabra de Dios, «los cristianos en el camino sinodal recordarán también, sin cesar, la enseñanza revolucionaria de Jesús, según la cual el amor a Dios y el amor al prójimo son inseparables y se interpelan constantemente, siendo las dos caras de un único mandamiento», afirmó. A la luz de este concepto, «el cristiano no se plantea la pregunta: “¿Quién es mi prójimo?” por miedo a elegirlo según sus propios intereses. Más bien, se encuentra en la pregunta de Jesús al doctor de la ley, que formulo libremente de la siguiente manera: '¿Soy capaz de ser prójimo de toda víctima que encuentro por casualidad, independientemente de su origen, y cuidar de ella hasta que se cure?'».

El buen samaritano como brújula

El obispo libanés identificó finalmente la parábola del Buen Samaritano como la «brújula para testimoniar una sinodalidad solidaria con los que han sido dejados atrás, víctimas de la injusticia, la pobreza y la inseguridad». Y concluyó su homilía exhortando a los «peregrinos de la esperanza que no defrauda» a seguir trabajando «hoy y durante todo el Jubileo del año 2025, como discípulos misioneros en tiempos de crisis, por intercesión» de la Virgen, de los santos y de los mártires de todos los tiempos.

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10 octubre 2024, 10:56