Santa Sede a la OSCE: Sirve un consenso sobre la interpretación de los DD. HH.
Alessandro Di Bussolo - Ciudad del Vaticano
La Santa Sede considera que los Estados miembros de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa deben «unirse en torno a una comprensión común de los compromisos de la OSCE en el “tercer cesto” (el de los derechos humanos, ed.), así como sobre los principios universales de los derechos humanos y las libertades fundamentales que sostienen la dimensión humana». Porque la falta de consenso sobre la interpretación de los derechos humanos «también tiene consecuencias para la seguridad y la cooperación entre los Estados». Así lo subrayó el Arzobispo Richard Gyhra, Representante Permanente de la Santa Sede ante la OSCE, en su intervención en la sesión inaugural de la Conferencia sobre la Dimensión Humana, que se celebra en Varsovia del 30 de septiembre al 11 de octubre.
Palabras del Papa al cuerpo diplomático
«Si queremos lograr resultados tangibles», aclaró el arzobispo estadounidense «es de suma importancia centrarse en los compromisos consensuados de nuestra Organización, en lugar de introducir conceptos que puedan resultar divisivos». Recordó que el Papa Francisco, dirigiéndose al Cuerpo Diplomático el pasado mes de enero, observó que «en las últimas décadas se han introducido nuevos derechos que no son del todo coherentes con los definidos originalmente ni siempre aceptables. Han dado lugar a casos de colonización ideológica» que «resultan perjudiciales y crean divisiones entre los Estados, en lugar de promover la paz». Para Monseñor Gyhra, la falta de consenso sobre la «tercera cesta» de Helsinki refleja «desacuerdos más sustanciales sobre la propia comprensión o interpretación de los derechos humanos y las libertades fundamentales».
Los derechos humanos no son privilegios concedidos por el Estado
La delegación de la Santa Sede ante la OSCE, subrayó el representante permanente, se preocupa a menudo «por las consecuencias de aquellos enfoques que tienden a sacar los derechos de su contexto propio, a restringir su alcance o a permitir que su significado e interpretación varíen y que se niegue su universalidad».
Estos enfoques «no son distintos del que considera los derechos humanos y las libertades fundamentales como privilegios concedidos por el Estado», y que tienden a crear «categorías» de derechos y de titulares de derechos, «socavando la idea misma de la “universalidad” de los derechos humanos». Por ello, concluyó el arzobispo, «es importante que el término “derecho humano” se aplique con precisión y prudencia, para que no se convierta en un eslogan retórico que se amplía ad infinitum para adaptarse a los caprichos del momento».
Gracias por haber leído este artículo. Si desea mantenerse actualizado, suscríbase al boletín pulsando aquí