Cardenal Lazzaro: dar alma a la dimensión histórica del hombre
Isabella Piro - Ciudad del Vaticano
Un estímulo a la formación, no sólo sacerdotal sino también humana y cristiana, hacia un horizonte orientado a la construcción de «una civilización de la verdad y del amor»: este es el corazón de la Carta del Papa Francisco sobre la renovación del estudio de la Historia de la Iglesia. El documento -que está en continuidad con otra Carta pontificia, la relativa al papel de la literatura en la educación, publicada el 4 de agosto de 2024- ha sido presentado esta mañana, 21 de noviembre, en la Oficina de Prensa de la Santa Sede, en presencia del Prefecto y del Secretario del Dicasterio para el Clero, respectivamente el Cardenal Lazzaro You Heung-sik y el Arzobispo Andrés Gabriel Ferrada Moreira, y el Profesor Andrea Riccardi, Presidente de la Sociedad Dante Alighieri, ex Profesor de Historia Contemporánea en la Universidad de Bari, en la Sapienza y en la Tercera Universidad de Roma. También estuvo conectada a distancia la profesora Emanuela Prinzivalli, catedrática de Patrología Fundamental en el Pontificio Instituto Patrístico Augustinianum.
La importancia de la dimensión histórica del ser humano
La Carta difundida hoy, explicó el cardenal prefecto You Heung-sik, recuerda la importancia de una «plena conciencia personal e histórica de la realidad en la que vivimos y debemos actuar, invitándonos a corregir y evitar una visión demasiado “angelical” de nuestra vida y existencia en la historia que vivimos». Subrayando de hecho la necesidad de «una dimensión histórica del ser humano» y de «una verdadera sensibilidad histórica», añadió el cardenal, el Papa nos recuerda «la importancia de conectarnos con la historia, para no vivir en un eterno “presente sin pasado”, caricatura de la verdadera eternidad que sólo Dios puede otorgar en la vida y en la historia de cada uno de nosotros».
Dar un alma a la experiencia vital
Dar un alma», en definitiva, a la experiencia vital de cada persona se hace fundamental en la época actual, en la que “podemos estar material y constantemente interconectados e interdependientes”, volvió a subrayar el Cardenal Prefecto. Un alma acompañada de «memoria y conciencia», para «poner estas interconexiones e interdependencias en historias reales y concretas, que tienen un pasado que las trajo al presente para construir conscientemente el futuro».
Por un estudio alejado de la superficialidad y las fake news
El horizonte que el Papa Francisco ha abierto con ambas Cartas, añadió monseñor Ferrada Moreira, es el de «su corazón de pastor» que desea una educación «enraizada en la vida personal y cultural de cada persona y de su propia comunidad», es decir, «plenamente humana y orientada al compromiso común de construir “una civilización de la verdad y del amor”». En particular, el secretario del Dicasterio para el Clero destacó la preocupación de Francisco por «las debilidades y limitaciones en la formación de los jóvenes» en los seminarios, donde se tiende a considerar menos la memoria del pasado, la búsqueda de la verdad y la pertenencia a una cultura que se expresa de muchas maneras, entre las cuales el arte literario es una de las privilegiadas». El riesgo que se deriva de todo esto, señaló el arzobispo, tiene el nombre de la «superficialidad de la lectura y del estudio», el rostro de la «fascinación compulsiva de lo inmediato que ofrece una pantalla», la voz de la «banalidad y de las fake news».
El vínculo entre historia y evangelización
Una observación específica hizo Monseñor Ferrada Moreira sobre el vínculo entre sensibilidad histórica y evangelización, ya que la vocación de los sacerdotes y pastores es acompañar a los fieles «en el “aquí y ahora” de la vida», por el camino de la búsqueda, del encuentro y de la entrega a Jesús. La historia y la literatura, concluyó, son necesarias para «implicarse desde dentro», para «reconocerse partícipe» del mundo actual y, por último, para dar voz a quienes se ha intentado borrar.
La historia salvará a la teología
Por su parte, el profesor Riccardi subrayó que «la historia salvará a la teología», porque «el cristianismo es una religión histórica, a partir de sus textos sagrados». Hoy existe una diferencia, añadió, entre la «religión de la emoción» y la conciencia histórica de las Iglesias de tradición, porque en toda la sociedad la caída del sentido histórico es un aspecto de la «desculturización de la religión». Quedan el consumismo y el individualismo, vacíos de contenido. Una denuncia, añadió, ya presente en la Encíclica Fratelli tutti, donde el Papa Francisco describe a los hombres y mujeres de hoy como desconcertados, vacíos, mientras que la historia está enraizada. Rechazarla, señaló Riccardi, es cerrar los horizontes, incapacita para comprender el tiempo en el que vive la Iglesia.
El sentido histórico abre las alas al futuro y a la esperanza
Por eso, en línea con el Concilio Vaticano II, que abrió la Iglesia al concepto de historia, hoy el Papa pide «una mentalidad histórica para vivir el presente y la Iglesia». «La historia es una mezcla de ciencia y poesía», continuó el presidente de la Sociedad Dante Alighieri, “los libros históricos no deben ser sólo documentación, sino que deben marcar un crecimiento de la mentalidad”, porque »la historia libera y vuelve a la realidad. No es sólo de los grandes, sino también de los humildes, de su oración, de la caridad, de la piedad popular». «La historia de la Iglesia -añadió- forma parte de una historia común de los distintos pueblos. No se hace historia de la Iglesia sin conocer la del mundo». En vísperas del Jubileo de la Esperanza, concluyó Riccardi, la reanudación del sentido histórico tiene el gran valor de abrir las alas al futuro, «porque sólo la certeza de venir de lejos empuja a mirar adelante».
Una educación con rostro humano
Por último, Emanuela Prinzivalli, profesora de Patrología Fundamental en el Pontificio Instituto Patrístico Augustinianum, destacó la importancia del vínculo entre fe e historia: los sacerdotes lo necesitan para evitar una formación excesivamente dogmática, dijo, alejada de ese «rostro humano» que buscan hoy creyentes y no creyentes.
El Cristo encarnado, Jesús Persona, es el mejor antídoto contra el dogmatismo, añadió la conferenciante, porque se pone del lado de los vencidos, ayudando a evitar una «lectura triunfalista» de la historia de la Iglesia y predisponiendo también a una perspectiva ecuménica.
Cambiar de mentalidad superando rigideces
Preguntado por los periodistas sobre cómo cambiará a partir de ahora la formación de los sacerdotes en los seminarios, el arzobispo Ferrada Moreira señaló que la carta del Papa va más allá de un mero cambio de los libros de texto (que son competencia del Dicasterio para la Cultura y la Educación) para fomentar un cambio de mentalidad.
Riccardi se hizo eco de él, hablando de la posibilidad de iniciar procesos de «reformulación de la mentalidad».
Deteniéndose, además, en el tema del tradicionalismo, el profesor lo definió como «una forma de rechazo de la historia», «un endurecimiento», una fijación en un modelo de Iglesia tal como era en un período histórico considerado absoluto, insuperable. Por último, en la perspectiva sinodal de un camino compartido sobre el tema de la formación, los ponentes desearon una posible colaboración futura entre los distintos Dicasterios.
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