Exequias del Cardenal Ayuso, Re: "Un verdadero hombre de Iglesia"
Gianluca Biccini - Ciudad del Vaticano
«Dialogar con todos con sentido de fraternidad y de bondad». Esta es la «lección de vida» que el cardenal comboniano Miguel Ángel Ayuso Guixot legó a la Iglesia, a los fieles de otras religiones con los que entró en contacto y a los muchos que lo conocieron, apreciando sus dotes de amabilidad, discreción e inteligencia.
Este miércoles 27 de noviembre, ha sido el cardenal Giovanni Battista Re quien ha presidido en la basílica vaticana los funerales de su cohermano español, prefecto del Dicasterio para el Diálogo Interreligioso, fallecido el pasado lunes en el hospital Gemelli de Roma, donde estaba ingresado. A los cerca de sesenta concelebrantes en el altar de la Cátedra, entre cardenales, obispos y sacerdotes, se unió el Papa Francisco, que presidió el rito de la Ultima Commendatio, la última súplica a Dios para que reciba el alma del difunto en la gloriosa comunión de los santos, y la Valedictio, la despedida antes del entierro. Que, según los deseos del propio Ayuso Guixot, tendrá lugar en Sevilla, donde nació hace 72 años en el seno de una familia numerosa de nueve hermanos.
Numerosos representantes de otras religiones presentes
Al funeral asistieron numerosos miembros de su familia, así como numerosos representantes de otras religiones -especialmente musulmanes activos en realidades muy queridas por él como el Comité Superior para la Fraternidad Humana, la Casa de la Familia Abrahámica, el Consejo de Ancianos Musulmanes y la Gran Mezquita de Roma-, el personal del Dicasterio, Hermanos Combonianos y amigos.
Conmovidos, ante el ataúd de madera sobre el que se había colocado el libro abierto del Evangelio, quisieron presentar sus respetos al hombre amable, de alma delicada, con una capacidad de relación fuera de lo común, siempre cordialmente atento con todos.
«Veía en cada persona, de cualquier raza, lengua o condición, a un miembro de la única familia humana», observó el cardenal Re en su homilía, reconstruyendo el perfil del sacerdote, hijo espiritual de san Daniel Comboni: desde sus estudios en Sevilla y luego en Roma en la Pontificia Universidad Urbaniana y en el Pontificio Instituto de Estudios Árabes e Islámicos (Pisai), hasta el ministerio misionero en Egipto, donde fue párroco de la comunidad latina del Sagrado Corazón en Abbasiyya e hizo todo lo posible para acoger y asistir a los jóvenes sudaneses presentes en la capital egipcia como estudiantes, emigrantes o refugiados, y en Sudán en la época de la guerra civil, donde luego enseñó islamología en Jartum; de su presidencia del Pisai a su servicio en el entonces Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso. También como secretario y luego presidente, sucediendo al cardenal Jean-Louis Tauran.
Un estilo dinámico
Ordenado obispo por el Papa Francisco y creado cardenal por el Santo Padre, «Ayuso tuvo una preparación especial para el trabajo» del antiguo secretariado para los no cristianos, que con la Constitución Apostólica Praedicate Evangelium se convirtió en el Dicasterio para el Diálogo Interreligioso. Allí, como Prefecto -recordó el Cardenal Decano- desarrolló una vasta labor con un estilo dinámico» en “una sucesión de compromisos y viajes a todos los rincones del mundo para testimoniar a sus hermanos musulmanes, hindúes, budistas, sijs, sintoístas, confucianos y religiosos tradicionales que a través de la amistad personal es posible establecer un diálogo”.
Para ello, «animado por la convicción de que el camino del diálogo con personas de tradiciones religiosas diferentes forma parte de la misión original de la Iglesia».
Los «viajes de fraternidad» en el séquito papal
Sobre todo, tuvo la oportunidad de formar parte de la comitiva del Papa Francisco en las visitas apostólicas a países donde los católicos son minoría. A Ayuso le gustaba llamarlos 'viajes de fraternidad': como el de 2019 en Abu Dabi, cuando el Papa firmó con el Gran Imán Al-Tayyeb el Documento sobre la Fraternidad Humana para la Paz Mundial y la Convivencia Común; o como el 'histórico' de 2021 en Irak, en la tierra de Abraham.
Un verdadero hombre de Iglesia
Después, a causa de la enfermedad que le había afectado, obligándole a repetidos ingresos hospitalarios, había tenido que ralentizar sus actividades, especialmente las que realizaba fuera de Roma, confiando a sus allegados que había sufrido especialmente por no poder seguir al Papa Bergoglio en su reciente viaje a Asia y Oceanía, el más largo de su pontificado.
Una confirmación más de que era «un auténtico hombre de Iglesia, sostenido por un espíritu de fe y de oración», que -como dijo el celebrante en el funeral- «tenía un corazón abierto a todo lo que toca a la persona humana e interesa a su bien» y «compasivo hacia las personas necesitadas de ayuda, creyentes o no creyentes». Además, concluyó Re, «los problemas de salud habían ralentizado, pero no debilitado, su compromiso de diálogo con otras religiones en su servicio, al que se dedicó hasta el final».
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