Embajadores: La esperanza refuerza el compromiso por un mundo en paz
Tiziana Campisi - Ciudad del Vaticano
«La diplomacia debe tener el coraje de ser creativa para reforzar la unidad en la diversidad»: las palabras del decano del cuerpo diplomático y embajador de Chipre, George Poulides, en su discurso al Papa durante la audiencia con motivo de los saludos por el nuevo año suenan como un compromiso en nombre de todos los embajadores acreditados ante la Santa Sede. Antes de escuchar el discurso del Pontífice, el más veterano de los diplomáticos acreditados agradeció al Santo Padre «su incansable labor, fuente de esperanza para tantos pueblos, tantas mujeres y hombres» y señaló que el tema de la esperanza elegido para este Jubileo Ordinario, ante los dramáticos acontecimientos más recientes, alimenta «la determinación de luchar por un futuro de paz, a través del diálogo y la solidaridad». «La esperanza es disruptiva: imparable en quien tiene fe, une generaciones, fortalece comunidades», afirmó Poulides, que recordó la Bula de Convocación del Jubileo Spes non Confundit, donde Francisco subraya la urgencia de llevar signos tangibles de amor y comprensión hacia quienes más sufren los desequilibrios de nuestro sistema social. «Sólo convirtiéndonos en “peregrinos de la esperanza” para los enfermos, los pobres, los presos, los migrantes, los ancianos y los jóvenes, podremos reactivar ese círculo virtuoso que, a través del consuelo y el reconocimiento de la angustia ajena, reintegra a los más frágiles en la familia humana», consideró el decano.
Esperanza y paciencia las coordenadas del buen diplomático
Las palabras del Papa, en el mensaje de Navidad Urbi et Orbi que anunció la apertura del Año Santo, interpelan «directamente a nuestro papel de diplomáticos», observó el embajador de Chipre, que invitó a «saber aprovechar toda ocasión de apertura, incluso la más mínima». «Esperanza y paciencia – añadió Poulides - deben ser las coordenadas de todo buen diplomático, para que los conflictos se resuelvan definitivamente».
Condonación de la deuda de reparación ética y moral
El decano del cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede mencionó también la exhortación del Pontífice, en su viaje a Indonesia, durante su encuentro con el Gran Imán Nasaruddin Uman en la mezquita Istiqlal, a «caminar en busca de Dios y contribuir a construir todos juntos sociedades abiertas fundadas en el respeto mutuo y el amor recíproco», «cultivando cada uno su propia espiritualidad y practicando su propia religión». También «la necesidad de una redistribución justa y equitativa de los recursos» en Timor Oriental, Papúa Nueva Guinea y Singapur. Poulides recordó también los diversos llamamientos de Francisco a la comunidad internacional «para estar al lado de los países en dificultad, para que sean sociedades más justas, libres y abiertas». Y, entre las distintas soluciones propuestas por el Papa, el embajador de Chipre mencionó la condonación de la deuda económica que los países más pobres han contraído, a menudo a la fuerza, con los países más ricos, y «no por limosna o piedad, sino como reparación ética y moral», porque es necesario reconocer «la existencia de una deuda ecológica de los países industrializados con el Sur del mundo, que tiene que pagar doblemente por la explotación de la que es víctima».
Recuperar el corazón
Por último, retomando la invitación del Papa a abrir «las puertas del corazón» dirigida durante la apertura de la Puerta Santa en la cárcel de Rebibbia el pasado 26 de diciembre, subrayó que el cambio debe partir de uno mismo y que hay que aprender a amarse y a amar, y que, como se lee en la encíclica Dilexit nos, es necesario que el mundo, en medio de guerras y desequilibrios, «recupere “lo más importante: el corazón”».
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