Los funerales del cardenal Amato: hombre de fe abierto al diálogo
Edoardo Giribaldi – Ciudad del Vaticano
Un hombre “rico en fe y humanidad”, abierto al diálogo y dotado de una positividad innata ante la vida y sus circunstancias. Cualidades que, junto con la “sabiduría y el dinamismo”, hicieron realidad la visión del Papa Juan Pablo II de una refundación de la Pontificia Academia Teológica en cuyo centro se situaría, precisamente, el intercambio entre teología y filosofía.
Con estas palabras el cardenal Giovanni Battista Re, decano del Colegio Cardenalicio, recordó al cardenal Angelo Amato, prefecto emérito de la Congregación para las Causas de los Santos, fallecido el martes 31 de diciembre a la edad de 86 años.
Durante la misa exequial celebrada en el Altar de la Cátedra de la Basílica de San Pedro la tarde de este 2 de enero, el Papa Francisco se unió para presidir el rito de la última Commendatio, la última recomendación a Dios para recibir el alma del difunto en la Comunión de los santos, y la Valedictio, la despedida, es decir, el último adiós antes de su sepultura.
Sus estudios y su devoción a la Virgen
En su homilía, el decano del Colegio Cardenalicio recorrió la vida del cardenal Amato, nacido en Molfetta en 1938 en el seno de una familia de constructores navales. Una carrera descartada para entrar, fascinado por la figura de don Bosco, en la escuela salesiana de aspirantes de Torre Annunziata.
Tras su primera profesión religiosa y la ordenación sacerdotal, sus estudios se dividieron entre Roma y la Universidad de Tesalónica en Grecia. Decano de Cristología en la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Salesiana, de la que llegaría a ser vicerrector en 1997, de su estilo docente el cardenal Re recordaba los paralelismos trazados entre cristología y mariología, dictados por una particular devoción a la Virgen, de la que el cardenal Amato “hablaba con gusto”.
Dinamismo y sabiduría para refundar la Pontificia Academia Teológica
Su compromiso académico le convirtió en el perfil elegido por Juan Pablo II para la “refundación” de la Pontificia Academia Teológica en 1999, nombrándolo secretario. Ya en esa coyuntura, el decano del Colegio Cardenalicio destacó la capacidad del cardenal para aunar disciplinas de distinta procedencia.
Sufficit gratia mea fue el lema episcopal elegido por Amato, al que, recordó el cardenal Re, “trató de ser fiel en su trabajo” especialmente en los últimos años de su vida, “marcados por el sufrimiento”. Nombrado por Benedicto XVI prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, en julio del 2008, fue el propio Ratzinger quien le creó cardenal en el 2010.
Esperanza “llena de inmortalidad”
“Amato se distinguió por su gran preparación teológica y firmeza de doctrina”, dijo también el decano del Colegio Cardenalicio. Cualidades puestas al servicio del prójimo a través de publicaciones, conferencias y encuentros culturales que fue “generoso en aceptar”. Su “genuina espiritualidad”, ejercida a la manera de don Bosco, suscitaba entonces “estima y simpatía” en quienes lo conocían.
“Para el creyente, la muerte es el paso de una existencia de dolor y pruebas a la vida plena y duradera de la felicidad de Dios”, el consuelo que ofreció el cardenal Re, señalando que en esta perspectiva “no puede haber lugar para la esperanza”. La misma, “llena de inmortalidad”, profesada durante su peregrinación terrenal por Amato.
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