El Sínodo, ventana para conocer y escuchar a quienes consideramos diferentes
Manuel Cubías – Ciudad del Vaticano
Eleazar López, sacerdote de la diócesis de Tehuantepec e indígena zapoteca, colabora con el Centro Nacional de Ayuda a las Misiones Indígenas desde hace más de 40 años, trabajó en la pastoral indígena de la Conferencia del Episcopado Mexicano y como asesor del Consejo Episcopal Latinoamericano, el año pasado, como teólogo experto, participó en el Sínodo para la Amazonía.
¿Qué ha sucedido después de la realización del Sínodo para la Amazonía en Roma?
El padre Eleazar López afirma que muchas cosas han cambiado en el último año en la Iglesia y en el mundo: “en primer lugar, la voz indígena que ha sido siempre una voz marginal, incomprendida y rechazada muchas veces, ahora tiene un eco nuevo y ese es uno de los avances mayores porque se logró escuchar una voz de la periferia en el centro, en Roma”.
La presencia del Papa Francisco “ha permitido que se escuche con fuerza dentro de la Iglesia, y esto ha movilizado las conciencias de muchas personas, que antes no conocían esas realidades y ahora pueden adherirse o rechazarlas, pero con mayor conocimiento. En América Latina a quienes estamos comprometidos, este proceso nos ha ayudado a consolidarnos, pues contamos con un respaldo que antes no teníamos”.
López subrayó que el mundo indígena “ahora puede plantear su palabra y ofrecerla como una posibilidad para superar la crisis que estamos viviendo en la sociedad y en la Iglesia”.
El teólogo subrayó que muchos caminos se han abierto o consolidado a partir del Sínodo, tales como los procesos de conversión ecológica, pastoral y cultural, que se están llevando con más fuerza en el interior de la Iglesia. También puntualizó en los procesos de inculturación de la liturgia y de la teología, así como el planteamiento de nuevos o enriquecidos procesos formativos para sacerdotes y laicos.
Desafíos e iniciativas en México
El sacerdote Eleazar López evidenció que “en la Iglesia mexicana desde hace tiempo, la pastoral indígena ha impulsado dos grandes líneas de trabajo: primero, acompañamiento directo a los pueblos indígenas en su lucha por la vida, por sus territorios, por sus derechos para contrarrestar los megaproyectos mineros que están llegando a los territorios y que están causando desastres. Segundo, el impulso de manera más sistemática a la traducción de las Sagradas Escrituras, en esto apoyo fuertemente el episcopado mexicano”. Añadió que también se trabaja en traducciones de los textos litúrgicos en varias lenguas, de manera que sirvan a las variantes lingüísticas, y de esta manera, “los pueblos pueden celebrar con una liturgia autorizada, en sus lenguas y con sus simbolismos”.
La formación sacerdotal es otro de los desafíos, añadió el sacerdote, pues se “está tratando de incorporar en el pensum de los seminarios la formación sobre las culturas indígenas y se está tratando de sistematizar las teologías indias de los distintos pueblos, por ejemplo, náhuatl, zapoteca, totonaca y otras.”
Avances fundamentales que se pueden impulsar a partir de Querida Amazonía
El padre López recordó la unidad entre el Documento Final del Sínodo y la exhortación Querida Amazonía. Un elemento fundamental, subraya, es la idea del acompañamiento de la Iglesia a las luchas de los pueblos, que tiene varias vertientes: lo social, lo cultural y ecológico. Esto es importante, porque la sociedad actual “impone sus esquemas a los grupos minoritarios, concretamente a los pueblos indígenas”. Esto en México significa mucho, “pues los intereses de los grupos económicos fuertes no están pensados para dar respuesta a las necesidades de los pueblos”.
López añadió que otro elemento que hay que potenciar es “la fuerza organizada de las mujeres, que en esta situación de pandemia son quienes han sacado a flote las comunidades”. Además, hizo notar que lo que ha ayudado a que nuestros pueblos no sucumban en la lucha es su fuerza espiritual, comunitaria y organizativa.
El sacerdote Eleazar López recordó cuán importante fue el obispo Samuel Ruiz en el trabajo de acercar la Iglesia a las comunidades y caminar con ellas. Hoy, ese trabajo se mantiene, especialmente el diaconado permanente y los ministerios laicales; sin embargo, “creo que todavía hay que abrir más los caminos para la inculturación de la Iglesia, pues lo transitado todavía no se consolida. Necesitamos un compromiso más sólido y más fuerte hacia el futuro”. López identifica una dificultad a salvar, y es que la Iglesia universal ha estado muy ligada al esquema de la sociedad occidental y a su pensamiento, lo cual se convierte en una limitante que se debe superar, a la hora de dialogar con otras culturas.
Diálogos
No es fácil dialogar con sectores que se resisten a reconocer los aportes del mundo indígena a la humanidad, subrayó Eleazar López; “esto sucede a veces por falta de información completa sobre el mundo indígena, otras veces se debe al manejo de estereotipos, normalmente discriminatorios o caricaturescos de los pueblos ancestrales y esto no deja ver la realidad completa”.
Antes que nada, insistió López, “nos reúne la misma causa, el mismo Dios, la misma fe en Jesucristo, es el mismo Espíritu Santo que nos anima a todos, en contextos y recipientes culturales diferentes”. Por esta razón prosiguió, los que venimos del mundo indígena y quienes se suman a la causa indígena, sin serlo, porque encontramos puntos de coincidencia, debemos “ser puentes entre mundos que necesitan dialogar”.
Caminos a transitar
“Creo que un camino muy importante a transitar dentro de la Iglesia es el camino hacia el otro, hacia quien es diferente, hacia los pueblos indígenas. No acercarse a él por lástima, porque esto no significa necesariamente relaciones de igualdad”. La diferencia, subraya Eleazar López, es reconocer que existe otra manera de ser humanidad, otra manera de pensar y de vivir la fe cristiana y la vida.
El padre López insistió en que por las diferencias podemos enriquecernos mutuamente; toda cultura es limitada y es solamente una ventana para mirar la realidad. “Si juntamos las distintas visiones de mundo, nos haremos más ricos y con más posibilidades para enfrentar los problemas que hay en el mundo (...) Aunque hablemos diferentes lenguas, somos hermanos y hermanas”, llamados a potenciar “la paz, la justicia y el amor”.
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