El párroco de Gaza: "La cercanía del Patriarca tras el trauma de la guerra"
Michele Raviart - Ciudad del Vaticano
Poco más de un mes después de que finalizaran los enfrentamientos en Gaza entre Hamás e Israel, que costaron la vida a 255 personas en la Franja y a 13 en Israel, la pequeña comunidad cristiana de la ciudad, reunida en torno a la Iglesia de la Sagrada Familia, recibió la visita del Patriarca Latino de Jerusalén, Pierbattista Pizzaballa. En este contexto, preguntamos al párroco de Gaza, el padre Gabriel Romanelli, cómo recibieron los fieles esta visita y cuál es la situación actual en la Franja.
- Padre, ¿Cómo fue esta visita pastoral?
La visita del Patriarca Pierbattista Pizzaballa fue realmente espléndida. Fueron cuatro días, del 14 al 17 de junio. Vino y quiso visitar la pequeña parroquia de la Iglesia católica -tenemos 134 miembros aquí-, así como algunos cientos de griegos ortodoxos.
Visitó las tres escuelas católicas que tenemos aquí, el centro de Cáritas y el centro de formación de jóvenes Tomás de Aquino. Luego quiso visitar a algunos de nuestros enfermos, especialmente a los ancianos, y a algunas familias afectadas por la guerra, cristianas y no cristianas. Celebró una misa solemne, en la que hubo un bautismo, 17 primeras comuniones y tres confirmaciones.
La gente estaba muy contenta porque experimentó la cercanía del Patriarca, que también conoció a las familias ortodoxas y a la gente pobre que está alrededor de nuestra comunidad. Así que no solo los católicos, sino también los musulmanes que forman parte de nuestra realidad, porque nosotros somos 134 católicos entre dos millones de habitantes musulmanes. Por tanto, es un signo muy fuerte de cercanía y él quería estar presente y cerca de todos.
- Gaza vive una situación difícil. Hace un mes hubo ataques entre Hamás e Israel. ¿Qué le dijeron las familias cristianas al Patriarca sobre esto?
Gaza lleva muchos años sufriendo. En los últimos diez años ha tenido cuatro guerras, además de los bombardeos que, por desgracia, son algo común y habitual. Sobre todo la gente nos ha dicho que no olvidemos que en esta guerra -más que en las otras, quizás, porque ya están cansados- las víctimas no son un número o una estadística y que los traumas que quedan después de la guerra, después de los bombardeos, son realmente atroces. Nosotros y toda la población de Gaza hemos sufrido las consecuencias de la guerra.
Hay nerviosismo, a veces hay una sensación de depresión en algunas personas. Por eso tratamos de hacer no sólo actividades espirituales -que hemos hecho y que gracias a Dios no dejamos de hacer- sino también actividades recreativas que ayuden no sólo a los niños y jóvenes, sino también a los adultos que no ven un horizonte mejor.
- En los últimos días ha habido otros atentados puntuales, ¿cómo los ha vivido?
Aunque la guerra ha terminado y estamos en este alto el fuego, que esperamos que se mantenga, no vemos muchos avances ni pasos concretos hacia la paz y la reconciliación. La vida continúa, la gente se adapta, pero faltan muchas cosas. Por ejemplo, la electricidad. Normalmente, antes de la guerra teníamos ocho horas de electricidad al día. Ahora todavía hay algunos distritos que tienen seis horas de electricidad o incluso cuatro. Además, no olvidemos que la pandemia de coronavirus sigue extendiéndose. Nos olvidamos de ello en los días de guerra, pero los casos están empezando a aumentar.
- En estos días se lleva a cabo la asamblea de la ROACO en Roma. El foco de atención es claramente Tierra Santa y Oriente Medio. ¿Qué ayuda se necesita en este momento y cómo se siente la cercanía de la Iglesia?
Creo que hay tres líneas de ayuda y que la gente aquí está muy agradecida a la Iglesia Católica. El primer aspecto es el espiritual. Siendo una comunidad tan pequeña y también para la comunidad ortodoxa, la Iglesia católica es realmente la ayuda de la gracia de Dios y hace milagros para mantener la ayuda espiritual a la gente y que su fe, su esperanza en Dios y su caridad no disminuyan. El segundo es el aspecto existencial, así lo llamo yo. Eso es estar cerca de la gente y que se sientan queridos. En este sentido, la visita del Patriarca ha supuesto un consuelo y la gente ha visto que no están desatendidos, que no están abandonados. Y también es importante dar a conocer esta realidad.
La tercero es la ayuda material. La Iglesia está ayudando a reconstruir algunas casas, sigue ayudando con el proyecto de dar trabajo a los jóvenes para que piensen en quedarse en Gaza, porque necesitamos a los cristianos aquí, de lo contrario la Iglesia de Tierra Santa se convertirá sólo en un museo de piedras sagradas. El vaciado de cristianos en Oriente Medio, y en particular en Tierra Santa, sigue siendo un problema, una plaga, y sería un mal para toda la Iglesia.
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