Comunidades ucranianas en Canadá y diálogo con los indígenas
Christopher Wells y Tiziana Campisi – Vatican News
En Canadá viven alrededor de un millón y medio de ucranianos, de una población total de 37 millones. Muchos llegaron hace 130 años para escapar de la pobreza, el hambre y la falta de trabajo en su país. Desde entonces, los ucranianos se han integrado bien en el tejido social canadiense.
Crecimiento de la comunidad ucraniana
Monseñor David Motiuk, eparca de la Iglesia católica ucraniana de Edmonton, explica que "la Iglesia católica ucraniana ha acompañado a esos fieles y sigue haciéndolo. Hoy hay casi cien mil católicos ucranianos, unas trescientas parroquias y cientos de sacerdotes que prestan servicio de costa a costa. En los últimos ocho años, la presencia ucraniana en suelo canadiense no ha dejado de crecer. Y desde febrero, a causa de la guerra en Ucrania, todas las comunidades, desde las más grandes hasta las más pequeñas, han acogido y dado la bienvenida a los recién llegados a Canadá, tratando de apoyarlos en su necesidad.
Fomentar el entendimiento mutuo entre las nuevas generaciones
Monseñor Motiuk nos cuenta que entre las experiencias más bonitas de su ministerio pastoral están las vividas con los alumnos de los colegios católicos ucranianos con los que lleva a cabo un proyecto que les permite acercarse a los pueblos indígenas:
Contaron la historia de los internados y la hambruna ucraniana de principios del siglo pasado, el Holodomor, a través de la perspectiva de los jóvenes. Mi esperanza – dijo – es, por tanto, que nuestros jóvenes, ésta y la próxima generación, puedan conocerse y aprender sobre las heridas y la necesidad de curación de cada uno, pero también compartir las alegrías de lo que significa ser pueblo de Dios y trabajar juntos, precisamente para animarnos y fortalecernos mutuamente en nuestra peregrinación terrenal hacia el reino celestial.
Este viaje tiene su propia singularidad, porque la visita del Papa se entiende, sobre todo, como una peregrinación penitencial de sanación y reconciliación con los pueblos indígenas de Canadá. Su eparquía se encuentra en un territorio donde la presencia indígena es numerosa. ¿Puede hablarnos de las relaciones de su Iglesia con los indígenas de Canadá y otros pueblos aborígenes?
Tenemos la suerte de viajar con los pueblos indígenas aquí y en el oeste de Canadá. Estoy muy agradecido a estos pueblos; hace 130 años los ucranianos estaban luchando y no habríamos sobrevivido a los primeros inviernos duros, no sabíamos qué medicamentos funcionarían aquí. Esperamos que, con la visita del Papa Francisco, el pueblo ucraniano, que no tuvo ningún papel en las escuelas residenciales, pueda identificarse con nuestros hermanos y hermanas indígenas en sus sufrimientos y dificultades.
Las escuelas católicas de Edmonton cuentan con un magnífico consejo de ancianos y buscamos colaborar con ellos para conocer a nuestros hermanos y hermanas indígenas mediante un intercambio de alumnos entre nuestras escuelas bilingües ucranianas y la escuela indígena "Ben Calf". Compartimos gran parte de la tragedia de estos pueblos que quizá no sean bien comprendidos, pero quizá juntos podamos trabajar por un futuro mejor para todos nuestros pueblos.
¿Qué espera de la visita del Papa?
La peregrinación del Papa Francisco a Canadá será muy diferente a la del Papa Juan Pablo II, que visitó todas las ciudades y pueblos en la década de 1980. La misión del Papa Francisco es acercarse a los pueblos indígenas ofreciendo un signo muy concreto de solidaridad y esperanza. El Papa Francisco conoce relativamente bien las Iglesias católicas orientales, la Iglesia ucraniana, especialmente desde que fue arzobispo de Buenos Aires en Argentina.
Esperamos, por tanto, que, gracias al viaje apostólico del Papa Francisco hacia la sanación y la reconciliación, la comunidad católica ucraniana pueda tomar nota de sus esfuerzos y que nosotros también podamos formar parte de un proceso de sanación para ambos pueblos. Somos más fuertes juntos cuando trabajamos para renovar este vínculo sagrado y construir el pueblo de Dios aquí en Canadá.
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