El Nuncio en Canadá: Francisco viene a traer consuelo
Antonella Palermo – Vatican News
El 37º viaje apostólico del Papa Francisco, bajo el lema de “Caminemos juntos”, es una señal largamente esperada y decidida a contribuir al camino de sanación y reconciliación emprendido con las comunidades nativas, gravemente dañadas, en el pasado y de diferentes maneras, por las políticas de asimilación cultural en las que se han visto involucrados muchos cristianos e incluso miembros de institutos religiosos. Una visita centrada en el camino de diálogo, escucha y solidaridad con las poblaciones autóctonas canadienses que el Pontífice emprendió la pasada primavera. Ahora se trata de "avanzar", como dice el nuncio apostólico en el país norteamericano, monseñor Ivan Jurkovič:
Francisco está en Canadá para lo que él mismo ha definido "una peregrinación penitencial". ¿Cuál es el significado de este viaje?
Desde que fui nombrado nuncio, en el 2021, he podido vivir inmerso en el especial clima que se ha creado en la sociedad canadiense con actitudes muy críticas con la Iglesia por su pasado. Entendámonos, la Iglesia ha hecho muchas cosas buenas, pero aquí estamos hablando de la participación en la preservación de la identidad cultural de los indígenas. Aunque los Papas y los obispos se han pronunciado varias veces, dando explicaciones e incluso pidiendo disculpas, era necesario abordar el problema de otra manera. La Conferencia episcopal, en los últimos tres años, ha planificado un camino más complejo, que incluía, como primer objetivo, el encuentro personal del Santo Padre con cuatro delegaciones.
Canadá es un país enorme. Un inmenso territorio con una diferenciación cultural muy marcada, especialmente entre francófonos y anglófonos. En los últimos 20-30 años se ha producido un fenómeno de migración masiva. Así que el Papa llega en este contexto, llega con su sensibilidad que es universal. Las expectativas son realmente grandes.
¿Y usted con qué participación emotiva lo está preparando?
Es sin duda un viaje atípico, que conlleva muchas responsabilidades. También tendrá la parte celebrativa, la parte gozosa que siempre caracteriza a toda oración, especialmente cuando la dirige el Santo Padre. Por otro lado, se ve esta gran responsabilidad frente a la opinión pública, que a veces se basaba en supuestos que no siempre se presentaron en su complejidad. Es cierto que se ha creado un clima muy pesado con respecto a la Iglesia, también debido a algunas simplificaciones mediáticas, pero, por otra parte, es una verdadera responsabilidad que se ha ido acumulando a lo largo de la historia.
Hay otras responsabilidades, y la Iglesia no puede desvincularse, especialmente de las del gobierno. Tengo confianza: incluso los medios de comunicación parecen percibir ahora este potencial que puede tener la visita del Santo Padre.
El Papa ya pidió perdón cuando recibió a representantes de algunas comunidades indígenas en el Vaticano. Con este viaje da un paso más...
Pienso que es lo máximo que se puede hacer: el Papa con su testimonio personal, con sus palabras, mostrará su cercanía a los pueblos indígenas. Con una convicción coherente, una profunda sensibilidad humana y una actitud de humildad, se ha mostrado consciente de las numerosas injusticias sufridas por los indígenas.
¿Qué puede decirnos sobre las reuniones preparatorias que ha mantenido hasta ahora con los representantes de las comunidades indígenas?
He tenido reuniones a varios niveles. Se acusa a la Iglesia de participar en un proyecto gubernamental que pretendía casi eliminar la identidad indígena para crear una nueva sociedad canadiense. Ciertamente hubo daños terribles, pero también hay que decir que la Iglesia tuvo una gran generosidad, también hubo factores positivos.
Por lo tanto, será un viaje que interpelará las acciones de la Iglesia en el mundo, sobre todo con relación al concepto de inculturación. ¿Qué frutos cree que habrá para la Iglesia en Canadá y en el mundo?
Si se mira el mundo en su conjunto, 500 años de historia se han caracterizado por profundas injusticias: las modalidades de la conquista por parte de los europeos y después el retraso en reconocer a todas las culturas su propia identidad y respetarlas como son, y anunciar el Evangelio a estas culturas no como algo preparado de manera igual, en lugar de comprender su sentimiento religioso. Es un largo recorrido, la sociedad cambia. Para la Iglesia es un empeño enorme.
El componente ucraniano es consistente en Canadá. La guerra es la otra preocupación que atraviesa constantemente el pensamiento del Papa…
La cuestión de Ucrania es muy sentida porque hay una presencia considerable de ucranianos que han venido en los últimos cien años. Canadá mira con especial atención al Santo Padre y su sensibilidad ante esta tragedia en Europa. Por tanto, el Papa viene también como portador de una paz más universal, no sólo de una reconciliación nacional. Una preocupación por la paz en el mundo tan dramáticamente puesta en peligro.
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