Santa Francisca Rubatto, un paso más en la caridad
Sebastián Sansón Ferrari – Vatican News
Tocar y mirar, tocar y mirar la carne de Cristo que sufre en los hermanos y hermanas: esto fue lo que hizo Ana María Francisca de Jesús Rubatto, más conocida como Madre Francisca, en sus 60 años de vida.
Rubatto, quien fue declarada santa el 15 de mayo de 2022 por el Papa Francisco, decidió dejar su Carmagnola natal, en Italia, y partir en misión por el mundo a favor de los últimos. De este modo, la labor de la primera santa del Uruguay trascendió las fronteras geográficas; en América Latina fundó comunidades; llegó al nordeste de Brasil, donde la familia religiosa tiene siete mártires; y se instaló en Uruguay, donde falleció en 1904. En su testamento dejó escrita la frase “Que mi cuerpo sea enterrado en medio de mis queridos pobres”, y esos “queridos pobres” se encontraban precisamente en el país sudamericano.
Santa Francisca “vio que en América se desplegaban sus mejores energías, entonces fue trayendo hermanas, con algunas resistencias a veces porque no se entendía”, contó a Vatican News la Hermana Daniela Cannavina, quien pertenece a la orden fundada por Madre Rubatto y se desempeña como la secretaria general de la Confederación Latinoamericana de Religiosos, la CLAR. También, Cannavina recordó que los restos de la Madre se hallan en el santuario dedicada a ella, en la capital uruguaya: Montevideo.
“Una mujer con un perfil muy hermoso, sin grandes estridencias, pero que ha logrado realmente dejar una huella, una marca”, añadió Cannavina. “Es un modelo de santidad para tantas mujeres y para la vida religiosa de este tiempo”, comentó. Cannavina enfatizó que la santa tiene "un corazón latinoamericano".
Navegar mar adentro
Cannavina puntualizó que la comunidad nació para la atención a los enfermos, pero Rubatto vio que no era lo que el tiempo le pedía solamente, y, por ello, fue más allá, a la promoción, y luego, a la misión. Por tanto, animarnos a más es una de sus grandes virtudes, según la religiosa. En esta misma línea, podríamos agregar que Santa Francisca encarna a la perfección el trinomio “ver, juzgar y actuar”, propuesto por San Juan XXIII en la encíclica Mater et magistra. En ese documento pontificio, planteaba que “los principios generales de una doctrina social se llevan a la práctica comúnmente mediante tres fases: primera, examen completo del verdadero estado de la situación; segunda, valoración exacta de esta situación a la luz de los principios, y tercera, determinación de lo posible o de lo obligatorio para aplicar los principios de acuerdo con las circunstancias de tiempo y lugar”. “Son tres fases de un mismo proceso que suelen expresarse con estos tres verbos: ver, juzgar y actuar”.
El ejemplo de Santa Francisca Rubatto demuestra que no fue una mera espectadora de las dificultades de su época, sino que las miró, examinó y actuó en consecuencia, para transformar la realidad.
En efecto, el compromiso y el deseo de llevar el Evangelio, en palabras y obras, están en el corazón mismo de nuestro ser de Hermanas Capuchinas, como afirma el artículo 69 de las Constituciones. En dichos textos, también se establece que, “animados por el amor de Cristo, el apóstol del Padre que anunció a los pobres la llegada del Reino, y siguiendo las huellas de nuestra Madre Fundadora, animada por una profunda apostolicidad, también nosotros asumimos cada día el reto y el privilegio de hablar el Evangelio ‘en medio de las naciones, como Apóstoles de la gracia y de la salvación’”.
Este compromiso queda patente en la diversidad de obras que llevan adelante, en Italia, Uruguay, Argentina, Brasil, Etiopía, Eritrea, Perú, Kenia y Malawi. Entre sus numerosas iniciativas, por ejemplo, en Uruguay, las Hermanas son las responsables de mantener vivo el carisma en el Colegio San José de la Providencia, en Montevideo. Por su parte, en Brasil, donde se encuentran desde 1963, están al servicio de los más pobres, tanto en el campo sanitario como educativo y pastoral, informa la congregación. Con el proyecto “Promoción de la mujer”, ayudan humanamente y evangelizan una franja de la población particularmente frágil, las mujeres, en el Bairro Boa Esperança, ubicado en Mato Grosso.
Santa Francisca y San Juan Bosco
Uno de los aspectos menos conocidos de su historia es el vínculo que tenía con Don Bosco, Padre y Maestro de la Juventud. De hecho, los salesianos en Uruguay compartieron que “su capacidad de ir al encuentro de un modo sencillo y afable para conducir a las personas a Dios fue lo que llevó a los altares a esta mujer de valientes opciones, que adoptó a Uruguay como su tierra de misión y la patria donde eligió morir, y cuya hoja de vida revela un fuerte y decisivo vínculo con Don Bosco”.
Ana María (el nombre de Francisca antes de ser religiosa) –señalaron en una publicación en redes sociales- llegó a Turín en el año 1862 después de haber perdido a casi toda su familia, y se instaló en la casa de su hermana mayor casada y luego se fue a trabajar con una rica condesa. Era el tiempo en que Don Bosco estaba trabajando con sus oratorios y ella decidió colaborar con él con esa discreción, prudencia, amabilidad y ternura que siempre la caracterizaron.
Según los salesianos, “estas profecías de Don Bosco hacia su querida Marietina se cumplieron cabalmente. Ella incorporó a su misión muchos rasgos del Sistema Preventivo como el deseo de atender a los jóvenes más abandonados para educarlos y promoverlos para dignificar su vida”.
“A sus hermanas instaladas en la Casa donde hoy reposan sus restos, en Belvedere, les indicó que su misión era cuidar y cultivar esos corazones jóvenes que Dios les confiaba para que sean ‘el honor de la Iglesia y de la patria’, aseguraron. “Esa frase es casi una réplica de la famosa expresión de Don Bosco de formar “buenos cristianos y honrados ciudadanos”, concluyeron.
Por primera vez celebran a Madre Francisca Rubatto como santa
Si bien en Roma y en Montevideo se oficiaron misas en acción de gracias por la canonización de Rubatto, este 9 de agosto de 2022 es la primera vez que se celebra su festividad litúrgica como santa.
En este marco, el Cardenal Daniel Sturla, arzobispo de Montevideo, preside la santa misa a las 17 horas en el Santuario de Madre Francisca Rubatto.
En los días previos a la festividad, se propuso un triduo preparatorio, en los que se meditó sobre los primeros 20 años de la santa que se caracterizaron por su fortaleza y resiliencia ante el dolor, su carácter de "mujer buena como el pan" y "mujer del pueblo, del camino".
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