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Sor María en su misión en Mozambique Sor María en su misión en Mozambique 

Sor María, misionera enamorada de su vocación

El funeral de la hermana María De Coppi, asesinada ayer con un disparo durante un ataque en el que se saqueó e incendió la misión de Chipene en Mozambique, tendrá lugar el 9 de septiembre. El padre Silvano Daldosso de la misión vecina: "Las palabras recurrentes para ella eran pueblo y gente". El testimonio de los sobrevivientes

Vatican News

"Conocía bien a la hermana María, estábamos en misiones vecinas, nos encontrábamos con frecuencia. En definitiva, en todos estos años hemos compartido mucho". Con conmoción, el P. Silvano Daldosso habla de Sor María De Coppi, la comboniana de 84 años asesinada en la noche del 6 al 7 de septiembre en la misión de Chipene, en la provincia de Nampula, al norte de Mozambique. El padre Silvano, misionero 'fidei donum' de Verona, regresó a Italia hace mes y medio tras 12 años en Mozambique, en la misión de Pemba, en el mismo distrito, a unos setenta kilómetros de la misión de la monja asesinada. Se salvaron dos sacerdotes fidei donum de la diócesis de Concordia-Pordenone, el padre Loris Vignandel y el padre Lorenzo Barro.

Conocida y querida por todos

Una mujer “enamorada de su propia vocación, del entregarse a Dios a través del servicio a los más pobres, enamorada del lugar donde vivía, del ambiente, de la gente, porque las palabras que a menudo se repetían en su discurso eran precisamente: pueblo y gente, pueblo y gente". Así define el padre Silvano a Sor María, misionera en Mozambique desde 1963.

En sus 60 años en Mozambique, había vivido los momentos más delicados, más bellos, pero también los más dramáticos y peligrosos de este país, como la independencia y los 17 años de guerra con un millón de muertos, compartiendo todo con las personas. Una mujer conocida e incluso muy querida, que fue bárbaramente asesinada, por razones, según cree don Silvano, que “no tienen que ver ciertamente con su persona, no creo que molestara a nadie; de hecho, era una mujer conocida y respetada por la gente, era muy querida”.

La riqueza del gas y la pobreza del pueblo

En la provincia de Nampula, como en la de Cabo Delgado, operan grupos yihadistas, con una importante potencia de fuego, y no es que en "Mozambique las armas crezcan en los árboles, Mozambique no las produce, así que alguien las importa". De ahí la convicción del clérigo, así como la de muchos otros, de que los grupos responden a una dirección externa, que pretende desestabilizar el país, el norte sobre todo, por razones puramente económicas relacionadas con la extracción de gas. Ciertamente no es la única causa que provoca esta violencia, continúa el misionero, "también hay descontento con un gobierno que se ha olvidado de esta zona que está entre las más pobres del país, luego hay dificultades relacionadas con el ámbito cultural y social".

Ninguna matriz religiosa

Para el padre Daldosso, hay que descartar por tanto una matriz religiosa, aunque los atentados se atribuyen a los yihadistas de Al Shabaab, pero "impropiamente" según el religioso, ya que "parece más bien una rama autónoma, una rama que se ha desprendido, que en este momento tiene el objetivo de desestabilizar el norte del país". No habría, pues, ningún motivo religioso para el padre Silvano, también porque, concluye, "en Mozambique, la convivencia entre musulmanes, cristianos y las demás religiones presentes ha sido siempre pacífica, hasta ahora, y sabemos que estos actos de violencia no son apoyados, sino rechazados y condenados incluso por la parte islámica".

El testimonio de los sobrevivientes: “Era cariñosa y maternal”

"María había pasado toda una vida en Mozambique y estaba muy enamorada tanto de Chipene como de la gente de Macua, e impresiona que haya sido justamente ella asesinada", recordó también a Vatican News don Lorenzo Barrio, uno de los dos sacerdotes fidei donum que lograron escapar de los atacantes.  Era cariñosa, maternal, hablaba, escuchaba y compartía con la gente. "La última vez que se fue tenía miedo de no volver, porque su amor estaba aquí. Ella quería mucho a esta gente", añade.

La noche del atentado

Don Lorenzo y don Loris Vignandel, el otro sobreviviente, tras pasar la noche en la misión de Namaca se dirigen ahora a Nacala, donde se reunirán con el obispo, monseñor Alberto Vera Aréjula. "Nunca olvidaremos esa noche y el sonido de los largos cuchillos golpeando la puerta", recuerda el sacerdote friulano. "Fue un acto de demostración y una forma de hacer que nos vayamos, explicó don Lorenzo, que cree que los atacantes le perdonaron la vida por decisión propia.

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08 septiembre 2022, 15:46