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Alianzas estratégicas protegen a mujeres migrantes en Colombia

Un proyecto del Global Solidarity Fund fomenta el trabajo en red de congregaciones religiosas junto con el sector privado. Así, no solo dan mayores oportunidades de capacitación y de trabajo, sino que luchan contra los abusos a los migrantes, enfrentando especialmente la trata de personas.

Felipe Herrera-Espaliat, enviado de Vatican News a Colombia

Aunque nunca lo ha sufrido en carne propia, Susana (nombre ficticio) tiene varias amigas que ejercen la prostitución en Bogotá para ganarse el sustento cotidiano. Y ellas son solo algunas de los cientos de mujeres que se ven forzadas a esta actividad, la mayoría como víctimas de poderosas redes de trata que las explotan, aprovechándose de la vulnerabilidad con que llegan desde Venezuela a instalarse en Colombia. Sin papeles de residencia y sin trabajo, la ilusión de una mejor vida tras salir de su país en crisis se esfuma rápidamente.

“No me he sentido afectada en ese sentido, pero tampoco critico a las mujeres que lo hacen. De pronto si hubiera más oportunidades para ellas… Pero sí, tengo amistades que todavía se dedican a ese tipo de cosas, porque no tienen las condiciones económicas para mantenerse acá, ni a su familia”, afirma Susana, que arribó a la capital colombiana a los 13 años acompañada de su madre. Hoy tiene 18 años, un hijo de dos y, a su corta edad, una historia de mucho esfuerzo, marcada por la precariedad de recursos y la discriminación. 

Sin embargo, en su horizonte de vida no todo ha sido sufrimiento, sino que también ha habido luces de esperanza y manos tendidas que la han ayudado a fortalecerse y a abrirse un futuro más promisorio. Esto lo ha vivido especialmente por medio de los programas que llevan adelante dos congregaciones religiosas que se han abocado a trabajar coordinadamente en la protección y promoción de la mujer. Son las Religiosas Adoratrices y las Hermanas de la Divina Voluntad que luchan contra la trata de personas, dan formación humana y apoyo psicológico, y ofrecen una contundente capacitación laboral.

Sor Ilse Villamar, hermana de la Divina Voluntad, está involucrada directamente en el rescate de mujeres expuestas a todo tipo de peligros. (@Margherita Mirabella/Archivio GSF)
Sor Ilse Villamar, hermana de la Divina Voluntad, está involucrada directamente en el rescate de mujeres expuestas a todo tipo de peligros. (@Margherita Mirabella/Archivio GSF)

Reconstitución interna y externa de la mujer

Sor Ilse Villamar, hermana de la Divina Voluntad, está involucrada directamente en el rescate de mujeres que, dada su situación vulnerable, viven expuestas a todo tipo de peligros. Y sabe bien que para ellas no basta con una capacitación laboral y con darles apoyo para regularizar su condición migratoria. El primer y principal desafío es ayudarlas a que se reconstruyan humanamente después de experiencias traumáticas que las han ido minando en su interior. “La mujer llega sintiéndose sucia, siente que no tiene capacidades para nada, que no sabe hacer otra cosa más que la prostitución. Entonces, son mujeres que a nivel psicológico necesitan apoyo, necesitan que crean en ellas”, expresa la religiosa.

Para sor Ilse, esta iniciativa de pastoral social es una respuesta a los desafíos planteados por el Santo Padre ante la abominación del tráfico humano. “Como nos hace el llamado el Papa Francisco, es una invitación a trabajar a favor de la vida, contra esta llaga que afecta cada día más a la humanidad y que esclaviza, porque ellos les quitan verdaderamente ese ser persona y les dejan en la nada”, asegura.

A la par de la reconstitución personal de las mujeres, se desarrolla una dimensión más práctica, que busca ofrecerles herramientas para su inserción en el mundo laboral. Esto es provisto por las Hermanas Adoratrices, enfocadas desde hace décadas en la formación para el trabajo y el emprendimiento, ya sea por medio de competencias técnicas como en habilidades blandas. En Bogotá tienen un centro de capacitación y, junto a él, una fábrica que desde hace cuarenta años produce ropa de alta montaña y recibe a quienes egresan de los cursos de corte y confección.

 Photo Embed: Junto con la reconstitución personal de las mujeres, las comunidades religiosas les ofrecen herramientas para su inserción en el mundo laboral o para el emprendimiento. (@Margherita Mirabella/Archivio GSF)
Photo Embed: Junto con la reconstitución personal de las mujeres, las comunidades religiosas les ofrecen herramientas para su inserción en el mundo laboral o para el emprendimiento. (@Margherita Mirabella/Archivio GSF)

Coordinación sistemática entre congregaciones

La hermana adoratriz Rosa Helvia Vaquero ha impulsado los contactos con el sector privado, firme en su convicción de que las comunidades religiosas deben trabajar en red. “Una empresa nos ayuda a la empleabilidad, para que las mujeres puedan salir de donde están, para que abran otros caminos, otras experiencias. Y para que ellas tengan esa calidad de vida, y de verdad puedan defenderse, nosotras tenemos que soñar y crear empresa”, afirma la religiosa. 

Pero esta cooperación sistemática entre las Hermanas de la Divina Voluntad y las Religiosas Adoratrices, y su conexión creciente con el mercado laboral no ha sido del todo espontánea, sino que está siendo especialmente promovida por un proyecto del Global Solidarity Fund (GSF). Esta es una organización benéfica que nace del liderazgo del Papa Francisco y su misión es agilizar las alianzas entre el sector privado, los organismos para el desarrollo social y las comunidades católicas. Así, el GSF está implementando en Colombia y en otros países un “Hub de innovación social”, iniciativa que nace de la constatación de que los resultados de los programas de impacto social son más eficaces cuando las comunidades religiosas trabajan de modo coordinado, organizado y planificado, aportando lo mejor de sí, cada una según su carisma.

Y uno de sus frutos es precisamente Susana, quien ha podido hacer un camino de fortalecimiento personal y ya ha recibido una sólida formación técnica en el área de la salud. Pero quiere capacitarse más, porque sabe que la vida le presentará desafíos mayores, especialmente ahora que es madre. Aún debe decidir si continuará estudiando enfermería o si se abrirá a estudiar diseño, pero para ella esto no se detiene. “Tengo que seguir adelante con mi proyecto de vida, porque sé que puedo hacer aportaciones sociales, aportaciones a mi familia y ser una esperanza para otras mujeres”, concluye agradecida de todo lo que ha recibido.

Las religiosas adoratrices tienen una alianza desde hace décadas con una empresa de ropa de alta montaña, que recibe a quienes se han formado en corte y confección. (@Margherita Mirabella/Archivio GSF)
Las religiosas adoratrices tienen una alianza desde hace décadas con una empresa de ropa de alta montaña, que recibe a quienes se han formado en corte y confección. (@Margherita Mirabella/Archivio GSF)

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08 febrero 2023, 11:00