Zuppi: La guerra es un terrible incendio que sólo puede apagar un corazón en paz
Francesca Sabatinelli - Berlín
En un mundo asolado por la pandemia de la guerra, con los graneros vaciados y los arsenales llenos, la pregunta es una sola: ¿cuándo comienza este tiempo de paz, que parece un sueño imposible? El cardenal Matteo Zuppi, arzobispo de Bolonia y presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, planteó esta pregunta en su meditación sobre la oración de los cristianos, en vísperas de su partida en misión de paz a China, y durante uno de los actos de clausura del encuentro "La audacia de la paz", organizado en Berlín por la Comunidad de Sant'0Egidio, que reunió en la capital alemana, del 10 al 12 de septiembre, a líderes religiosos, políticos y personalidades de la cultura de todo el mundo.
Reflexiones sobre Ucrania, Siria y los migrantes
Los pensamientos corren a Ucrania con sus trincheras, a Siria, ahora olvidada, a los que están abandonados "en la desesperación del desierto sin caminos y sin agua o en la inmensidad del mar expuestos a la fuerza de las aguas solo en su angustia". Y la pregunta de Zuppi es siempre la misma: ¿cuándo llegará la hora de la paz que "es robada por tanta indiferencia, por complicidades antiguas y recientes, con la violencia que comienza siempre con los prejuicios y la ignorancia que se apoderan del corazón y de la mente y terminan inevitablemente armando las manos?".
Los sufrimientos de la pandemia de la guerra
Toda oportunidad de cambio, desperdiciada a causa del individualismo, retrasará la llegada de este tiempo, del mismo modo que lo retrasará el pensamiento de "tener que curar primero nuestras heridas, considerándonos siempre demasiado débiles sin empezar nunca a trabajar humildemente al servicio de los hermanos más pequeños de Jesús". Y además, ¿cómo se puede comenzar "el tiempo del Señor" cuando uno se permite el lujo de malgastarlo, pensando que siempre lo tiene a disposición y malgastándolo sin atesorar el sufrimiento causado por la "pandemia de la guerra"?
La guerra no respeta a nadie
Zuppi pide a los fieles que no tengan miedo y que nunca dejen de aprender "el arte del amor". Los cristianos deben romper "las lanzas de los prejuicios que crean tanta distancia y heridas", curar las heridas incluso las del propio corazón, no practicar "el arte de la guerra, de cultivar el odio, de responder al mal con el mal", y no practicar "el arte de la humillación y de la posesión del prójimo porque no sabemos amar". Los cristianos deben aprender "el arte de la vida, el arte de Dios" para comprender que uno es un don "para el otro". La guerra, concluyó el cardenal, "es un incendio terrible que no respeta a nadie, pero un corazón en paz puede apagarlo y hacer crecer la paz". La audacia se consigue caminando todos juntos y no solos, siguiendo a Cristo; la audacia es del "humilde pacificador, que la siembra donde hay división, ignorancia, violencia", y del audaz que, en lugar de rendirse a la guerra, "lava los pies a los que nadie ama, a los que misteriosamente no tienen atractivo en ningún sentido a los ojos de nadie, a los muchos heridos por el mal. Sin pedir nada".
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