Agua corriente y un comedor para Puerto Triunfo en Paraguay
Alessandro Guarasci – Puerto Triunfo
Incluso el agua corriente en Puerto Triunfo, Paraguay, puede ser un espejismo. En la pequeña población de Cristo Rey, las monjas de Santa Juana Antida han abierto un espacio extraescolar para los niños y un comedor para un centenar de personas. Gracias a un pozo, han conseguido llevar agua a algunas familias. La esperanza también pasa por un taller de costura para las jóvenes del lugar.
Faltan servicios en el Paraguay rural
Estamos en Paraguay donde la agricultura es la principal fuente de sustento. Esta zona está atravesada por el río Paraná que separa el país de Argentina. Hay una naturaleza que se desborda, que da frutos en abundancia, que probablemente por su belleza podría atraer a gente de todo el mundo. Este ecosistema, tan impresionante, sobre todo para los que vienen de Europa, se alterna con vastas parcelas agrícolas, donde el cultivo de la soja es el pilar. Lo que faltan son servicios, incluso los más básicos.
Ayuda extraescolar para los niños
Con los benefactores del Grupo India, llegamos a la aldea de Cristo Rey, donde las hermanas han construido un par de casitas. Nos dan la bienvenida estos niños que realizan pequeños trabajos con motivo del Día de la Tierra. Tienen edades comprendidas entre los tres y los quince años, sienten curiosidad por lo que ha ido a hacer el Grupo y están deseando presentarse y darles la bienvenida. Al lado está la sala de informática para los mayores de este pueblo, que la Conferencia Episcopal Italiana quiso precisamente alfabetizarlos.
La cocina de leña
En estos lugares, la tasa de natalidad no parece ser un problema. Algunas personas tienen dos o tres hijos, pero algunas incluso han llegado a tener nueve. Son las mujeres las que dan esta información, también porque los hombres están en el campo trabajando o han emigrado a otros lugares de Paraguay. La sencillez de sus ropas, de su calzado, deja claro lo esencial que es la vida aquí, pobre en bienes de consumo.
Baste decir que la cantina que sirve a un centenar de las trescientas familias de la zona sigue funcionando con una cocina de leña, y que el pequeño local donde se encuentra se vuelve intransitable cuando llueve. Desde hace poco, algunas casas disponen de agua potable gracias a un pozo instalado por las monjas, pero teniendo en cuenta los escasos recursos económicos para su distribución, bastantes habitantes se ven obligados a abastecerse en el arroyo cercano.
La hermana Celestina, de 74 años, es emiliana y lleva 34 en América Latina. Sin embargo, tiene el entusiasmo y la concreción de una veinteañera. Como Hermanas de la Caridad de Santa Juana Antida, explica, "nuestra tarea es amar, servir a los pobres que son los miembros de Jesús, ver en los pobres el rostro de Cristo y mostrarles el amor del Padre. Aquí hacemos más bien un servicio social. Después hacemos encuentros de los amigos de Santa Juana Antida con adolescentes o jóvenes universitarios que buscan formarse en la fe cristiana, formarse como personas con valores evangélicos".
El problema de esta tierra es la inmigración a otros países sudamericanos o incluso a España. Y esto se debe a una producción agrícola que ha cambiado, como resultado de la masificación que se centra primero en el cultivo intensivo.
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