Asesinado en Gaza Hersh, el hijo de Rachel
Roberto Cetera
Conocí a Raquel unos días después del 7 de octubre. Un amigo israelí nos había puesto en contacto. La llamé por teléfono y le propuse quedar en un bar de la Ciudad Vieja o en un hotel. Pero ella insistió en que me reuniera con ella en su casa, junto con su marido Jon y las dos hermanas pequeñas de Hersh. Hay una gran diferencia cuando una entrevista tiene lugar en casa del entrevistado. Entiendes mucho más, entras en su intimidad.
Hersh Golberg-Polin, 23 años, entre los rehenes hallados muertos en Gaza el 31 de agosto de 2024. Es hijo de Rachel, la mujer que envió mensajes de vídeo al Papa y fue recibida por él junto con otros familiares de rehenes.
La primera entrevista después del 7 de octubre
En aquella tranquila mañana de verano de finales de octubre, entré en su dolor, en su sensibilidad religiosa, en su fuerza delicada y poderosa, en su empatía por el sufrimiento. Y no volví a salir. Porque seguimos viéndonos en otras ocasiones durante esos once meses de lucha y dolor. Me gusta decir que nos hicimos amigos. No hablábamos del secuestro, ni de la guerra, ni de política.
La vida y los sueños de Rachel y Hersh
Me contó todo sobre Hersh. De sus 23 años. De cuando tenía 8 años y se habían mudado de Estados Unidos a Israel. De su curiosidad por el mundo y lo humano. De sus viajes a dedo por Europa. De su amor por Italia. De los billetes que ya había comprado para dar la vuelta al mundo durante un año. De su pasión por la música, que luego le resultó fatal en aquel maldito concierto de Supernova. De sus estudios como paramédico («pero no lo digas porque podría ser peligroso para él si los secuestradores lo saben»). De su marcada sociabilidad, que le granjeó muchos amigos, «incluso árabes». En definitiva, un retrato sencillo y agudo de un buen chico con muchas ganas de vivir.
Palabras de amor y esperanza, no de ira
Me impresionó la serenidad de esta mujer, expresión de una profunda espiritualidad interior. Y me impresionó su extraordinaria capacidad para combinar fuerza y dulzura. De su boca no salió ni una palabra de cólera, desesperación o resentimiento. Sólo palabras de amor: «En Gaza hay madres que sufren como yo, y muchas incluso más que yo porque ya ni siquiera tienen esperanza» y «Estoy convencida de que a Hersh ahora también lo cuida una madre en Gaza, y eso me reconforta porque las madres no saben odiar». Su historia me conmovió. Ella se dio cuenta. Nos dimos un fuerte abrazo. Un abrazo que era la señal de un pacto. Parecía un poco paradójico que fuera ella quien me consolara.
El videomensaje al Papa y el encuentro en el Vaticano
Antes de irnos me dijo: «¿Pero podrías enviar un mensaje al Papa Francisco?» «No lo sé, lo intentaremos». Grabamos un breve vídeo en el que Rachel no pedía nada, pero agradecía al Papa sus palabras y sus oraciones por la liberación de los rehenes. En cuanto bajó las escaleras, envié el vídeo a mi director para que encontrara la manera de mostrárselo al Papa. Unos días después, el Papa decidió recibir en el Vaticano a una delegación de familiares de los rehenes; Rachel fue la que más tiempo le entretuvo. Cuando salieron iban escoltados por guardaespaldas israelíes que impedían acercarse a los periodistas. Pero ella se sorprendió al verme en Roma y se escabulló del cordón para venir a abrazarme y contarme su emoción ante el Papa.
Los numerosos encuentros de estos meses
Después nos vimos varias veces más a lo largo de estos once meses. Le presenté al cardenal Zuppi cuando vino a Jerusalén. La última vez fue hace unas semanas con nuestra colega Maria Gianniti de la RAI, que le dedicó una hermosa entrevista. Me habló del alivio que le producía la oración continua de los Salmos. Y, siempre esperanzada, me dijo: 'En cuanto lo liberen, estarás entre las primeras personas a las que llamaré para que vengan a celebrarlo con nosotros'».
La llamada de la noche: encuentran el cadáver de Hersh
El sábado por la noche recibí una llamada de un amigo israelí: «Siento decírtelo, pero han encontrado seis cadáveres en Gaza, y parece que uno de ellos es el de Hersh. Hersh no va a volver. Así lo decretaron los criminales de Hamás y quienes, por sus propios y miserables intereses, no negociaron su liberación. He visto y escrito cosas horribles en estos once meses. 40.000 muertos en Gaza; muchos de la misma edad que Hersh. Pero aquella llamada me sumió en la desesperación. Porque al igual que yo había entrado en la vida de Rachel y Jon, Hersh había entrado en la mía.
Podemos perdonar si comprendemos que no somos los únicos que sufrimos
Rachel me dijo una vez: «Sé que los cristianos trabajáis mucho el perdón. Hablar de perdón en esta situación es difícil, quizá imposible. Pero hay algo que puede allanar el camino para un futuro perdón mutuo. Y es ser conscientes del sufrimiento de los demás. No somos los únicos que sufrimos. Más allá de ese muro en Gaza hay tantos inocentes sufriendo. No podemos ignorarlo». Rachel no lo ignora
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